Las “Trementinaires” (Tre, mentineras): Mujeres sabias de la montaña que se iban por el mundo

Las “Trementinaires” (Tre, mentineras): Mujeres sabias de la montaña que se iban por el mundo

María Teresa Bravo Bañon
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Las “Trementinaires” (Tre, mentineras): Mujeres sabias de la montaña que se iban por el mundo

  “El valor de la valentía refleja la fortaleza humana”.

                                                                   Anónimo

 PAISAJES DEL CADI-MOIXERNÓ

Entre estos paisajes del Cadí- Moixernó se desarrolla la historia que les voy a relatar.

https://www.youtube.com/watch?v=hBwTXxlYNsg

El oficio de las Trementinaires ( trementineras ) fue una actividad exclusiva de las mujeres del valle de La Vansa y Tuixent, en la comarca del Alt Urgell, en los Pirineos de Lleida, Girona, en el actual parque natural del Cadí Moixernó.

Se desarrolló durante los siglos XIX y XX.  Ejercida exclusivamente por mujeres, tenía como objetivos complementar la economía doméstica de la familia y aportar dinero en efectivo para pagar deudas familiares, préstamos, impuestos, contribuciones, pagos para reducir el servicio militar, cuando los que iban a la guerra de Cuba, Filipinas o  Marruecos eran solo los que no tenían suficiente dinero para librarse y solo iban los más pobres y desgraciados de la sociedad de entonces.

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Trementinaires

Nacer varón y pobre, en estos territorios significaba acabar en las llevas de una guerra u otra. Se da la anécdota por ejemplo de un pueblo, Santa Llúcia, en el Pallars Jussà, que el párroco tuvo la idea de inscribir a todo varón que se bautizaba en la parroquia, con nombre femenino; para poder salvarlo de las guerras coloniales o carlistas, donde iban a morir toda la juventud más pobre de estos valles. Lo que da idea de lo que significaba no tener dinero para librarse de la llamada a filas. Argucia que fue descubierta muchos años después y que ha quedado como una tradición oral que atravesó los siglos.

También eran “trrementinaires”  para pagarse la dote de casamiento o para dar dinero a los hijos que no eran herederos de la tierra; ya que la ley de familia catalana establecía: Solo el primogénito, “el hereu” (el heredero) era el que se quedaba con la masía y con las tierras. Si él era una primogénita, la publilla, (La heredera) tenía derecho a un tercio de las tierras.

A los demás hijos se les colocaba como podían para ganarse la vida, en el hecho incuestionable que las tierras no se podían dividir; así pues a uno se le enviaba desde muy niño al Seminario, para ordenarse sacerdote, otro a los cuarteles para la carrera militar y a los demás se les compraba un carro para ejercer el oficio de transportista o vendedor ambulante. Si era en zona de puerto se les enrolaba en los barcos mercantes o a trabajar con un patrón de pesca.

Se necesitaba dinero para poder dotar a todos los hijos de la forma más equitativa posible y que no quedara ningún hijo desasistido. La tierra era bastante pobre, si encima se dividía, hubiera acabado en minifundios incapaces apenas  para mantenerse una familia.

Las masías eran las casas de campo en las que llegaban a vivir hasta tres generaciones y el hijo mayor atendía a sus padres y se ocupaba de ellos en su vejez; pero también asistían todos sus hermanos en lo que podía.

Era una sociedad en donde la familia se apoyaba y era el único sostén social de solidaridad en tiempos de desgracia.

Son valles aislados, con escasos recursos agrícolas, incomunicados por la nieve en el invierno por el clima de alta montaña, agricultores de pocas tierras, pastores teniendo que luchar contra lobos y osos.

Las  “trementinaires” pertenecían a las familias más pobres del valle, ya que las más acomodadas, dentro de las dificultades económicas generales, no tenían la necesidad de enviar a sus mujeres fuera. “a ir por el mundo”, según sus propias palabras.

HISTORIA DE VALENTÍA, TRADICIÓN Y SUPERVIVENCIA

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Trementinaires

¿Qué hacer para sobrevivir en situaciones tan extremas?

Aquellas mujeres de los valles pirenaicos buscaron una solución muy clara, aunque bastante extrema: descender por los caminos hasta llegar al litoral y a las ciudades, de norte a sur recorrerse todos los pueblos que encontraran a la búsqueda de nuevos ingresos en efectivo que tanto necesitaba la familia.

