Lamiae El Amrani

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Carlos J. Rascón
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Lamiae El Amrani

 (nacida en Tetuán, Marruecos) es doctora en Comunicación por la Universidad de Sevilla, maestra en gestión de políticas y proyectos culturales por la Universidad de Zaragoza, y licenciada en Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad Abdelmalek Essaadi de Tetuán).

Entre sus publicaciones se encuentran: Verde mar sin alas (Cartagena, España, 2007); Un Suspiro inapreciable de una noche cualquiera

(Granada, 2007); Lanzas desde una orilla del alma (Zaragoza, 2008); Tormenta de especias (Editorial Lavela Granada, 2010; Poesía Femenina y Sociedad, Antología poética Marroquí (Arcibel Editores, Sevilla, 2010). Venas del desierto, (Ed. Libros del Marques, México, 2018).

Ha participado en diferentes festivales poéticos, traducido a varios poetas internacionales e impartido conferencias, coloquios y mesas redondas,

en distintos países como España, Marruecos, Brasil, Chile, Venezuela y México.

Poemas de Venas del desierto. Ed. Libros del Marques, México, 2018.
 

Lágrimas disecadas

Lamiae El Amrani
Lamiae El Amrani

Del estanque de tu palma
recojo algunas caricias.
Con el tallo de tus dedos
escondes en mi pecho
cosechas de llamas
que alumbran con sus cenizas
cada rincón ermitaño
que escondía celosamente entre los rayos del alba.

En tus ojos
la lluvia me envuelve
y caigo como pluma blanca
en tu recuerdo.
Y cabalgo
apagando en tus pupilas
viejas estrellas de lejanos cielos.
En tu boca todavía arden
mariposas rojas
y grito ardientemente
para espantarlas.

Me escondo bajo el errante otoño
que deseca con su muerte
mis lágrimas verdes
que alimentaban nuestros sueños.

 

Misteriosas odas Mapuches

En su cara se refleja
una apasionada fuerza.
En sus mejillas
se dibuja el rubor
de una ilusión inquieta,
como el iris que la rodea
cuando el pacífico
la estrecha entre sus pestañas
para que flote
libre entre los vaivenes
de la brisa.
Luego vuela entre espuma,
que acaricia sus entrañas.
Sus dedos delicados,
se convierten en
un sueño azul
prohibido como aquellas
esperanzas derrochadas
en medio de una noche abandonada
a orillas de Valparaíso.

 

Tuareg

Caminamos miles y miles de años
sobre el brillo
de la arena silvestre.
Luego llegamos a pisar
las lentejuelas de un mar,
que siguen clavándose, en las orillas
de dos imaginarios
que se funden
en las escamas saladas
de un mediterráneo
que ahoga con sus brazos,
que araña con sus dientes blancos
de luna estéril,
cualquier suspiro
que se atreve a desafiar
sus entrañas
para unirse
al latido de ese laúd
que dejamos olvidado
en un rincón
de la vieja casa roja en Andalucía.

Nuestra alma nos la despojó el viento
y se quedó perdida
entre las brisas
de ese estrecho que nos separa.

 

Libertad

Adaptaré el tiempo a mi reloj
los límites de mi mirada
al infinito de mi alma
y nadaré entre venas del desierto
que una vez fue mar
para alcanzar la luz de la esperanza
que mantengo encerrada en mi mente.
Frotaré lámparas de Aladino
por si me conceden derrumbar tus fronteras.
Miraré al horizonte allá donde
todo es posible,
para ver si puedo alcanzarte,
con el filo de mis palabras.
Tenderé mi mano por si quieres atraparme,
y correré en la noche para ver si
entre sus lámparas encendidas
logro descifrar donde te cobijas.
Escaparé hasta del color que tiñe mi piel,
de la pupila de mis ojos,
del rizo de mi pelo,
hasta de los dientes de marfil marchito
para morirme en ti,
limpio, puro y humano
incoloro pero libre.

 

Primaveras otoñales

En esa noche de brisa salada
las palabras afiladas
causaron desiertos
entre las nubes,
el oído coagulado por el eco indiferente
asistía al drama danzante
que en el corazón de Oriente posaba,
como cuando la mosca
decide entregarse al agua para ahogarse.

 

Lamiae El Amrani

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