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La Pederastia: Una Institución en la Antigua Grecia
“Amar a los jóvenes es una cosa placentera, pues también el hijo de Cronos, rey de los inmortales, se enamoró en otro tiempo de Ganímedes y raptándolo se lo llevó al cielo y lo convirtió en dios, adornado como estaba con la amable flor de la juventud. Por ello no te extrañes, Simónides, de que se me haya visto caer también a mí bajo el yugo de un bello joven”.
Teognis (s. VI a.C.)
El término pederastia deriva de la combinación de dos vocablos griegos: παιδ- (raíz de παῖς, παιδός, ‘niño’ o ‘muchacho’) y ἐραστής (erastēs, ‘amante’; cf. erotismo). En un sentido más amplio, la palabra se refiere al amor erótico entre adolescentes y hombres adultos.
Los griegos consideraban normal que un hombre se sintiese atraído por la belleza de un joven, tanto o más que por la de una mujer.
Asimismo estaban consagradas por el estamento religioso, como se puede ver en multitud de mitos que describen tales relaciones entre un dios y un héroe (Apolo y Jacinto, Zeus y Ganímedes, Heracles e Hilas y Pan y Dafnis; y entre dos héroes: Aquiles y Patroclo, Orestes y Pílades
La diferencia entre homosexualidad, heterosexualidad y bisexualidad no estaba definida. Un hombre podía tener por amante a un muchacho; pero eso no le impedía disfrutar de su esposa o alguna mujer del prostíbulo; mientras que en las fiestas dedicadas a Dionisios la sexualidad se llevaba a cúspide y tenían lugar las orgías, en las que hombres como mujeres disfrutaban del placer sexual sin importar de dónde provenía éste y en la vida cotidiana la homosexualidad era una práctica pedagógica.
La relación erastés (adulto) –erómenos ( muchacho ) era fundamental para el sistema social y educativo de la Grecia clásica. Tenía complejas normas de etiqueta sociales tanto a nivel social como sexuales y se consideraba una institución entre las clases superiores. En las fuentes literarias, la pederastia es descrita principalmente como una institución reservada a los ciudadanos libres.
Los documentos históricos y también mitológicos sugieren que la relación pederasta requería el consentimiento del padre del chico. Según Jenofonte: “El amante honrado nada (de lo que incumbe al chico) oculta al padre».
Estaba en consonancia con el importante papel del patriarca griego, que poseía el derecho de vida o muerte sobre los hijos. Además de los lazos afectivos entre ellos, pues un hijo varón era la única esperanza para la supervivencia de un apellido, de su fortuna y linaje.
La pederastia llegó incluso a estar rígidamente reglamentada, se condenaba a los parientes de los jóvenes que convertían el proceso en una «subasta» y a los menores que vendieran sus favores.
Mientras eran muy niños, para protegerlos de intentos inapropiados de seducción, los padres les asignaban esclavos llamados pedagogos para acompañarlos a la escuela y para vigilarlos.
Era normal que los padres griegos rezaran para que sus hijos fueran guapos y atractivos, sabiendo que esto atraería la atención de los hombres poderosos y que se pelearan y pugnaran entre si por avivar las pasiones del seducido .El muchacho, para despertar el deseo, debía reunir los requisitos para una relación pederasta tenía que ser: bello, bueno, valiente, justo y modesto. Se esperaba del joven que fuera recatado y no se dejara conquistar fácilmente.
Si no tenía pretendientes, los padres se impacientaban pensando que les faltara alguna de sus cualidades.
Los chicos empezaban en la pubertad a mantener estas relaciones, aproximadamente a la misma edad en que las chicas eran entregadas en matrimonio, también a maridos bastantes años mayores.
Había una diferencia entre ambos tipos de relaciones: los chicos generalmente tenían que ser cortejados y eran libres para elegir a su pareja; las chicas en cambio no tenían elección y sus matrimonios eran concertados entre el padre y el pretendiente. Y frecuentemente eran usadas en acuerdos para obtener beneficio económico o político.
EL TRÁNSITO DE EFEBO A HOMBRE: EL CORTEJO
¡Oh joven, escúchame dominándote; no voy a decirte palabras carentes de persuasión ni atractivo para tu corazón. Ea, pues, haz por comprender mi proposición; al fin y al cabo no estás forzado a hacer lo que no desees“.