Así es como madres de familia, esposas, hijas, nueras y abuelas, para aseguras la subsistencia de todos los miembros de la familia, pasaban unos meses al año “viajando por el mundo” generalmente de dos en dos; mucha veces acompañadas por las niñas, muy jovencitas, que pronto dejaban la escuela para acompañarlas y aprender el oficio ancestral, “ La que menos falta hiciera en la masía” así como proteger la reputación de las mujeres solas, en unos tiempos en que no estaba bien visto.

La confianza en la otra compañera era fundamental, ya que la mayor transmitía a la aprendiza, no solo conocimiento sobre plantas y trementina, sino también artes medicinales, además de circuitos de venta y clientes potenciales, los mejores caminos y los menores riesgos que correr.

Iban ofreciendo productos ancestrales de sabiduría popular de generaciones y generaciones, que en los ámbitos urbanos se había perdido.

Sin embargo según nos explica Joan Frigolé en su ensayo etnográfico sobre ellas “Dones que anaven pel món’ (mujeres que iban por el mundo),  la ventaja de ser “trementinaire” consistía también en que al estar fuera de casa por un tiempo comían gratis y los víveres en la masía cundían más y se repartían mejor, para los que se quedaban en el pueblo. Al fin y al cabo era una cuestión de subsistencia.

A lo largo del tiempo, mientras que para las mujeres del XIX este oficio era visto con orgullo y una muestra de independencia de la mujer, el equivalente que hoy atribuiríamos de empoderamiento de la mujer,  las siguientes generaciones del siglo XX, empezaron a no tomárselo así y  expresaban su descontento.

Quizás porque al tener contacto con otra vida distinta en las ciudades, con sus nuevos avances del siglo XX : la luz eléctrica, el cine, los teléfonos, los medios de transporte, los escaparates de moda … Ellas empezaron a sentirse inferiores ante ese nuevo mundo por el que viajaban y sentían vergüenza de sus vestidos de pueblo, de su analfabetismo, de la manera de ganarse la vida, quizás ese sentirse “palurdas” por su propia identidad, origen  y su diferencia social de campesinas pobres.

LOS VIAJES DE LAS  “TREMENTINAIRES”

Se desplazaban por Cataluña siguiendo unos itinerarios conocidos, con la finalidad de vender la trementina, hierbas para remedios, aceites curativos como el aceite de abeto y aceite de enebro y  toda la botánica sanadora de la montaña, que conocían muy bien, a pesar de ser mujeres analfabetas, se habían transmitido oralmente. Los conocimientos de unas a otras desde siglos.

Solían hacer dos viajes por año, uno en otoño hasta Navidad, y otro cuando terminaba la temporada de matanza del cerdo, allá por febrero y que duraba hasta la Pascua.

La mercancía la guardaban en bolsas de tela fáciles de cargar durante el viaje, fundas de cojín o de almohadas. Las bolsas, grandes como fardos, crearon la figura de la Trementinaire, que era reconocible, como un uniforme distintivo de la profesión  por todos los lugares por donde pasaba. Otros elementos típicos de su vestimenta, eran las latas donde llevaban los aceites, una pequeña hoz para cortar las hierbas y una pequeña romana de hierro, que era su sistema  para pesar los productos.

Los viajes de estas mujeres tenían también como objetivo comprar objetos y recursos que no eran fáciles de conseguir en las montañas, como por ejemplo comprar una vajilla de la Cartuja de Sevilla, como un lujo de casa rica.

Durante los viajes, con frecuencia se hospedaban en masías  particulares,que la  donde se las acogía cada año, a cambio de hierbas y remedios o participar en la matanza del cerdo que daba mucho trabajo, en la elaboración de embutidos jamones , morcillas y demás derivados que abastecían la despensa para un año.

De pueblo en pueblo y de masía en masía, durmiendo en precarios refugios de pastores, en  pajares, en establos o al sereno. Hoy día conociendo, como conozco estos valles y la época en que viajaban de largas noches invernales, realmente reconozco que eran mujeres muy sufridas y valientes; porque son bosques que entonces estaban plagados de animales salvajes como: osos, lobos, gatos monteses, jabalíes, además de las temperaturas nocturnas bajo cero.

Los circuitos incluían las comarcas  pirenaicas;  pero iban bajando hasta las planas de Lleida, Girona, Barcelona, la Garrotxa…  Incluso llegaban hasta el sur de Francia, Tarragona y Aragón.

