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Dra. Cornelia PAÚN HEINZEL: “La leyenda de la corrida española”, fragmento de novela: “Quién era el hombre del sueño?”
Fue después del almuerzo, Cornelia abrió el portátil y a continuación el correo electrónico. Alberto le había escrito un mensaje corto.
-“Hola Cornelia, te espero a las 17 horas en una cafeteria de la Plaza Mayor de Madrid, frente la estatua de Felipe III. Lo reconocerás fácilmente porque está sobre un caballo. Un fuerte abrazo”.
La respuesta fue redactada inmediatamente, ella sabía dónde estaba el lugar de reunión, a pesar de haber llegado el día anterior a Espana y era la primera vez que estaba en este país, se alojaba en el hotel “Pequeno Palacio de la Plaza Mayor” justo enfrente de la plaza. Alberto la había llevado a aquel lugar directamente desde el aeropuerto, esperando encontrarse al día siguiente.
La mujer escribió el mail y lo envió rápidamente: “Nos encontraremos donde la estatua de Felipe III, un abrazo. Cornelia”.
En pocas horas, los dos estaban en la Plaza Mayor de Madrid, rodeados de edificios de la región, dos de ellos eran magníficos, destacando “la Casa de la Panadería” y el “Arco de Cuchilleros”.
– ¿Cornelia, elije una de las terrazas que nos rodean. ¿Cuál te gusta más? Luego me dirás que quieres ver de Espana, es la primera vez que estas en este país y sospecho que te quema la impaciencia por descubrir toda su belleza y por supuesto, sus secretos –dijo Alberto.
Cornelia pensó que el hombre sería un guía fiel, que le ensenaría Espana a ella, porque era el primer espanol que había conocido, pero primero quería aprender, converser con él en espanol, en este maravilloso idioma –tal vez uno de los más fascinantes y melodiosos del mundo- ella tenía la sensación de que los sonidos pronunciados, eran como hablan los ninos pequenos mimados. Observó que los hablantes de todas las edades, como sus pliegues, su lengua tocaba ligeramente la extremidad del labio superior de una forma muy suave incluso cuando la persona que se expresaba era un hombre adulto.
Le pareció que los espanoles utilizan de forma sorprendentemente continua, palabras como “amor”, “corazón”, “conmigo”, “beso”, “quiero”, “espero”, “abrazo”, que suena increíble en comparación con “îmbrăţişare” en rumano.
Las telenovelas sudamericanas muy difundidas en los canales de televisión rumana en los periodos posrevolucionarios han ejercido un efecto pleno y convertido a muchas mujeres rumanas en verdaderas ”Madame Bovary”, las cuales viendo estas películas tienen la impresión de que todos los hispanos son las personas más románticas y son muy hermosos, con el specto tan agradable como los protagonistas que se ven en las películas –pensó ella.
Este fenómeno ha calado dejando una huella inmediatamente. Muchos ninos nacidos después fueron llamados Ramón, Antonio, Orlando, Fernando, Carlos… sin embargo, muy pocas mujeres rumanas se habían casado con espanoles y menos son aquellos matrimonios los que duraron en comparación a los matrimonios con italianos, que son generaciones latinas, muchas parejas se habían formado con mujeres rumanas y duraron mucho tiempo.
Ahora están de moda las películas románticas árabes y las consecuencias se han visto inmediatamente entre los estudiantes, además de alguna companera de profesión, profesoras, enfermas de amor por los árabes que han conocido por internet, de los cuales no saben casi nada, teniendo solamente esa visión romántica formada por las películas que han visto.
Cornelia recordaba a una colega muy joven y hermosa, que quería enviar dinero para ayudar a un joven árabe que conoció en Internet, muy valiente, incluso quería ir personalmente a Munich, a buscarlo, sin decirselo ni a su madre o a su abuela, que no estaban de acuerdo con cualquier tipo de relaciones con extranjeros desconocidos.
La joven estaba profundamente decepcionada de los hombres rumanos a los que conocía y tomo la firme determinación que sólo un árabe, sería el elegido en su corazón. Solo conocia esta cuestión controvertida, parecia una mujer árabe más vieja, más experimentada, casada con un hombre rumano, que Cornelia conocía y ella siempre decía que los rumanos eran mejores esposos que los árabes. Nunca explicaba, sin embargo el porqué.
