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Las huellas fértiles
Alicia Aza
Ánfora Nova
Por Francisco Vélez Nieto
Las Huellas fértiles es la expresión lírica ondulada afines a la manifestación de feminidad, no feminismo, que expone Alicia Aza con estilo exquisito y cuidado, sostenido sobre la sólida base clásica de la mitología. Existencia poética por la que a través de una ficción palpitante desfilan diosas envueltas por versos, donde la lírica desnudando sus deseos se apropia de ellos, los hace suyo frente al hombre, con femenina arrogancia y luminosidad:
“Regaré mis entrañas ante tu cuello terso
y beberás mis pechos con pico recelo
por las cimientes rojas de las noches encendidas”
Primera ofrenda en una obra donde ardorosas pasiones se muestran incisivas portando circundantes placeres, agua de manantial con el que calmar la sed, ejercicio lírico y lúdico, manifestación de una semblanza cuya elegancia porta erotismo embriagador extraído de legendarios mitos de diosas que ya mostraron la heroicidad de sus pasiones y afanes. Intimo ardor de ofrendas:
“Quiero desvanecerme en un retazo
de quietud indolente y ser abeja
del temporal rocoso de mi gloria”
Oración de aspiraciones desbordantes de purezas, Nada de fingidas justificaciones ante el hombre.
“Dejaré en tus entrañas el naufragio
de una vida desnuda de placeres
y extenderás tus manos temblorosas
hacia las superficies de mis sueños”
soliloquios de deseos de sugestiva belleza.
Ya Alicia Aza en su primer poemario El libro de los árboles “quisiera ser arbusto en flor dormida / primer día de la nueva primavera” dejó plantada la semilla arbórea de un paisaje natural embellecido y poblado bosque de sensaciones, vida y pasión suspendidas en el pentágrama de una cuidada musicalidad, creando así una sucesión en su segundo poemario El viaje del invierno: “Perpetuos caminantes sin regreso / por las montañas y bosques deambulamos” fervorosa continuación envuelta en ramaje y copas de belleza música cautivadora temblor de Diana y sus vacantes recorriendo la floresta embrujadora, cualidad ardiente que deja grabada una impronta símbolo de la andadura meditada, con la que de nuevo puebla sus copas en estas Huellas fértiles y la presencia angustiosa de Dafne quejosa de tanta tiranía y manifiesta soledad:
“Soy la débil penumbra evanescente,
tulipán solitario y retorcido.
soy la incauta lacaya de tus manos
que arrebatan mi savia hasta morir”
Frente el viento que pretende arrastrar los deseos de ramajes y alturas, expresiva semblanza de Venus orgullosa del imán de su belleza: “Tiende la ropa de sus ojos yermos” desnuda de blancura “mujer de temple de oro, / de razón inflamada” exigiendo el espacio del mito que, como poderosa ficción lírica alcanza la realidad en el concepto femenino del amor, que continúa sucediéndose en un espacio sin caducidad:
“Mujer de temple de oro,
de razón inflamada
por los golpes de amor inaccesibles.
Caricias como espinas
en la orilla del fruto retenido”
Toda una representación cascada de recuentos líricos, tallas sucesivas en versos donde los cantos a las magias prendidas de la eternidad de los mitos transformados en ejemplos de presencias perennes, se mecen vivas y desvestidas entre placeres y tragedias, la lucha por el yo del ser y no ser existencial frente al hombre Necesidad inmensa. Pulso y prestancia por el espacio que le corresponde: drama y desdicha de pasiones azoradas en la frustración y el desaliento. Sucesión de huellas fértiles agitadas en abanico embriagador de feminidad, proclama lírica sobre la beldad y el dolor que la pasión amorosa agitada viene tallando.
Y Artemisa recuerda “Atrás quedará el tiempo de las luchas, / fallecerán tus vidas y pasiones”, siguiéndole Atenea con “afligidas aristas / lágrimas de mujer sin rastro”. De Helena nos llega “El rumor ansioso del molino / hondo sueño del mar bravo de la isla” lento ritmo el de Penépole “Mientras destejo fiel el firmamento / y sucede tirana la distancia” Dido recuerda que “Si pudieras volver a amar de nuevo / hazlo desde el aprecio a tu pasado” Por este recorrido cadena de cuidadas sustancias, se desliza este rico y meditado poemario, el tercero de Alicia Aza en los que se confirma la presencia editada de sus tres libros de poemas ennobleciendo la calidad lírica de sus contenidos. Pasión, gozo y esencias.