Teognis (s. VI a.C.)
En Creta, Un hombre adulto o erastés elegía a un muchacho y lo raptaba con el consentimiento de los padres. Parientes y amigos fingían perseguirlos; pero finalmente les dejaban huir. Secuestrador y secuestrado pasaban dos meses juntos de acampada, cazando y conociéndose mejor. A su regreso, el raptor colmaba al adolescente de regalos: su primer conjunto de ropa militar, una copa para beber vino y un buey para sacrificar a Zeus.
Durante cierto tiempo el erastés le iniciaba en los secretos de los adultos prefiriéndose en la mayoría de los casos la sodomía a de la masturbación del pene entre los muslos. El joven recibía constantemente regalos y cuidados de su erastés y entre ambos se forjaba una amistad escrita a fuego.
Si había sufrido violencia, la ley permitía al joven vengarse de su secuestrador; pero raramente lo hacía. Ser raptado se consideraba un honor, que garantizaba al escogido una posición social aventajada durante toda su vida.
No se esperaba de él que sintiera deseo hacia su protector, sino afecto y agradecimiento. Era el erastés quien perdía la cabeza: los poemas suelen presentarle como un juguete en manos de Eros.
Cuando el erómenos no había realizado todavía este ritual de iniciación, era tratado como un no-hombre, es decir, se equipara socialmente con una mujer; sin ninguna importancia en la vida política, social y militar de Grecia. Cuando el joven no había realizado este rito, se consideraba que la naturaleza masculina no era la conveniente para él, además, al no encontrar un erastés adecuado, suponía un completo deshonor a nivel social y una deshonra para la familia, ya que no podía completar una educación práctica para la polis.
LA PALESTRA.
“La corona de olivo adorna al atleta; la alta tiara, al gran rey; el yelmo, al guerrero, pero la rosa es el adorno de un hermoso muchacho porque se le parece en fragancia y color. No eres tú el que se adorna con rosas sino las rosas las que se adornan contigo!”
– Filóstrato
En Atenas la pederastia era un asunto más refinado. No había secuestros, sino flirteo, y este debía ceñirse a unas normas estrictas de galantería. A partir de los 12-13 años, los tutores o esclavos pedagogos aflojaban su férrea vigilancia y empezaban a dejar que los jóvenes recibieran regalos de admiradores y a visitar asiduamente la palestra, el equivalente al gimnasio, porque sentían una gran admiración por los cuerpos atléticos.
Casi toda la escultura clásica es un canto a la belleza masculina. Y si había un lugar en la polis donde regalarse la vista, ese era la palestra.
Allí se congregaban los jóvenes para entrenarse en las más variadas disciplinas atléticas y guerreras, pero también los adultos a contemplar la belleza de esos cuerpos juveniles y atléticos, Allí los jóvenes exhibían desnudos, sus atractivos, despertando la admiración de los mirones: en las ruinas de los gimnasios de Nemea y Tera se han hallado grafitis con textos como “Akrotatos es guapo” o “Mi Miísto es encantador” o más explícitos “Por Apolo Delphinios, aquí Crimon montó a un muchacho, el hermano de Baticles”, reza otra inscripción.
Está claro que el gimnasio era un buen sitio para dar rienda suelta al deseo, la voluptuosidad y la sexualidad. Tal vez por eso las leyes de Atenas prohibían abrir la palestra antes del amanecer y después del anochecer.
Además la clase aristocrática griega que podía vivir de sus rentas, era la que más frecuentaba la palestra, porque tenía el suficiente tiempo libre, para pasar el día en el gimnasio, pudiendo cumplir sus funciones de tutoría, e instrucción de la juventud.
Aunque entregarse pronto al erastés era censurable, así como era merecedora de elogio la insistencia del pretendiente que no cejaba en su empeño. Cuanto mayor era la dignidad del pretendiente más honor se le hacía a la familia del muchacho cortejado.
Por lo que el cortejo era un juego continúo de dar y tomar, de conceder y negar, de asediar y resistir hasta comprobar que el interés del amante no solo era sexual.