-Me gustaría que me hablaras de las películas en las que has actuado o dirigido –dijo Cornelia.
-Cornelia, todas las personas siempre están fascinadas con actores y directores de películas. Aunque soy un gran fan de Brad Pitt, me gustaría por supuesto tener una Angelina Jolie a mi lado –confesó Alberto. La información no fue una sorpresa, ya que no era la primera vez que este le confesaba este pequeno secreto.
Cornelia sabía de la admiración del hombre hacia los actores, a ella le parecía una reacción un poco infantil, incluso cómica, teniendo en cuenta la edad, la experiencia y especialmente en un periodo determinado, donde el actor tenía un éxito tan grande por parte del público, en las series de televisión, ya que muy pocos tenían este privilegio siendo una de las estrellas televisivas en su país. Pero, tal vez con el deseo de complacerle como a un nino, quele gustaba ser mimado, no reconocía que los anos habían pasado, como si de esta manera pudiera mantener la juventud. Cornelia pensó que ella realmente admiraba a todos los intelectuales de las diferentes profesiones por igual. Prefería realmente a actores y directores, pero tambien admiraba a escritores con talento, científicos prominentes, inventores de éxito, periodistas o profesores interesantes, admiraba a la gente inteligente con buen corazón y modestos.
– Cuéntame la propuesta de colaboración que has tenido del director francés para hacer una película sobre uno de tus relatos –dijo Alberto.
– Los cambios que él quería realizar, no son de mi agrado. El texto narrativo, la lógica de la acción hubiera sido modificada, obteniendo otro significado, otro sentido. El dinero nunca ha sido importante para mí. Creo que hay cosas en la vida mucho más valiosas –dijo Cornelia- pero muchas personas no se dan cuenta o se dan cuenta demasiado tarde, pero… mejor hablemos de Espana, de su mar y sus encantadores castillos. Las corridas de toros parece que es lo más espectacular, en Rumanía no existe nada igual y aunque no me gustan las escenas violentas, me muero de curiosidad para ver un espectáculo así. La Tomatina me parece un evento único. Lo ví en la televisión y me parece increible. Pero probablemente es uno de los aspectos que hacen a los espanoles tan diferentes de otras naciones. En Rumanía no sería capaz imaginar tales fiestas.
-Nada más fácil, pero te voy a acompanar a la primera corrida de toros que tenga lugar en los próximos días, si tu prefieres verla –dijo Alberto.
-Yo ví, una vez en un festival en Brasov, que estaba dedicado a la Edad Media, muchos melones cortados, en el torneo organizado, ocupaban el lugar de las cabezas de los sarracenos, y los cortaban con la espada los jinetes que competían en la lucha, después los melones fueron consumidos por los pobres, que venían al establecimiento –contó Cornelia.
– Para mí, la más bella de Espana, es el mar. Siempre he estado enamorado de ella –dijo Alberto de forma romántica.
– Yo recientemente he visto una película sueca policiaca y la acción tenía lugar en la Costa del Sol, y las imagines eran magníficas –dijo Cornelia.
-Yo prefiero las playas kilométricas cubiertas de arena fina y dorada de Cádiz: Sancti-Petri; La Barrosa; El Palmar; Conil de la Frontera; Zahara de los Atunes me embrujó tanto que siento que llegué al paraíso. Me hubiera quedado siempre allí –dijo el hombre- los residentes locales son gente muy agradable y hospitalaria.
-¿Pussy, qué esta haciendo? ¿Por qué no la has traido? – dijo Cornelia, sabiendo que Alberto tenía un caniche dulce con la piel blanca como la nieve.
-Es tan dulce como de costumbre y muy mimada, ahora la he dejado en casa, ella aquí solo jugaría y no le importaría nada de esto, así es ella llena de energía –explicó el hombre.
Cornelia entró por la puerta del misterioso hotel espanol, fascinada por el espacio que habitaría en las siguientes noches. Un edificio antiguo, extrano, renovado, pero que mantenía el encanto de otros tiempos. El edificio había sido construido sobre una antigua calzada romana. Aquí habían permanecido hacía muchos anos, los toreros antes de las corridas de toros, les explicó el recepcionista del hotel.