Era tradicional verlas en la Feria de San Ponce, patrón de herbolarios y apicultores; un mercado que se remontaba al Medievo, cuando se estableció un mercado de hierbas curativas delante de la Iglesia de San Miguel y el Hospital.

Mientras por toda  Cataluña se las conocía por “trementinaires”, trementineras, a las Vall de la Vansa, su oficio se definía como “anar pel món”, de ir por el mundo.

LOS PRODUCTOS QUE ELABORABAN Y VENDÍAN

Las “Trementinaires” (Tre, mentineras)

La trementina era su producto principal y el que les dio el nombre. La vendían para desinfectar heridas de personas y animales.

El proceso original de elaboración de la trementina comenzaba con la extracción de la resina del pino silvestre. Esta, una vez purificada, está lista para usar. Su aspecto, cuando es fría, es sólido, cristalino y pardusco.
Cada “trementinaire” fabricaba así su propia trementina y se podían encontrar de diferentes texturas, colores y fluideces. El uso más frecuente que se daba a la trementina es en forma de parche sobre la zona afectada por una contusión, torcedura o cualquier  inflamación,  dolores articulares por la artrosis o la artritis.
Pero Era bueno también para picaduras de araña o de víbora, para las úlceras y grandes infectados.

Se trata de una sustancia que gozaba de mucho prestigio,

Pero la composición que se conoce  una trementina elaborada a partir de las materias primas compradas a las droguerías -pega griega- y en las farmacias, la esencia de trementina. Les permitía, caso de encontrarse sin suministros, comprar ingredientes en las droguerías de los pueblos que visitaban y lo preparaban “in situ”, así se ahorraban el tener que acarrear quilos de pomada durante todo el trayecto.

Los parches de trementina eran muy utilizados contra el dolor, los golpes y las torceduras. Era bueno también para picaduras de araña o de víbora, para las úlceras y grandes infecciones.

O sea era una especie de bálsamo de Fierabrás que curaba todo lo mismo a humanos que a animales del corral o del rebaño. De ahí la necesidad de tener mucha cantidad en las masías porque eran los accidentes más comunes, así como picaduras de serpientes o arañas venenosas.

También fabricaban la pega negra, obtenida a partir de la destilación de la resina del pino rojo, mezclada con cera virgen y aceite de oliva, se utilizaba para inmovilizar miembros dislocados, ya fuera de personas o del ganado.

También se usaba como emplasto para sacar pinchos o astillas clavadas en la piel.

Además elaboraban  otros remedios como:

ACEITE DE ABETO.

Sus aplicaciones son para curar enfermedades pulmonares, los riñones, la uretra y para las úlceras    de  estómago, además de diurético

ACEITE DE ENEBRO. 

Remedio destacado para eliminar los parásitos de los intestinos, tanto de las personas como de animales.

ACEITE DEL TIFUS.

Denominado así, compuesto por gran cantidad de ingredientes autóctonos, muy solicitado cuando durante el siglo XIX y parte del XX era una epidemia mortal.

OREJA DE OSO

Infusión de  hierbas buena tanto para las hemorroides como para curar el resfriado o la tos más persistente.

CORONA DE REY.

Es una hierba abortiva, utilizada tanto para las mujeres  como para el ganado en el ganado.

TÉ DE ROCA.

Para una infusión estomacal  contra la gastritis, las digestiones pesadas y ligeramente purgante.

HIERBA  ROMPEDIEDRAS

Su infusión la recomendaba para disolver los cálculos renales y para cólicos nefríticos

ESCABIOSIS

Depurativo de la sangre, eliminador de triglicéridos y colesterol,  además  sudorífica  contra el sarampión

SALVIA. 

Cura todas las enfermedades, clarifica la sangre y es vulneraria, es decir: ayuda a cicatrizar heridas por ser antiséptica

 HISOPO

La flor de hisopo en infusión para las molestias de la menstruación

TABACO” NEGRO. 

Las trementinaires elaboraban este remedio que curaba el “garrotillo”  o la terrible difteria  y el tifus.

SERPILDÓ. 

Su infusión es digestiva y buena para cuando los niños padecían  la “tos ferina”.

EL MUSEO  DE TUIXENT

Para recordar el oficio de las sabias mujeres, se abrió en 1998 el Museo de las Trementinaires de Tuixent, que recrea una cocina de una trementinaire de principios del XX y por el que al año pasan por el museo unas 6.000 personas. El centro empezó a organizar la feria en homenaje a este oficio con rutas y conferencias sobre plantas medicinales que ahora se erige como uno de los referentes de la medicina natural.

