- La Reina Descalza de Ildefonso Falcones - 2 de julio de 2020
- La Señorita Juli, El sexo y Mermelada de Fresa (IV): De Loreto Sutil Jiménez - 27 de junio de 2020
- Palmeras en la Nieve de Luz Gabás - 20 de junio de 2020
La Casa De Los Tulipanes, de Juan Castilla Brazales
Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más.
Oscar Wilde
Opera prima del escritor. Empieza la novela en un orfanato de élite, en un ambiente cerrado y lúgubre donde la protagonista Gisèle Gautier tiene una historia de amor con el jardinero, amistades con varias compañeras y una estrecha relación con la fundadora. También, en esta primera parte hay una violación por parte de un muchacho llamado Hubert, haciendo un guiño al padrastro de “Lolita” la famosa novela de Vladimir Nabokov.
Hasta aquí nos va dando pinceladas de lo que se avecina: una novela lineal con reacciones descafeinadas, una lluvia de semillas pero que no llegan a germinar. Toca temas interesantes, pero no entra a desarrollarlos, pasa por encima. Ni siquiera en el paisaje te centra; sitúa la acción en ciudades y países hermosos (Luxemburgo, París…) sin embargo, al no describirlos nos perdemos su belleza… además, hace que no te sitúes en la trama.
Continua el relato y el orfanato se cierra.
La protagonista pasa de un ambiente a otro sin aparente dificultad. Entra al servicio de una señora con movilidad reducida y de ahí a una comuna de indigentes donde el medio de vida es el robo. Un golpe de suerte hace que pueda empezar a trabajar y codearse con la alta sociedad. De forma voluntaria, abandona el puesto de trabajo para infiltrarse en una red de prostitución, se hace pasar por prostituta con objeto de intentar rescatar a una antigua amiga del hospicio.
En mi opinión, el argumento es insustancial, ingenuo y pueril… sencillo en sus conclusiones filosóficas. Cuando abres la novela, lo primero que captas es que escribe un hombre, no obstante, habla en boca de una mujer; pero, creo que no se ha documentado sobre los pensamientos y gestos de las chicas, no me siento identificada con lo que dice. No le da una personalidad profunda y bien definida a Gisèle (la protagonista). Es tan buena, tan plana, tan… que no parece real. Sorprende la facilidad con que cambia de ambiente, se adapta y todo le sale bien…
En el relato, el escritor pasa de un tema a otro sin terminar las historias, ni hilar la trama, las deja en el aire… las narraciones se descuelgan, es como un puzle que no encaja. No cuenta los hechos con propiedad.
La novela no sigue el desarrollo clásico de presentación-nudo-desenlace, sino que ha elegido la modalidad de trama revelación (muy utilizada por Stephen King, pues es muy espectacular para la novela negra y de intriga). En este estilo al final del relato presenta el escritor la solución apoteósica al conflicto principal. Así, el final de esta novela es explicativo, donde se desborda el contenido de toda la enjundia, como si de la rotura de un pantano se tratara. Aunque también en este caso con un final rosa, pastelero, tipo radionovela… como todo el perfil de la narración.
Podría aconsejarlo para amantes de folletines, novelones, novelas rosas o personas que no se encuentren psicológicamente en un buen momento para centrarse en una lectura complicada… siempre que tengan en cuenta que el texto manda mensajes equivocados. Por ejemplo:
—Nos hace ver la comuna como algo atrayente y robar como un trabajo. Eres ladrón como si eres panadero, charcutero… Igual que en otras ocasiones nos han hecho ver en el sadomasoquismo un sexo atrayente rodeándolo de glamour.
Considero que a las cosas hay que llamarlas por su nombre, sobre todo, cuando conlleva unos riesgos… para no llevar a equívocos a jóvenes con mentes ávidas, abiertas a aprender.
—Narra entrar en el mundo de la prostitución como si fuese algo fácil de controlar, siendo un universo tan complejo y peligroso… que algunas mujeres se ven empujadas a entrar en ese submundo y una vez atrapadas en esa red no pueden salir.
—A Juliette la hermana de la protagonista la presenta como una niña púber, una nínfula, “una Lolita”. Echa de nuevo mano de la novela “Lolita” de Nabokov y de los clichés de las niñas púber que pienso que son más creaciones que hechos reales.
—Utiliza muchos tópicos: el clásico rollo de amoríos con el jardinero… y dos veces en la misma novela.
Tiene algunos rayos de luz en el relato, puesto que de todos los libros se aprende:
—Pienso que es positivo el esfuerzo que hacen por encontrar a la niña perdida y por sacar a Juliette de la prostitución.
—Creo, que en los temas que llaman a equívocos tenía que haber dado una pequeña lección, como por ej. Que no acabarían bien, para redondearlos. Si se tiene en cuenta este detalle son válidos.
—Subyacen materias importantes: la orfandad, la violación, la indigencia, la prostitución… que pienso que hay que profundizar en ellos y no idealizarlos, sino tratarlos seriamente. Estimo que hay que tener en cuenta esta aclaración para quien opte por su lectura.
El escritor es arabista. Su buen conocimiento del mundo araboislámico viene avalado por sus múltiples estancias en países de este ámbito geopolítico. Fruto de ello tiene extraordinarios ensayos y me consta que ha ofrecido apasionadas conferencias. Quizás más adelante, nos sorprenda con una novela situando la trama en el tema al que él tiene querencia, conoce y pone pasión… realmente, esperamos un argumento ubicado en los enigmáticos países árabes.
Para los cinéfilos: aún no hay película de la novela
Desnuda soy, desnuda digo: soñadora.
Mª Loreto Sutil Jiménez
La Casa De Los Tulipanes, de Juan Castilla Brazales