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JUAN PEÑA: ANTOLOGÍA DE PRIMERA
(Juan Peña, Palo cortado, Libros Canto y Cuento, Jerez -Cádiz-, 2018)
José Cenizo Jiménez
Juan Peña es un poeta cuyos versos podemos ya encontrar en los libros de texto de Secundaria, amén de en algunas antologías. Esto siempre es difícil y una satisfacción. Nacido en Paradas (Sevilla), en 1961, publicó inicialmente La edad difícil (1989) o Viviendo con lo puesto (1995, accésit del premio Rafael Alberti).
Cernuda, o Biedma, o Salvago, o Rosillo, o Machado (Manuel, o quizá los dos) son poetas que transitan por su obra, y qué buen magisterio, pero la voz de Peña es una voz personal, con todo lo que eso significa: atrevida, subversiva, comprometida, desmitificadora (José María Barrera), gozosamente sabia (Carlos Sánchez), renovadora (Pedro Bohórquez)… Y su poética, de forma concisa, la vemos en la solapa de La misma monotonía: “Destaca en su obra un tono asordinado, entrañado y cordial, no exento de misterio y sugerencia”.
A los dos libros citados al principio siguieron otros del mismo corte: Días cansados (Pretextos, 1997, premio San Lesmes Abad), Los placeres melancólicos (Puerta del Mar, Málaga, 2006) y, después, Dura seda (Siltolá, Sevilla, 2011, accésit del III Premio de Poesía Fundación Ecoem). La misma monotonía (2013) reunió su obra completa (excluidos los libros de coplas flamencas, que son de gran altura, por cierto, publicados en La Veleta y en Pretextos) en la colección “Arrecifes” de la editorial sevillana La Isla de Siltolá. Si un poeta puede pasar aunque sea por dos versos, estos de Juan Peña nos parecen buen ejemplo, entre otros posibles, claro:
La lluvia es el tiempo
que suena en los tejados.
Después nos llegó Destilaciones, Pretextos, Valencia, 2016. Brevedad intensa, sencillez profunda, voz personal, poesía bien destilada es la marca de Juan Peña, su poética. Esto encaja muy bien con la poesía del flamenco, o con las letras o copla flamencas, mejor dicho, de las que es un cultivador de gran calidad. Se refleja asimismo en los libros de letras flamencas que ha editado en prestigiosas colecciones también: Letras flamencas, col. La Veleta, Comares, Granada, 1995; Nuevas letras flamencas, Pretextos, Valencia, 2000; Teselas, AE, Jerez, 2008.
Ahora presenta una antología de las letras flamencas citadas, en el libro Palo cortado, de la colección Libros Canto y Cuento, colección donde también han publicado prestigiosos poetas como Juan Lamillar, Benítez Ariza, Antonio Cáceres, José Julio Cabanillas o Pedro Sevilla, entre otros. José Mateos selecciona para este libro-antología un buen número de composiciones, algunas inéditas, como las siguientes, que pueden leerse como coplas flamencas por su estructura métrica pero también como poesía en general dado su perfil expresivo y su planteamiento lírico (de ahí que Peña las llama letras flamencas por no ser propiamente un conocedor de los estilos flamencos ni del mundo del flamenco, es decir, no es lo que se llama un aficionado o aficionao):
Qué cansada esta carne
de querer ser la luz,
el ala, el vuelo, el aire.
Amor que del tiempo escapa,
cuando yo te amaré ayer,
y tú me amaste mañana.
Les pongo, por el contrario, algunos ejemplos de letras o coplas redondas, que encajan directamente en el cante flamenco, por soleá, por ejemplo:
De la rosa y de la vida
nos gusta tanto su olor
porque un día se termina.
Cierra puertas y ventanas,
y que se pare el reloj,
que no se escape la gloria
de estar juntitos tú y yo.
Estamos ante una lírica intensa, de buena cepa, madura, como ese vino, el palo cortado, al que alude el título, que remite a la vez, de alguna manera, a los palos (estilos) del flamenco. Poesía que aborda desde una expresión sencilla, aunque sin desdeñar el uso de los recursos habituales de la retórica, los grandes temas universales en continuo vaivén: la vida y la muerte, el amor y el desamor, la pena y la alegría, la niñez y la madurez, la ilusión y el desencanto… Toda una filosofía que comprobamos en poemas como los siguientes:
El recuerdo es un pañuelo
que le va diciendo adiós
a un tiempo que ya no existe
y tal vez nunca existió.
Tienes una fuentecita
donde yo voy a beber.
Por más veces que allí bebo
no se me quita la sed.
El hombre busca una sombra,
que se rompe y desvanece
cuando las manos la tocan.
Y el humor, la agudeza, la ironía, que nunca deja atrás Juan Peña, como en estos finos ejemplos:
Que era muy malo beber
leí en un papel un día,
y he dejado de leer.
Comida sana, gimnasia.
Huyó de todos los vicios.
Llegó a cien años, fue sabio
en complejos vitamínicos.
Del primero, sabemos que alguien le dijo al autor que, de ser propietario de una bodega, en el frontispicio pondría estos versos (o tercios), lo que supone un precioso y casi insuperable piropo. En la mejor tradición neopopularista y de creación de letras flamencas, siguiendo la senda y recogiendo la herencia de autores magistrales como Augusto Ferrán, Manuel Machado, Rafael Montesinos, Caballero Bonald, Félix Grande, Moreno Galván o José Luis Rodríguez Ojeda, entre otros, tenemos en Palo cortado una colección de versos acendrados, aptos para una lectura de públicos variados, amantes de la poesía y / o del flamenco, flamenco que, en definitiva, también es en buena medida lírica, poesía, sentimiento.