En el museo se homenajea a mujeres como:

María Majoral, “la Tamastima” (1887-1976) i Antonia Costa Coll (1921-195

o como  Sofía Montaner i Arnau (1908-1996), nació en Ossera, y fue la última Trementinera. Empezó a “ir por el mundo” con su abuela, y después con su madre. Su padre tenía un rebaño, pero lo perdió durante la guerra.

El año 1936 se casó con Miquel Borrell, que era de su mismo pueblo, e hijo de una Trementinaira. Miquel había recorrido los caminos con su madre, ya que esta no tenía hijas.

Después de la guerra civil española 1936-1939, Sofía emprendió otra vez el oficio acompañada de su suegra, luego de sus hijas, luego con una vecina, y finalmente con su marido, con el que viajó hasta 1982. Este es uno de los pocos casos en que un hombre ejerció el oficio. Sofía hizo su último viaje en 1984, con 73 años.

Un oficio convertido en patrimonio etnológico e histórico de aquellas mujeres que trabajaban tan duramente en verano en tiempos de cosecha y en invierno y primavera no las limitaban las montañas de sus valles perdidos en la búsqueda de un futuro mejor para sus familias.

Museu de les Trementinaries de Tuixent.

SUZETTE BÖRINGER, LA HEREDERA

Suzette Böringer
Suzette Böringer

Suzette Böringer es suiza. Se dedica a las hierbas medicinales en Ossera, un pueblo del municipio de la Vansa i Fórnols (Lleida) al que llegó en 1984 y en el que conoció a Sofía Montaner, la última ‘trementinaire’.

En la pasada 20 edición, en 2019( porque en 2020 no se ha realizado la Festa i Fira de les Trementinaires) Suzette Böringer fue distinguida como Trementinaire de honor.

Me ha gustado este reconocimiento, estoy integrada en el país y en el valle”, relata Suzette Böringer,  en una entrevista realizada para un diario local.

Su tienda, Herboristeria Nogué, es algo más que un establecimiento. Vende flor seca, aceites esenciales, pomadas, infusiones o jabones de plantas que han crecido en su tierra”. “Somos agricultores, el mundo de las plantas siempre me ha gustado, como la fitoterapia o las terapias alternativas, yo no estaría en un herbolario en la ciudad, siembro, planto las plantas, las recojo, las seco y la envaso, hago todo el proceso”.

Trabaja con más de cuarenta variedades de plantas y elabora unos cuarenta productos que también vende y se distribuyen en establecimientos Barcelona y demás capitales catalanas.

La Herboristería Nogué es una pequeña empresa familiar. La actividad de la tienda y del jardín botánico se complementa desde 2004 con un alojamiento rural en el que con frecuencia se organizan cursos de plantas medicinales.

LA FERIA

La Feria del Valle nació para dar a conocer los artesanos que viven y trabajan en este valle y para poder mostrar al público en general los diferentes productos que realizan, quesos, infusiones, hierbas sazonadoras, mermeladas, setas, dibujos, grabados, jabones , cosmética natural, tejidos, licores, piezas de madera … también encontrará artesanos de la

comarca y poblaciones vecinas, durante todo el día se ameniza la Feria con música tradicional y popular de Pirineo.

Y EN LA LITERATURA

Les dones sàvies de la muntanya

David Martí Martínez es el autor de  “Les dones sàvies de la muntanya” donde nos presenta la aventura prodigiosa de dos en trementinaires : Dolores y Sofía, abuela y nieta desde los Valles del Pirineo hasta el Delta del Ebro, con sus esperanzas, el miedo, las amistades, el amor y los numerosos peligros que afrontaban en sus viajes anuales.

 MÁS INFORMACIÓN

David Martí Martínez

David Martí Martínez Primera parte

David Martí Martínez Segunda parte

David Martí Martínez Tercera Parte

Revista Cadí-Pedrafoca, núm. 6, Dossier Dones: Les Trementinaires Publicat per Judith Mellado 

OTRAS FUENTES

  • Joan Frigolé Reixach, “Dones que anaven pel món. Estudi etnogràfic de les trementinaires de la vall de la Vansa i Tuixen”, Centre de Promoció de la Cultura Popular i Tradicional Catalana. Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Barcelona, 2005.Jordi Pasques,
  • “Lo Miquel i la Sofia, trementinaires d’Ossera”. Enregistrament videogràfic (Ossera, 11 de juliol de 1989).

Autora

María Teresa Bravo Bañón

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