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La tentación del perdón, Donna León
De nuevo “la Maestra” de la novela negra da vida, inteligencia y lenta acción, a su comisario Brunettí que disfruta de la suspicaz ayuda de su eficiente secretaria.
Se vive en el campo literario de las editoriales una movida de padre y muy señor mío. Me refiero a la novela policíaca o novela negra, donde las editoriales han tocado sus clarines comerciales de: “Todos a escribir novelas de crímenes, misterios y corrupción”, sin que falte el estremecedor y sangriento mundo de la droga. Lo que sucede es que, como cuando la fiebre de la novela histórica en tiempos pasados, no todas estas obras que se editan ofrecen un contenido de buena calidad, con lo cual la insistencia de la publicidad mediática, puede caer en la promoción de la lectura de aquello que no alcanza ni el nivel de distraer. Claro que para tranquilidad de los amantes del género policíaco, los clásicos continúan vivos y no resulta fácil superarlos, máxime si a ellos y ellas se les suma los autores y autoras de calidad actuales. Nos podemos considerar tranquilos puesto que la calidad supera en valores literarios a la cantidad.
Y una de estas grandes autoras que posee la etiqueta de Maestra de la novela negra es Donna León que se acerca a la treintena de obras del género publicadas en Seix Barral desde aquella primera y luminosa Muerte en la Fenice dándole vida, inteligencia y acción a su comisario Brunettí y suspicaz y eficiente secretaria. Sin olvidar la lectura de los clásicos en sus ratos libres, apoyo con los que buscar comparaciones del mundo social donde se encuentra metido en esa ficción entre la realidad, el deseo y la crítica.
Fina, inteligente, mortal de conducta insobornable de Donna León ,enamorada hasta la médula de una Venecia hoy amenazada por el turismo de masas, hasta tal punto que con los años, se sintió obligada a vivir, al menos en la temporada alta de turismo lejos de ella. Algo que como lector de su obra comprendo desde una Sevilla amenazada por esa masa del “Turismo cultural” mal interpretado.
En esta reciente, y por el momento, su última novela publicada con todo el merecimiento que tienen otras tantas de sus novelas, la he abierto entre mis manos para su lectura con igual interés La tentación del perdón, sin embargo, en contra de mi propia fidelidad y admiración hacia su obra, a medida que iba adentrándome en la narración, lentamente la trama y desarrollo decaía. El monólogo que sostenía conmigo mismo me producía cierto desorden. Algo no usual, en absoluto, en una escritora que envuelve desde su primera novela, muy comprometida en los temas que ha abordado, también en La tentación del perdón. En ella encontramos la denuncia presente, pero como algo repetido y con ganas de llegar al final. Yo creo que hasta el comisario Brunetti se ha sentido cansado en su papel. Es como si esa tentación por perdonar no fuera lo correcto, pero el sentimiento de ternura de algunos personajes le dota de un final de justificada bondad.
La aventura se inicia cuando una profesora, compañera de su mujer en el instituto, se presenta ante el comisario Brunetti y le plantea que su hijo de quince años ha pasado de ser un estudiante ejemplar, a alguien encerrado en sí mismo y que la madre sospecha pueda estar metido en ese mundo cruel de la droga donde tantos jóvenes se encuentran atrapados. Esto, cuando el marido de la profesora aparece de noche inconsciente en un puente de la ciudad, considera pueda tener relación con la droga y el hijo. Mas, los caminos de la investigación no pueden continuar rectos, se tuercen por variados senderos al destapar el comisario el fraude en Venecia de las recetas médicas entre los “genéricos” y lo considerados medicamentos de más calidad en la salud pública y la privada. Farmacéuticos sin escrúpulos que arrastran a la complicidad a persona inocente y dolorida en su vida privada. Situación humana que provoca el título de la obra. Siendo la pregunta: ¿Qué deben hacer los poderes establecidos ante estas situaciones con inocentes implicados en ese “permisible” laberinto de la corrupción? @mundiario
La tentación del perdón
Francisco Veléz Nieto