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La resurrección de Jandra Sweet
Mercedes Marín publica su segunda novela, La resurrección de Jandra Sweet, un año después de la primera, El año de las decepciones, de la que hicimos reseña en nuestro diario digital Luz Cultural, como ahora ofrecemos el prólogo que la autora nos pidió para esta segunda obra. Ha sido muy grato cumplir esta petición por cuanto fuimos profesores compañeros en el instituto de Burguillos (Sevilla) varios años en plena juventud. Ahora la literatura nos vuelve a poner en contacto, y nos congratulamos de ello. Aquí nuestro prólogo con la invitación a leer la novela.
Hilando la Vida con Palabras
La resurrección de Jandra Sweet
José Cenizo Jiménez
Mercedes Marín del Valle, nacida en Mérida (Badajoz) y residente en Almería desde hace unos años, profesora de Biología de Educación Secundaria, publicó su primera novela con un título atractivo, El año de las decepciones (Almería, Círculo Rojo, 2020).
Así de gráficamente comenta su discurrir vital y su ímpetu creativo en las palabras de promoción que pueden verse en Internet: “Nací en Mérida y crecí junto al acueducto de los Milagros. Cursé mis estudios en el instituto Santa Eulalia, junto a la Casa del Mitreo cuando no era más que un erial en cuyas entrañas vivía un latero. Romanos mis antepasados, emeritenses y salmantinos mis antecesores, mis hijos sevillanos, y mi corazón, volador y viajero, subió un día a una ola mediterránea entre Murcia y Almería. Mientras me dejo llevar por el fluir del agua, escribo, y entre un microrrelato y otro, conseguí hilar esta historia que quiere contar de cuántas formas se puede vivir una vida”.
A su dedicación -con mucha ilusión y buenos resultados- al cuento, al microrrelato, incluso infantil, que puede rastrearse en YouTube, sumó la incursión, al mundo -siempre tan complicado- de la narrativa extensa, de la novela.
Hicimos reseña de El año de las decepciones en la revista digital Luz Cultural, en la que comentábamos desde el punto de vista formal la polifonía “en primera persona a veces, otras en tercera persona, a modo de narrador omnisciente, con uso del estilo directo (abundante diálogo), indirecto e incluso indirecto libre” y cómo “con estilo sencillo, descripciones apropiadas o diálogos frescos, nos asoma la autora a esos temas universales del amor y el desamor, la ambición, la pobreza, el abandono, la inseguridad psicológica, el victimismo, la dificultad de las relaciones familiares, la soledad, la naturaleza incluso…”. Además, era patente un cúmulo de “referencias a otros libros o a otras artes, el libro está lleno de alusiones a canciones, obras o autores de literatura y películas”.
Pues bien, en esta su segunda novela que prologamos, La resurrección de Jandra Sweet, parece reafirmarse -como si de un sello personal se tratara- en estas características, aunque adaptadas, claro está, a un nuevo argumento y a un abanico diferente de personajes y ambientes. Es evidente que Mercedes Marín siente atracción por el juego de voces narrativas, por los diferentes puntos de vista. Así, empezaremos la lectura con una tercera persona omnisciente que cambia luego, aunque en menor proporción, a la primera persona directa y viva. Aun así, el estilo indirecto libre que usa a veces crea ese puente intermedio entre el estilo directo y el indirecto, aproximándose al sentir de los personajes. Esto demuestra que, si lo unimos a la abundancia de diálogos, la autora quiere imprimir a su narración la mayor frescura y sensación de realidad posibles. Y por ese camino nos encamina a los lectores, que así sentimos la presencia y verdad de los personajes más cerca.
Para esta novela ha tomado la doble perspectiva -tan literaria y tan aprovechada por los escritores, tan sugerente desde luego- del “manuscrito encontrado”, titulado “Lavanda”. Parte la historia de un encuentro entre dos mujeres en un bar, donde una de ellas, escritora, se deja olvidado un manuscrito. Se establece así en la obra un doble o triple plano: uno, el menos presente, el de esta historia del manuscrito encontrado, con Camille y la escritora Valentina; otro, el de Paula, que se cita con Camille por lo del manuscrito, que ella recogió; y, por último, el grueso de esta novela, la propia historia que a partir de ahí va escribiendo Paula, una historia llena de personajes y de matices, cuyo eje es, por un lado, la historia de unas familias -con derivaciones temáticas variadas que comentaremos- y sobre todo la historia de amor y desamor, de engaño y de fraude, entre la pintora Jandra Swwet y el aprovechado profesor de Dibujo, la “rata” Herbert, como será definido por algunos personajes.
Otro rasgo de la primera novela, el de los aspectos temáticos señalados, se da en gran medida en la presente. En primer lugar, el citado amor -con su carga sensual descrita con deleite-, y su reverso, el desamor, la infidelidad, el engaño. También la muerte, que sacude con su látigo terrible. La guerra, compendio de todos los males, reiterado retrato del Apocalipsis que aquí se refleja con la presencia de uno de los protagonistas en la Segunda Guerra Mundial, frente a los nazis, en Argelia, y posteriormente la guerra de liberación que, frente a Francia, llevan los argelinos hasta lograr su independencia. Mercedes también ha introducido el movimiento femenino y feminista, una muestra de activismo realmente heroico en ese contexto histórico. Los problemas intrafamiliares, tan universales y de gran eficacia argumental, en torno a la relación de padres e hijos, la oposición o apoyo a relaciones amorosas o a metas profesionales, etc. Y la bomba que supondrá el engaño cuando hace acto de presencia entre todos.
Y, en fin, como en la primera obra, aquí la presencia del cine, de la literatura y de la música es constante. Ya los capítulos así lo indican, pues sus títulos responden a los de películas de diferentes épocas y enfoques: El paciente inglés, Cinema Paradiso, Recuerda, El hombre tranquilo, Mejor imposible, Senderos de gloria… Y la música, un vibrante repertorio, nos haría oír las voces de también variados artistas desde Chet Baker o Keiko Lee, desde Peppino Gagliardi a Lucio Dalla. Muestra de la sensibilidad hacia el arte por parte de la autora y, desde luego, de su conocimiento de diferentes posibilidades. El arte y la música envolviendo las situaciones, sobre todo las de amor, qué buen camino.
No podemos revelar el final, pues en ello radica el interés básico de la obra, en ir desenvolviendo la madeja, hilo a hilo, con sus recovecos, sus sorpresas, hasta llegar a la resolución del conflicto. En medio, descripciones, diálogos, personajes, temas y puntos de vista siempre variados, vivos, a menudo conflictivos pero siempre radicalmente humanos.
Lean esta segunda novela de Mercedes Marín del Valle, a quien agradezco que me haya dado la oportunidad de devolverle parte de la gratitud por su amistad, su pasión por la vida (bióloga vital y vitalista ella), su compañerismo (coincidimos unos años como profesores en el instituto de Burguillos -Sevilla-), y sobre todo su radiante sonrisa y su irreductible optimismo. Lean y luego coméntenlo a sus amigos, recomienden su lectura.
La resurrección de Jandra Swee