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La infinita sabiduría del Doctor Johnson
José de María Romero Barea
De los clásicos nos queda, si acaso, su obra, sobre todo si aún respira con espontaneidad. Los símiles del autor que nos ocupa son esencialmente eruditos, sus juicios ricos, sabios y audaces. Su mezcla de alta y baja cultura, de vanguardista urgencia e inteligencia reaccionaria, hace que su escritura fuera vívida en su época y, por esa misma razón, permanentemente viva. “La retórica, ¿no es la maldición de la humanidad? El Doctor Johnson ha comprimido una inconmensurable sabiduría en los compases más íntimos, y por ello sus libros vivirán para siempre”.
Sostiene lo anterior el escritor y psiquiatra Theodore Dalrymple (1949) en su reseña de La historia de Rasselas, Príncipe de Abissinia, del británico Samuel Johnson (Lichfield, Staffordshire, 1709 – Londres, 1784), recientemente reeditada en Oxford Worlds Classics. Demuele el facultativo inglés la distinción entre creador y comentarista. Ejemplo del crítico como artista (Oscar Wilde lo admiraba), el autor del A Dictionary of the English Language (1755) fue un estilista de la prosa que se erige como uno de los maestros del ensayo, y nos sigue fascinando por la lucidez de sus pasiones, sus apetitos mentales y emocionales, su capacidad de crueldad y humanidad.
No en vano, en su trabajo encontramos las semillas del periodismo moderno, incluido el esbozo político, la columna de opinión, la revisión ocasional e incluso la prensa deportiva. “La visión de las miserias del mundo es necesaria para la felicidad”, afirma el Príncipe protagonista de Rasselas, a lo que Dalrymple apostilla, “¿No alude lo anterior con admirable precisión al corazón de la situación del hombre en la tierra, a saber, que sin infelicidad no puede haber propósito, y sin propósito no puede haber felicidad?”. El artículo “La infinita sabiduría del Doctor” (Standpoint magazine, febrero de 2019) defiende a Johnson de sus detractores, puristas a los que nada agrada el uso ocasional de imaginación.
Persuasivo sobre las virtudes del autor de A Journey to the Western Islands of Scotland (1775), el pensador de Spoilt Rotten: The Toxic Cult of Sentimentality (2010) es inequívoco acerca de sus fallas. Admira su firmeza e integridad; incluso se muestra reacio a condenar el retrato cruel y humillante que le ha dedicado la posteridad. “Algunos han acusado al médico de rotundidad, pesadez y grandilocuencia de tono, pero su prosa es tan densa en significados que apenas hay una oración que no sea digna de la máxima atención: y a esto es a lo que aquellos acostumbrados a leer con desatención, o con la mente en otra parte que no sea el libro que están leyendo, objetan”.
Filósofo y político radical, el biógrafo de Lives of the English Poets (1781) conoció, y con frecuencia criticó, a los ingenios más destacados de su tiempo. Quizás ningún otro haya podido casar la profundidad con el prejuicio, la sabiduría con la anécdota, la observación con la reflexión, en un estilo tan hábil. Su desconfianza hacia la insensibilidad del pensamiento utilitario demuestra su sensibilidad política, el marco ético de su indignación. Su ascenso al canon puede deberse en parte a la identificación con él por parte del conservadurismo: al fin y al cabo, la derecha también ha sufrido su propia dosis de radicalismo desilusionado, compromiso truncado y deserción.
Sevilla 2019