Ella subió las escaleras, la decoración de la habitación mantenía los detalles de épocas pasadas. Sobre el armario, al lado del espejo, había unos enormes cuernos afilados.
Cansada de la agotadora carretera, en los días calurosos, Cornelia sintió una atracción irresistible y tocó los cuernos blancos. Ella se pinchó con la punta negra de ébano en la palma y unas pequenas gotas de sangre cayeron sobre la alfombra, inmediatamente ella cayó en un sueno profundo.
Los días siguientes Alberto cumplio su deseo, ambos fueron a ver una corrida de toros, en las tribunas había mucha gente. El sol ardiente hizo que la temperatura fuera muy alta. Todo a su alrededor parecía fuego, Cornelia estaba un poco mareada y sintió de repente que todo el mundo giraba, entonces notó que alguien la sacudía fuertemente y le gritaba.
– Querida Senorita, ¿Qué hace aquí en la arena? En cuestión de segundos, soltaron del corral a los toros negros, con sangre traída de Roma por el mismo emperador Claudio, como alimento para los ejércitos romanos conquistadores. Nadie escapaba con vida del camino delante de estas bestias salvajes.
Cornelia sacudió su pelo rubio, abrió sus ojos marrones y vió un joven bello moreno con el cabello negro rizado saltando rebeldes, con una estructura atlética, vestido con una túnica blanca.
– Pero, ¿.qué pasa aquí? –preguntó con perplejidad la joven.
– Justo aquí, en Valencia, en la fiesta de “Las Fallas”. Se celebran todos los anos a mediados de marzo, con ella comienza la temporada de corridas taurinas y hoy es la primera corrida de toros de Espana. El cruel emperador Claudio decidió que las luchas de los gladiadores sedientos de sangres se llevarían a cabo solo en el Coliseo de Roma,
pero aquí – le explicó el joven-Pero, .Qué vestido usa usted?
Cornelia llevaba una ropa color naranja y rosa su favorite de seda fina.
-Me presento, soy Alberto –continuó el hombre- Así me llaman en Espana. En realidad mi padre fue el rey de Tracia, cuando nos conquistaron me llevaron como esclavo los romanos, hoy voy a luchar como gladiador en la primera corrida de toros que se llevará a cabo en este país.
– Pero, es peligroso. ¿Tiene mucha más experiencia, valor y coraje en la lucha contra los toros? ¿Han sido entrenados para esto? –preguntó Cornelia.
– No, ni yo ni mis companeros nunca hemos participado en esto –dijo el joven- No sabemos lo que nos espera. Probablemente todos acabemos de forma trágica, pero yo no temo a la muerte. Pero si me sucede, me gustaría que usted se acordara de mí. Cuando usted en el futuro me vea fíjese en los cuernos del toro y siempre me verá a mí.
Cornelia arriba en las tribunas junto a otras personas, la arena parecía un enorme reloj de sol construidos a partir de los rayos que con ardiente pasión rodeaba a todo lo de su alrededor, las sombrillas alineadas con la parte superior de la cúpula, parecía disenada en la tierra.
Entró el primer gladiador, un hombre enorme, con una estructura atlética y cabellera rubia. Después de él, el toro entró furioso en la arena y todas las personas de las tribunas hicieron un enorme silencio.
El tiempo parecía que se expandiera con gotas de milisegundos. El hombre ejecutaba maniobras con una capa roja recibida frente al animal sangrando. Las ovaciones de la audiencia lo agitó parecía más fuerte, él era fuerte y le retorció con habilidad. De repente, dio un paso atrás y el hombre tropezó con una piedra de la arena. La diferencia entre la vida y la muerte desapareció por un momento y en sus ojos se leía un temor escalofriante. El animal fue implacable con su víctima, no tuvo ninguna oportunidad, dejó caer los puntiagudos cuernos en el abdomen humano, rompiéndolo.
Le siguió el segundo gladiador, un negro ágil como una pantera, en solemne silencio agitó la capa roja delante de la cara del toro, salto con movimientos ágiles de gato salvaje.