Todo este universo del cortejo quedó reflejado perfectamente en las cerámicas griegas, no sólo nos muestran los regalos con los que el erastés obsequiaba al erómenos: trofeos de caza, mascotas, armas y armaduras, vajilla de lujo, … sino que nos informan sobre las diferentes fases del cortejo, desplegándose ante nosotros como un cómic: desde la conversación inicial, a la entrega de regalos, los tocamientos, el rechazo a ir más allá, hasta finalmente la consumación de los jóvenes
Si uno de ellos era lo bastante insistente y generoso, el muchacho aceptaba y se convertía en su protegido; pero nunca demasiado pronto. No estaba bien visto ponérselo fácil al seductor.
El papel ocupado en el acto sexual era de principal importancia. Un hombre debía ser siempre activo, viril, poderoso, siendo muchacho podía jugar el papel pasivo, que de hecho era el que le correspondía en presencia de un maestro, más nunca como hombre maduro. Ser penetrado (pasivo) era símbolo de inferioridad, de falta de fuerza y vigor, sitio que correspondía solo a las mujeres o a los más jóvenes en su iniciación hacia la edad adulta.
PERIODO DE EDUCACIÓN ENTRE UN ERASTÉS Y UN ERÓMENOS
“Me complace el muchacho de doce años; pero más deseable que éste es con mucho el de trece. El que tiene catorce es la más dulce flor de los amores, pero más encantador es el que acaba de cumplir los quince. El año decimosexto es propio de dioses. Al de diecisiete no me toca a mi buscarlo, sino a Zeus. Si alguno desea un muchacho de más edad, ya no juguetea, sino que busca “responde dándose la vuelta”.
Estratón
Podemos decir que el periodo de edad del erómenos estaba comprendido entre los 12 y los 17 años la edad de finalización en este tipo de relaciones era algo más laxa, ya que se supone que ésta debería finalizar cuando el adolescente daba muestra de los primeros signos de hombría (cambio de voz, aparición de barba).
La prolongación de esta relación homoerótica más allá de estos límites suponía toda una afrenta al deber cívico de cualquier ciudadano, y era considerada una perversión, ya que ponía en peligro uno de los fundamentos básicos para el buen funcionamiento de la sociedad que era la de contraer matrimonio y dar hijos a la polis.
“Cipris me incendia con llamas de amor femenino
y las bridas de Eros a los hombres me llevan.
¿A quién sigo? ¿A la madre o al hijo? Ella misma lo dice:
este niño atrevido se sale con la suya“
Meleagro
El periodo conocido como neanískoi abarcaba desde los 18 hasta los 25 años, el joven tenía prohibido participar en cualquier tipo de relación pederastica. Porque por un lado, ya era demasiado mayor para seguir con su papel de erómenos, pero demasiado joven para asumir el rol de erastés y encargarse de la educación de un joven.
Era considerado aceptable que un chico se sintiera atraído por los hombres era considerado un signo de masculinidad, y se pensaba que aquellos chicos que pasaban más tiempo en compañía de hombres era de los cuales se esperaba más éxito, por ser poseedores en mayor medida de los valores masculinos.
La pasividad del joven se distinguía de la de una mujer, extranjero o esclavo en que era transitoria; el joven solo tendría un rol pasivo hasta que cumpliera la mayoría de edad y se inscribiera en el registro civil del dêmos y, por lo tanto, se convirtiera en un ciudadano con plenos derechos.
El acceso al matrimonio no supondría el abandono de esta alternancia bisexual. Así la literatura nos da numerosos ejemplos. Para la inmensa mayoría de los historiadores antiguos, si un hombre no había tenido un joven como amante, ello indicaba un fallo de carácter.
ESPARTA : AMOR EN LOS CUARTELES
Según el historiador Moisés Reixach : Una de los entornos donde había una aceptación positiva de la homosexualidad era en las ciudades-estado muy militarizadas, como Esparta o siglos después, Tebas. «A los 12 años se les asignaba un adulto como instructor (paidónomos), responsable de su educación y de inspeccionar sus progresos, especialmente en las habilidades militares».
Estos jóvenes descubrían su sexualidad dentro de este ambiente castrense, ya que apenas tenían permitido el contacto con sus familias, estaban en los cuarteles desde los 7 años hasta los 30 años, y mucho menos mantener relaciones con mujeres, por lo que lógicamente sus primeras experiencias sexuales se daban entre los propios compañeros castrenses.
El historiador clásico Plutarco defendía que el vínculo homosexual tenía ventajas militares, puesto que :
«Un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros».
