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La Sed, de Paula Bonet
Paula Bonet es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, completa su formación en Santiago de Chile, Nueva York y Urbino.
Su trabajo se centra en la pintura al óleo, el grabado y en la ilustración. Ha realizado exposiciones en Barcelona, Madrid, Oporto, París, Londres, Bélgica, Urbino, Berlín, Santiago de Chile, Valencia, Miami y México.
Su obra, cargada de poesía y volcada en las artes escénicas, la música y la literatura, culmina en la publicación de varios libros de los que es autora tanto del texto como de la imagen. Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End (Lunwerg, 2014) , 813 (La Galera, 2015) –un homenaje a la obra y a la figura del director francés François Truffaut- y La Sed (Lunwerg, 2017) -un largo poema en clave feminista- son sus trabajos más conocidos.
En abril de 2017 publica Quema la memoria (Lunwerg), un cancionero ilustrado donde su universo se funde con el del cantautor The New Raemon en el aniversario de sus 10 años de carrera. En junio del mismo año aparece Escribe con Rosa Montero, un cuaderno publicado por Alfaguara donde la escritora da las claves para aprender a escribir ficción.
En marzo de 2018 publica Por el olvido (Lunwerg), un canto de amor a la literatura y a la amistad, a Roberto Bolaño y su novela Los detectives salvajes, un trabajo a cuatro manos con el artista Aitor Saraiba que no debe entenderse como un texto de Bolaño ilustrado: es la búsqueda del autor de 2666 y Putas asesinas, pero también la caza de su sombra errante.
Actualmente se encuentra trabajando en Roedores | Cuerpo de embarazada sin embrión (Literatura Random House, 2018) y en las pinturas para El año del pensamiento mágico (Literatura Random House, 2019) de Joan Didion.
Roedores | Cuerpo de embarazada sin embrión es un libro con formato de diario acompañada de un animalario pintado en el que se intenta comprender la corporeidad de la ausencia para alumbrar una de esas construcciones levantadas entre tinieblas por tantas y tantas mujeres. Roedores | Cuerpo de embarazada sin embrión da voz al silencio, rompe un tabú y normaliza una realidad tan común como la del aborto espontáneo.
La sed es un libro con un diseño exquisito, de Lunwerg Editores (Editorial Planeta). En su web se afirma que con «La Sed, la artista rompe con toda la estética previa a este libro cruel sobre la desorientación sentimental y emocional», «vivir cerca de la luz es estar a un paso de la muerte. Por eso los artistas arrastran la sombra del suicidio».
La sed está compuesta por diez partes, hasta llegar al Futuro o realismo mágico, el lector debe peregrinar desde El temblor y los desprendimientos de rocas, El refugio, La muda, La redención, Las réplicas (hasta seis), Los vientres, la Histeria significa útero, Los cuerpos se rompen por sus picos y esquinas hasta La despedida; porque «la Tierra se mueve. Las masas terrestres a veces se separan y las sacudidas no se pueden predecir, ni los sismólogos más expertos son capaces de vaticinar cuándo y dónde acontecerán». Y aunque el ritmo de vida sea diferente, «Hay lugares en los que se vive siempre alerta».
Sobre La sed se ha dicho mucho y todo a su favor: en Momoko destacan cómo «sus ilustraciones han marcado un antes y un después en el panorama artístico actual», el periodista Peio H. Riaño afirma que «La Sed (Lunwerg) es un accidente deliberado, con el que la autora entierra su anterior vida como ilustradora. La renuncia se hace a las bravas, cortando por lo sano del éxito». Anna Abella, sin embargo, nos desvela que «para “ese derrumbe emocional” le sirven como metáfora los temblores y terremotos».
Antes de comprar el libro, fui leyendo todo tipo de reseñas, como las que mencioné anteriormente, vi todo tipo de ilustraciones, era un libro que nada más ver, me producía una atracción irremediable y un terror absoluto. Es de esos libros que sabes que abrirás y te sacudirán de arriba abajo, sentirás esos temblores, realizarás cada una de las transformaciones y finalmente, saldrás de ese entramado emocional siendo otra nueva tú: renovada, renacida, florecida y quizás lo único que quede como certeza sea ese realismo mágico como horizonte.
«Existen muchos tipos de seísmos y los lugareños suelen preferir los que mecen, los más largos, y no aquellos que sacuden de arriba abajo y obligan a uno a tumbarse en el suelo.
Yo no sé cuáles prefiero. A veces las sacudidas fuertes son necesarias aun perdiendo su misteriosa atracción: todo se embarra, los cimientos se rompen, los trenes se descarrilan, los animales huyen despavoridos y los hoteles se derrumban.
Se tendrá que empezar de nuevo en mitad del duelo para que todo acabe pasando y asistir así al nacimiento de construcciones que se levantarán fuertes para proteger a los nuevos habitantes.
Mi nombre es Teresa. La tierra acaba de temblar y tengo tanto barro encima que apenas puedo moverme».
La sed es un canto a la mujer que se busca a sí misma: primero, sola, antes de nada, para continuar después, completa con todo lo demás, fuerte, independiente y poderosa. Porque la mujer, también, puede existir sin necesidad de ser otra cosa más que ser ella misma en soledad, en su espacio vital donde ella decide qué hacer y cómo luchar contra aquello que deba luchar. Por otra parte, como toda la vida hizo, llevando el liderazgo de la familia, el cuidado de los hijos, el cargo de la economía, pero sin independencia de ningún otro tipo. Es tiempo de reconocer la voz y el espacio de la mujer con la fuerza suficientes como para ocupar su propio espacio; sin necesidad de pisar ni ocupar el de los demás, sino obteniendo el suyo propio: un espacio propio, el que le corresponde desde hace siglos.
La Sed, de Paula Bonet Por Gema Albornoz