El animal molesto trató de atacarlo. El público estaba en éxtasis. El calor insoportable fue olvidado momentáneamente por todos, de repente el toro fue picado por una abeja perdida en el calor, la picadura le molestó, el dolor lo volvió loco, el animal rápidamente con la fuerza de repente empujó sus cuernos retorcidos y pinchó como lanzas en el muslo del hombre.
El emperador Claudio se movió espasmódicamente en la tribuna y murmuró algunas palabras con dificultad, con la boca goteando saliva. La joven recordó entonces su discapacidad, lo que le había dicho Alberto.
Cornelia observo que todo era diferente en comparación con las corridas de toros espanolas que había visto recientemente. No existían dos picadores –jinetes armados con lanzas que acompanan al matador, tres banderilleros, los asistentes pegaban con banderillas al cuello del toro con ganchos en su parte superior, adornadas con colores y la espada, el porteador se la daba al torero en el acto final.
La corrida celebrada no era la organización típica, con la primera fase, el picador entraba en la arena y pinchaba al toro con la lanza, en la segunda, el torero y los banderilleros acosaban al animal, los espectadores no tuvieron que ver la demostración de espectaculares figuras que realizaba el matador con su capote, pero también con las manos por encima de su cabeza, como si bailase flamenco, seguido por el manejo de dos espadas de acero, con punta dirigidas diagonalmente hacia abajo, que irritaba al toro ya enojado.
Por supuesto faltó, la escena del último acto, donde el toro quedaba debilitado, debido a la pérdida de sangre, causada por la herida, perdiendo la coordinación de los movimientos y el “héroe” matador aplicaba al animal el golpe final insertándole un punal entre las vértebras cervicales o la espada, clavada directamente al corazón. Este momento era el más peligroso de la lucha, además de más sangrienta. Los gladiadores se valiant por sí mismos, como verdaderos Hércules, sin ninguna ayuda humana. Tampoco sus armas no eran tan sofisticadas.
En la arena, las miradas ardientes, exaltadas de los espectadores hicieron su aparición, Alberto el valiente gladiador. El toro se volvió más sanguinario y parecía cada vez más difícil de ser derrotado.
Cornelia estaba temblando como una hoja mecida por el viento, pero el joven era hábil en sus movimientos. Parecía un dios alto, con la lanza vengadora encima de la cabeza del monstruo sangriento. Algunas mujeres estaban estáticas mientras lanzaban rosas rojas como la sangre. Alberto tomó hasta una flor sobre el suelo amarillo, la tocó con sus labios secos. El buscaba con su mirada a Cornelia y le lanzó con delicadeza la rosa.
-!A usted le dedico esta pelea, hermosa senora! –exclamó para ser oído por ella, con voz fuerte.
Alberto ejecutó entonces varios movimientos con el capote rojo, se quedó cara a cara con el monstruo y lo miraba valientemente, con los ojos ensangrentados, pero se acercaba mucho al toro y este le golpeo despiadadamente con los cuernos, un chorro rojo saltó de forma caótica en cascada, como una fuente y Cornelia clamó fuertemente. Sintió un toque suave en su mano, abrió los ojos y en su rostro se reflejaba solo un poco claramente la silueta de Alberto.
– Pero, ¿Qué pasó? .Dónde está el torero? –exclamó Cornelia.
– La corrida ya ha acabado, pero ¿Tú estás bien? –dijo Alberto-
!Has vuelto!
-Por supuesto, como no voy a estar bien –exclamó Cornelia, sin embargo, la última imagen que recuerdo es el toro con los ojos ensangrentados, que se precipitaba con rabia, sobre el pobre torero- La escena me recordó una película que había visto en mi infancia. El protagonista, un joven ídolo de las mujeres, guapo y valiente estaba enamorado fuertemente de una mujer astuta, con un alma mala, frívola, que no le amaba en absoluto, solo le interesaba su dinero, él se volvió vulnerable y fue brutalmente asesinado por el animal durante la corrida. La película me impresionó mucho y me quedo grabada en la memoria, he entrelazado esto cuando vi el toro saliendo contra el torero, sentí que la escena se repetía exactamente igual que en las películas que veía cuando era nina.
