La épica de la juventud en una novela

La épica de la juventud en una novela

Carlos J. Rascón
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La nueva obra de José Rodríguez Chaves
La épica de la juventud en una novela
Por Edgar Borges

Para la juventud se escribe mucho, de la juventud en cambio muy poco. José Rodríguez Chaves (Badajoz, España) ha optado por la segunda opción en su nueva novela “Grita juventud” (Ediciones Carena). A través de una trepidante historia el autor narra la encrucijada de una etapa de la vida que nos ubica a todos entre la fragilidad de las ilusiones y el peso de los fracasos.

“La juventud vive en permanente estado de desesperación, sin presente y sin futuro. Luchar contra el sistema es legítimo y urgente”. Ese es el texto que lee en un cartel uno de los personajes de la novela. Lo firma un Club Joven de la Unesco de Madrid, pero bien pudiera describir gran parte de la travesía que atraviesa Quico, el personaje que desde el minuto uno de la obra nos involucra en sus dudas y atrevimientos. La novela está estructurada en cuatro libros, como si de una historia clásica se tratara. Y es que Rodríguez Chaves utiliza una prosa capaz de convertir una trama en leyenda. Cada libro de la novela es una radiografía de un grupo que intenta aprender a ser joven, con todo lo que el ensayo y error significa.
Como si fuesen una materia surgida de la poesía de Whitman y Rimbaud, los jóvenes de la novela de José Rodríguez Chaves dejan pedazos de existencia en las páginas de la obra. Quico es el referente, el viajero que a golpes opta por la intensidad de lo que supone representa ser joven. El narrador observa, clasifica y describe las situaciones como si él fuera la memoria del viejo que sobrevivió a la odisea que relata. Sin embargo el narrador no es ninguno de los actores participantes, o quizá lo sea desde algún lugar de la universalidad de la trama.

La juventud es un estado de rebeldía irracional que atenta tanto con la niñez que se deja como con la adultez que se pretende. “Grita juventud” presenta un laberinto generacional que vive y desvive repitiendo en carne propia el aprendizaje que otros advierten o callan. Por momentos la novela parece una galería que exhibe una muestra sobre la condición humana. Intentos, fracasos, pasiones, repeticiones. Relaciones de barro, individuos en constantes batallas. Tienen los personajes de la obra la particularidad de ser entrañables aun cuando se comportan como cínicos. Quico, como los otros, tiene algo de ese niño que se va despedazando en el camino. Las palabras, en la novela, operan como trozos de inocencia que intentan hilar una ilusión (perdida) que se sostenga en el tiempo.

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