La Piedra “Dos Hermanas”

La Piedra “Dos Hermanas”

Carlos J. Rascón

La Piedra “Dos Hermanas”

Juan Pachón
Juan Pachón

       Tras aquéllos empañados cristales del crudo invierno de 1957 y observando como las verdes lechugas y alcachofas del patio de mis padres, eran teñidas por la fría escarcha de una interminable noche, la extraña sensación óptica que sentí consiguió que por mi mente fluyeran una cantidad enorme de interrogantes ya que hasta entonces, nunca había visto la escarcha.

      Arropado por las caricias de mi madre y esas frases de amor que tanto calaban en mi, le pedí como otras tantas veces que me contara la historia de aquélla piedra que en el pueblo llamaban (La piedra “Dos Hermanas”) porque era tan bonita que muchas noches soñaba que estaba corriendo por sus largos y oscuros pasillos que solo eran iluminados en épocas estivales cuando alguna luciérnaga se atrevía a extender sus alas y a esquivar las trampas que las arañas habían dispuesto para alimentarse.

      “-Fue en otros tiempos del remoto pasado árabe, cuando un rey moro, padre de dos hermosas hijas, vivía en ésta zona. Sus dominios alcanzaban los actualmente llamados: Gallape,  el Pago, lantejuela, Humoso, los Motimentos y el Rubio. Eran muy felices, pero un dia falleció su mujer y el personal de servicio tuvo que encargarse de la educación de sus jóvenes hijas.

      Pero resulta que sin saberlo el rey, entre el servicio había un cristiano el cuál fue poco a poco enseñando a las princesas la doctrina cristiana y ellas poco a poco iban asimilando las enseñanzas que con tanta generosidad y fervor les impartía el sirviente.

      Pero un buen dia, el rey descubrió como el criado había influido en los conocimientos religiosos de sus hijas ya que les predicaba un doctrina prohibida en el Islam, entonces mando cortarle la lengua para que no hablase nunca jamás, con clavos ardiendo cegó la vista del criado traidor y fue desterrado del reino para que como mula de noria empujase el palo que hacia girar las cubas del pozo del reino de un amigo suyo.

      Pero el tiempo pasaba y sus princesas crecían al ritmo de los días, mientras Él continuaba encerrado en su larga soledad sufriendo su larga pena.

      Sus rostros cubiertos por velos de seda y sus largos cabellos cubriendo sus espaldas, las princesas se hacían cada dia mas bellas, con sus grandes ojos negros eran la atracción del reino. Príncipes moros de reinos cercanos las cortejaban, pero ellas tenían sus mentes y sus corazones puestos en los cristianos del reino de Castilla, que coincidieron al ir a bañarse en las cristalinas aguas del río Blanco. Se escribían cartas de amor y se amaban en el más secreto silencio con el agridulce sabor de lo prohibido, por la incompatibilidad de sus religiones.

      Así pasaron dos hermosas primaveras hasta que una soleada mañana ellas y ellos se amaban mientras las flores del campo acariciaban y teñía las suaves telas de sus bellos vestidos. Su padre se dispuso a salir de caza ya que el zorro solía abundar mucho por aquéllos pagos, y no muy distante de ambas parejas pasó al galope con aquél caballo negro al que tanto amaba, percatado de la presencia de extraños junto a sus adoradas hijas gritó ¡-Traición  vienen a robarme lo que mas quiero-¡ Entonces el Rey ordenó a su guardia detenerles para enviarles a las profundas y frías mazmorras, pero ellos presionados por sus amadas saltaron sobre el lomo de sus caballos y al ritmo frenético del galopar desesperado, se fueron alejando hasta desaparecer en la azulada línea del horizonte.

      Su padre se dirigió hacia ellas y con la fusta descargó entre azotes toda su furia hasta hacerles desfallecer, al tiempo que una suave brisa comenzó a dejarse notar, sus rostros posados sobre el verdor de aquélla hierba fría y húmeda por el poco rocío que aún les cubría, parecían dos destellos de belleza sobre un mar verde y multicolor.

      El rey ordenó su traslado a palacio para introducirlas en una de las mazmorras de la torre, de la torre de Gallape. Pidió a Alá y a Mahoma un castigo ejemplar para sus dos hijas y que sirviera de ejemplo para todo aquél que se atreviera abrazar al cristianismo ya que moros y cristianos de ese rango ni pueden ni deben enamorarse, las leyes divinas se lo prohíben.

      Empujadas a las mazmorras les dejaron pan y una vasija llena de agua para que se alimentaran, pero através de una gruta que había en la mazmorra empezaron a caminar durante varios días y entre laberintos y cuevas, observaron como a lo lejos se divisaba una luz, la dicha colmó sus corazones pues una llama de esperanza dio calor a sus corazones. Al fin llegaron a la dichosa salida pero el rey su padre había pagado a un hechicero del reino para que maldiciera la salida y nada mas asomar entre las rocas quedaron encantadas y allí posan eternamente.

      La noticia corrió entre la gente de la campiña y por las noches cantaban canciones que hacían mención a la leyenda y desde entonces a aquélla roca se le llama la piedra “Dos Hermanas”……

 

La Piedra “Dos Hermanas”  Por  Juan Pachón.

 

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