– Entonces entiendo porque te desmayaste –concluyó Alberto.
– Pero, ¿He perdido la conciencia? –dijo Cornelia- yo nunca me he desmayado en la vida. Imposible que ocurra eso, no recuerdo nada acerca de esto.
Alberto la condujo a la habitación del hotel y la dejó descansar.
“Así que todo fue un sueno” –Concluyó Cornelia después de lo que había sentido, parecía tan real, las imágenes, las sensaciones eran tan fuertes y arraigadas en su mente que apenas podia explicar que algo era irreal. Entonces sintió un hormigueo en la mano y observó que llevaba dentro del puno cerrado una rosa roja como la sangre. Miró los cuernos de toro blancos encima de la mesa delante del espejo y se acercó a ellos, los toco un poco con los dedos y tuvo la impresión de sentir un abrazo suave, entonces vio reflejada en el espejo la silueta de Alberto, el esclavo torero.
Cornelia entró en el apartamento del centro de Madrid, estaba cerca de la escuela donde ella era profesora en una escuela para ninos discapacitados, a Cornelia le gustaban los ninos que aprendían, eran más lindos, obedientes, sinceros e inocentes que la media de chicos actuales, ellos escuchaban y estaban dispuestos a aprender, sin ser groseros, impertinentes, al igual que la nueva generación de ninos, excesivamente alegres.
El trabajo con ninos le reportó a Cornelia satisfacciones, los ninos de la escuela y las plantas del interior de la guardería la hacía feliz, se sentía bien entre las Dracenas coloreadas con bordes de color rojo oscuro, con el rayado púrpura o blanco a rayas de color verde oscuro, subdivididos en varias ramas, la yucca con filo blanco amarillento, que era de Bucarest y había crecido como un árbol hasta el techo, con muchas ramas y una fuerte raíz, daba la sensación de una exuberante vegetación, el croton con forma de hoja verde como de roble, rociado con naranja, rojo, amarillo, siempre la fascinaba. Irisina delicada con hojas completamente púrpuras de forma casi redonda eran una delicia
hasta para el ojo más taciturno. No difonbachia, el veneno no se obvia en las combinaciones de color blanco amarillento, patrones simétricos pintadas en las hojas verdes repartidas por toda la inmensa variedad que tocaba el techo de la sala. El ficus con toques burdeos tipo Benjamín, que Cornelia había dispuesto en varios arbustos tejiendo cepas de este tipo. Pero todos ellos multicolores atraían más que el combinado verde y blanco. Con hojas gruesas la Sansevieria, alta puntiaguda, con el borde amarillo daba una forma cónica dentro de una olla la circunferencia de la planta era mucho mayor que la altura del recipiente, estaba dispuesta sobre una mayor masa pero de menor área. Dejó la Schefler con muchos lóbulos verdes, con blancos rociado, vigilando como un soldado en una esquina cerca de la ventana.
Los únicos arbustos completamente verdes eran un abeto irlandés, a quien Cornelia los días de calor le daba duchas de agua fría, sus espesas hojas de los árboles tenían una cepa viva, gruesa, carnosa y ovaladas, casi circulares, se asemejaba a un bonsái, que Cornelia evitaba su cuidado porque parecía que era muy difícil de mantener. Nunca podría crecer un cactus porque siempre hacía una humedad excesiva y los inundaba con agua.
Las orquídeas tampoco eran afortunadas, sus flores se secaban rápidamente, por lo que prefería los árboles, porque eran más resistentes, especialmente aquellos que crecían de manera inconsciente, cuando se dormía en la silla en un sueno suave y esponjoso, se encontraba en la selva tropical del Amazonas, entre su vegetación exuberante.
Hubo una llamada en el teléfono móvil mientras Cornelia escuchaba la radio, era Alberto, terminó su espectáculo en Barcelona y la llamó como de costumbre, ahora hablaban pero mucho menos en comparación de cuando no estaban casado.
El hombre tenía un contrato para una gira con el teatro, últimamente
dejo de recibir ofertas para la televisión o para rodar películas. No dirigió películas o no actuó durante mucho tiempo.