«Tal vez en este factor resida uno de los componentes más primordiales para volver a un ejército invencible. ¿Quién tendrá más arrojo y ferocidad sino aquel que ha visto a su amado caer por las armas enemigas? ¿Quién se atreverá a mostrarse cobarde y abandonar una batalla si intuye que los ojos de su amante le están observando? ¿Quién no guardará una rígida disciplina y formación en combate si sabe que cualquier error puede costarle la vida a su fiel compañero?». Una lógica que pareció ser muy efectiva.
AQUILES Y PATROCLO
La pareja más característica y famosa del mundo griego: Aquiles y Patroclo.
Este amor se define como amor homosexual desde el s. V a.C., ya que Homero en su Ilíada Aquiles el erómeno de Patroclo, la visión de hoy en día parece apuntar a que Aquiles ejercía el rol activo ya que, a pesar de su menor edad frente a Patroclo, él era el dominante en la pareja (s. VIII a.C.) no hace mención explícita a la relación amorosa que mantenían; se puede ver, al igual que en los rituales iniciáticos, que la relación entre un erómeno y un erastés.
EL BATALLÓN SAGRADO DE TEBAS
Este Batallón Sagrado fue una unidad de élite formada por 150 parejas de amantes y creada por el comandante Górgidas. .Cada pareja se componía por un militar veterano y un joven soldado que además de ser compañeros infatigables de lucha estaban vinculados emocional y sexualmente.
Esparta veía en la pederastia una forma de adiestramiento militar.
Por primera vez El Batallón Sagrado aparece citado con ocasión de la batalla de Tegira, a principios de la primavera del 375 a.C, pero existía con anterioridad. El aristócrata tebano Górgidas fue el artífice de la creación de esta unidad, formada por 150 parejas de amantes varones. Se encargó de la formación y el reclutamiento en la palestra.
La idea es que el destacamento lucharía con una convicción casi suicida ante los ojos de su compañero y, en el caso de los soldados que perdieran a su pareja, resistiría hasta la extenuación a cuenta de proteger el cadáver de su amante y vengarle.
Valorando las ventajas de su unidad, la legislación tebana apuntaló este tipo de relaciones homosexuales en el ejército con el fin de perpetuar la efectividad del mismo.
Durante cerca de 33 años, el Batallón Sagrado se alzó como la infantería más victoriosa de Grecia. La ciudad se encargaba de alimentarlos y pagarlos incluso en tiempos de paz, de modo que el ejercicio de las armas era su único oficio. En época de paz, este ejército permanente y profesional residía en la Cadmea como guarnición de la ciudad.
Según también la narración de Plutarco, la unión entre amantes aumentaba su capacidad combativa, haciendo que la unidad permaneciera invicta hasta su única derrota en la batalla de Queronea contra Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno.
HOMOBOFIA Y MISOGÍNIA
Sin embargo la homosexualidad entre hombres adultos despertaba en muchas ocasiones comportamientos homófobos. Las relaciones entre hombres adultos de estatus social comparable (no así con esclavos o prostitutos) iban acompañadas de estigmatización social dada la importancia de la masculinidad en las sociedades griegas. Otros aducían para no practicar la pederastia tradicional que estaba ideada para que el fuerte se satisficiera a expensas del débil.
A la cabeza de estas denuncias estaba la castración de chicos esclavos. Dice el escritor Lucio:
«La desvergonzada y tiránica violencia ha llegado a mutilar la naturaleza con un hierro sacrílego, que despedaza la masculinidad de los muchachos para prolongar el uso que se hace de ellos».
El historiador Reixach añade como colofón:
«Podemos resumir que su fundamento ideológico estaba basado un concepto de la sociedad muy misógino, donde la mujer era vista como un ser inferior. Además esta institución también se desarrolló en sociedades donde el componente militar alcanzó gran importancia, todo ello hizo que el mundo de los hombres se replegase sobre sí mismo».
Por ello, «lo masculino se convirtió en una escala absoluta para medir lo bello y lo civilizado, la mujer al ser un ser de rango inferior quedaba fuera de estos. Toda una exaltación de lo masculino, de su valor, de su fuerza pero también de su belleza y de su fidelidad».
HOMOSEXUALIDAD FEMENINA: EL ICONO DE SAFO
Cuando a la edad lleguéis que ahora yo tengo,
recordaréis, sin duda dulcemente,
todo aquello que, siempre con vosotras, de joven hice.
