Juana Castro

Juana Castro

Carlos J. Rascón
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Juana Castro nació el primer día de Piscis de 1945 en Villanueva de Córdoba. Es articulista, crítica literaria y traductora ocasional del italiano, con Juana-Castromayor dedicación a la poesía, de la que ha publicado una quincena de libros, desde Cóncava mujer (1978) hasta Heredad seguido de Cartas de enero (Fundación José Manuel Lara 2010). Fue cuatro veces madre aunque huérfana de un hijo, y ejerció como maestra de Educación Infantil, cuidadora y actualmente de abuela. Fue también Coordinadora provincial de Coeducación de 1991 a 1996 y en diversas ocasiones coordinó actividades culturales y de temas de mujer. Traducida a varios idiomas, es miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, su ciudad de adopción. Medalla de Andalucía 2007 y Premio Nacional de la Crítica 2010.
Recibió los Premios Meridiana y Córdoba en Igualdad, además de los Jaén, Juan Ramón Jiménez, Carmen Conde o san Juan de la Cruz por Los cuerpos oscuros (2005), Arte de cetrería (1989), No temerás (1995) y El extranjero (2000), o el Carmen de Burgos de artículos periodísticos. Sus últimos títulos son Vulva dorada y lotos (Sabina Ed.) y Heredad seguido de cartas de enero (Fundac. Lara 2010). En 2016 se han reeditado Los cuerpos oscuros (papel y on-line, Genialogias-Tigres de papel) y No temerás, y ha publicado la biografía para jóvenes –bilingüe español/inglés– María Zambrano (Sabina Ed.).
Su obra fue objeto de una tesis doctoral en 1995, y de diversos estudios, algunos reunidos en el volumen Sujeto femenino y palabra poética (Sharon Keefe Ugalde 2002). Narcisia fue vertido al inglés (UNO Press, Univ. de Nueva Orleans 2012) por Ana Valverde Osan, de Indiana University Northwest.
En el patio de la Cancela del Palacio de Viana, en Córdoba, pueden leerse unos versos suyos. El ayuntamiento de Villanueva de Córdoba creó hace 3 años el Premio de Poesía Juana Castro, que va por su 4ª edición. Y en Málaga, Lucena y Villanueva de Córdoba, existen sendas calles con su nombre.

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Córdoba

De trigo sarraceno
la tez de las muchachas.
El río adivinándose
más atrás de la siesta y el autobús
del agua.

El almidón tan blanco de las monjas
en vuelo de rosarios y la luna
abriendo el rosetón de cada iglesia.

Mi pequeña campana adormecida
despertando en la calle y en los libros.
La paleta de sombras y deseo
de otras tantas muchachas por los lienzos.

La albolafia y el vino.
El oro de las noches.
Perderse por el dédalo
de flores y de cal junto a otra boca.

Y el enjambre en las sienes del aroma
de cada mariposa entrecruzada,
igual que una pradera
repleta de memoria.

Yo no tuve jazmines
hasta llegar a Córdoba.

 

Torcaz

Cubramos todo el lienzo
de manchas agrisadas.
Detrás, las tantas sierras.

Los cercados de piedra sosteniendo
la sed de media altura.
Los castillos enjutos
de las oscuras rocas
amenazando tiempo.

Los invisibles muertos
de azadón y navaja
apacentando sogas.

Ahora el bastidor
de un cielo de cristal
y el dolor de la torre,
pico ámbar
de la paloma herida.
Varada a media loma.

La sed del aguadero.
Triángulo en la siesta
agridulce de otoño.

Y aquí cerca, tan tierno
cascabeleando el verde
de las bellotas nuevas.

 

Vino de pitarra

Sale el mosto cantando del color de la sangre
mientras mis pies revientan
en el lagar los granos a su peso.
Pisan mis pies cantando
los racimos de uva que septiembre regala.

El aroma del zumo se sube por mis piernas
y me asperja la falda
y pone en mis tobillos ajorcas de luz tinta
y abajo entre mis plantas un río de arcabuces.

Canta el mosto, la tierra,
mis pies cantan, la sangre,
canta el campo, la piel
de los muchachos caldeada de risas…

En este viejo rito
la vida me salpica sin pudor y sin pausa.

(de Del color de los ríos, 2000)

 

Amor mío

Antonia buena chica ingresó ya cadáver.
Carmen muy educada vaqueros blusa beis
y Raquel silenciosa es el amor.

Amor de amoratarse amor que es amoldar
y amancillar.
Amor de amenazar amor de amurallar
amor de amartillar
y de amasijo.

Amor de amortajar.

Rosa Lola María
Inés Luisa mi amor.

Compañero mi amigo
mi enemigo.

Rafael veinte años arma blanca su novia en una calle.
José Pablo dos hijos divorciado
y Raúl empresario gran sonrisa el amor.

Es el amor que amengua que amuralla
que amortece y amarra.
Amor de amuñecar amor que es amputar
amor de amilanar
y de ambulancia.

Amor de amordazar.

Manuel Félix Cristóbal
Jaime Isidro mi amor.

Mi señora mi dueña
mi rehén

Amo mío mi amor.

El anillo no sabe no sabía.
El anillo.
El cuchillo.

(en La extranjera. Antología, 2006)

 

La fuga

Y suelta la labor, y se levanta,
y el cristal es un marco
de abedules de plata.
–Qué mirará mi madre.

El sol tiene un aroma de membrillos
y el esplendor enciende
su fogata de sed en cada hoja.

Y descorre el visillo, y ajusta la falleba,
y se sienta otra vez cara a la tarde.
–Madre, mira, el otoño…

Siete pájaros, nueve, veintiuno,
doscientos, un millar atraviesan
y vuelan la ventana.

–Adónde fuiste, madre.
Me mira despertando,
soltando despaciosa las maletas
de sombra de sus ojos.

Enciende ya la luz.

Hasta mañana.

A Carmen Martín Gaite,

Desde la ventana

(de Los cuerpos oscuros, 2016)

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