Nunca se quejaba, pero Cornelia, que siempre era empática, sintió las frustraciones del hombre. Para un actor, la felicidad es plena, en particular, cuando es el centro de atención, es la luz en la escena, el resto eran alegrías efímeras.
Tal vez por eso empezó a escribir tratando de compensar estas deficiencias. Una persona educada, leída como Alberto mostraba con orgullo sus escritos como el pavo real abre sus plumas multicolores como un abanico suelto. Lo hizo como un actor en un teatro jugando a ser un gran rey, habiendo conquistado territorios a través de la guerra, sin embargo, esto no era suficiente. Para un actor que conocía la cima del éxito, que había bebido la poción mágica de la fama, nada podría parecerse a esas sensaciones únicas vividas, con la experiencia de ese momento. Cornelia explicaba así sus reacciones y el comportamiento del hombre, pero ella quería ser mimada, como lo hicieron sus abuelos y sus padres, que la adoraron, la trataron como una princesa en su infancia.
Ahora, después de todo este tiempo, Cornelia se dio cuenta que a la gente extranjera le resulta más difícil hacerlo. La gente como los abuelos, los padres, su hermana, como los amó y los amaba, eran difíciles de encontrar. Cornelia tenía la sensación de que nunca supo elegir al hombre adecuado para ofrecer esto. El senador que la llamaba siempre por teléfono y la invitaba, la habría cuidado más, era más considerado, puede que ese hombre hubiera tratado de hacerla muy feliz. El senador a quien Cornelia siempre evitó, porque pensaba que un hombre que tenía dinero y poder en abundancia, como todos los políticos en Rumanía, con los ingresos económicos más altos de Europa, había una gran diferencia con los ingresos que recibían del Estado los otros ciudadanos, un senador en este país está por encima de la ley, pudiendo hacer absolutamente lo que quisiese, y podía tener cualquier mujer que desease, teniendo a la población inmersa en la pobreza.
Nunca habría aceptado a un hombre infiel, que la enganase. Le parecía una humillación insoportable. Alberto nunca mostro que tendría otras historias pasionales con mujeres. Sin embargo, el actor y su ocupación tenían una visión del mundo diferente a los demás. Además también era espanol, con un comportamiento diferente al de los rumanos, pero Cornelia no quería pensar en ello. Parecía ser muy humillante para ella.
Nicky, su ex marido siempre fue fiel, porque no podía ser de otra manera, siempre estuvieron juntos, a excepción de las horas que iban a trabajar y casi siempre hacían el amor cuando estaban juntos, así durante las horas del trabajo sin duda el hombre estaba sentado tranquilamente, sin buscar. ¿Cuándo y qué rompió el matrimonio? Incluso Nicky reconoció esto, lamentó que él le hubera sido fiel, pensó con tristeza, que nunca dio un paso torcido.
¿Pero, si yo pensaba mal? –se preguntó Cornelia. En la vida no todo eran matemáticas, su pasión de pequena. Su madre, una profesora rumana, siempre le decía: “La matemática es la más fuerte, tú lo sabes muy bien, si los resultados son correctos, nadie los puede refutar, cualquier obra literaria se interpreta subjetivamente, la misma composición puede evaluarse de manera diferente, incluso con los mismos criterios de evaluación”.
“La vida es como una obra literaria” –pensó Cornelia- “Es difícil tomar siempre decisiones absolutamente correctas, no importa la cantidad de lógica que tengas en la mente, las cosas concretas que dependen de la toma de decisión de uno mismo –siempre Cornelia seleccionaba la versión correcta- Cuando intervenía el destino y las acciones de otras personas era más difícil hacer predicciones óptimas. En la vida a menudo, debes conseguir tener un esquema lógico y se debe elegir el camino a seguir”.
Cornelia siempre sabía que hacer en las situaciones más difíciles, Dios siempre la ayudo en estos momentos, cada vez que quería algo y no se cumplía, después de un tiempo ella veía que no era por su bien que aquello fuese una realidad y que la solución que encontraba era mucho mejor. Tal vez fuese otorgado otro destino. Pero si hubiera estado de acuerdo en casarse con el senador Sorin, ¿Cómo habría sido? ¿Sería feliz? ¿Hubiera sido mejor para ella?