Fue bueno y bello cuanto allí gozamos;
la ciudad se llenó de nuestros coros;
de flores y perfumes rodeadas
Y amar supimos.
Safo de Lesbos
El rechazo a la homosexualidad femenina era total, redunda en ese concepto el historiador Moisés Reixach:
“Ya que se consideraba que, en una pareja lésbica, una de las dos mujeres debía consumar de alguna manera la penetración, es decir, debía asumir un papel de hombre que contravenía su propia naturaleza. Por eso, se consideraba una práctica monstruosa, pero no por el sexo en sí, sino por lo que suponía de transgresión del papel social de la mujer».
Esto no impedía que existieran grupos de sacerdotisas, «donde se vivían relaciones lésbicas con un funcionamiento similar al de la pederastia militar y existen numerosos testimonios de prácticas de coito lésbico, con dildos o sin ellos. Incluso existen testimonios de comunidades de mujeres (thiasoi) donde podían vivir libremente su sexualidad».
Muestra de ello es sin duda, «la maravillosa aportación de Safo de Lesbos, de cuyo nombre procede el término lesbiana, y cuya literatura fue siempre un hito al amor entre mujeres.
Sabemos que Safo pertenecía a una familia aristocrática y aunque es considerada un ícono del lesbianismo, escribió sobre su deseo tanto por mujeres como de hombres.. Algunos textos antiguos hacen referencia a una hija y un marido, aunque no podemos estar seguros de que existieran, porque mucho de lo que nos ha llegado de ella pertenece más bien a lo legendario.
Fundó una escuela exclusivamente para mujeres donde enseñaba música, literatura, arte y danza, donde tuvo romances con sus alumnas y con el propio poeta Alceo. Respecto a su muerte hay una leyenda que dice que se suicidó tras ser rechaza por un marinero, aunque como digo, es solo una leyenda. Lo más probable es que Safo murió en la vejez, aproximadamente a los sesenta años.
Es probable que fundara aquella escuela consciente del papel que la mujer tenía en la sociedad griega. Lesbos, que estaba más cerca de Asia Menor que de Grecia, ayudó a que la mujer no tuviera un rol tan sumiso como las mujeres de Atenas y otras polis y por lo tanto quiso dar una oportunidad a aquellas mujeres que no podían disfrutar de una cultura como los hombres.
Casi todos sus poemas nos han llegado lamentablemente de forma fragmentaria por vía indirecta, es decir, gracias al testimonio de otros autores que los mencionan. Son poemas a sus alumnas; pero también hay poemas amorosos a hombres.
“Que es igual a los dioses me parece
el hombre que a tu vera está sentado
y tu hablar dulce y risa silenciosa oye de cerca;
ello hace que en mi pecho
el corazón se pare; porque,
al verte solamente un momento,
la voz no me obedece y se me traba en silencio la lengua
y un sutil ardor corre debajo de mi piel,
no ven mis ojos, mis oídos zumban
y un sudor frío mi cuerpo todo invade y un temblor
y me pongo más verde que la yerba
y creo enteramente que a morirme voy en seguida.
Pero todo tendrás que soportarlo, pues ha de ser así.
Siempre supiste, Safo, que al claro sol
sucedería la negra noche
Poetisa Safo.
María Teresa Bravo Bañón
Bibliografía:
Brioso Sánchez, M.; La pederastia en la novela griega antigua, Excerpta philologica: Revista de filología griega y latina de la Universidad de Cádiz, Nº 9, 1999, págs. 7-50.
Dover, K.J, Homosexualidad Griega, El Cobre Ediciones, Barcelona, 2008.
Cantarella, E.; Según Natura: La bisexualidad en el mundo antiguo, Akal, 1991.
Redondo Moyano, E.; La imagen de la sexualidad en la novela griega antigua, Minerva: Revista de filología clásica, Nº 16, 2002-2003, págs. 53-76.
CANTARELLA, E. (1991):
Según natura; La bisexualidad en el Mundo Antiguo, Madrid, Akal Universitaria
Juan Eslava Galán en su libro Amor y sexo en la antigua Grecia,
Así vivieron en la antigua Grecia. Un viaje a nuestro pasado. López Melero, Raquel. Anaya – Biblioteca Clásica ISBN 978 84 667 8676 8. Páginas 104 y 105