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Juan José Castro Martín
Los Álamos o el éxtasis de Macbeth
Ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles.
Juan Ramón Jiménez
Juntos son éxtasis los álamos y el viento.
¿No es así el amor?
Yo no soy yo, sin saber qué significa eso, y tú estás aquí aunque sin desearlo, incarnación del cuerpo con su centro.
(Pero cambiémonos los nombres a tu antojo; en el fondo seremos la infancia disfrazándose. La transfiguración deberá considerarse el principio rector de lo tangible y lo demás estará sometido a la desconfianza de Macbeth por lo sólido, el silencio, a la culpa de hallar hondura y volumen.)
Tú serás Pina Bausch torsionando el aire en un giro y yo un ángel cojo de alas infelizmente azules en las caídas. Mejor aún, seré el soldadito de plomo con una sola pierna, también infeliz, que espera la consumación del fuego. Entonces tú habrás de ser la bailarina de papel que se mueve en el fulgor de las alamedas invisibles en cuyo temblor y canto muere.
Bailemos.
El papel remontando el plomo de los días, la ceniza que antecede a la elevación. Páramos del alma, pavesas, brasas del deseo incumplido. No hay aire que se lleve tus cavidades y aurículas, corazón, no hay horizonte para el duro metal de la nostalgia. En ese momento los álamos danzaban. Tus pies y mis manos seccionadas como raíces sin sustrato decían la ebriedad de los pasos extraviados, la levedad infiel, el viento o sendero equivocado.
(Arráncame los ojos traidores de no verte siempre, aunque venga roto de abrazar la niebla. Nútrete de sus imágenes. Ambos estaremos desesperados en la llanura adonde la nieve baja como arroyo, arroyo que en mí fuiste o fuga de mis manos – ¿cuántas veces podré beberte?– que excede la sed cerrada de mi sangre bajo los blancos ritmos del instinto.)
Es de otra manera como hallo tu verdad.
¿Vestirás de verde bajo el signo de Escorpio? Es como un agitar de la espesura contemplarte al caminar desnuda en la penumbra. Lamo tu sombra – exterminio del cuerpo y de su nombre en un gemido – limpio las culpas de tus manos, me enredo en la nebulosa espiral de tus cabellos, cometa azul donde cayendo soy.
(Muta en Lady Macbeth aunque yo no pueda ser más que Calibán. Mataremos el tiempo – ¡qué absurdo! – haciendo inventario de pecados y lunares. En lo grotesco todo, o sea, nada parece terrible, no hay sufrimiento salvo en ti, en tus manos criminales porque te supuse hermosa y me bendijeron con su tacto helado las distancias.)
Pero amémonos y dancemos de nuevo.
Dancemos por última vez y que no se materialice lo inmóvil. Yo soy tú, aunque eso no lo sabes, y tú eres yo, aun sabiéndolo. Resultará más fácil refugiarse bajo las ramas verdecidas aunque en la materia, querida Isadora, aliente la negrura, esculpa su dureza el rocío o se cifre la imposibilidad del retorno.
He decidido, aunque reconozca mi miedo a lo errante, hacerme permeable y que todo por mí pase (qué silencio tus párpados cerrándose como un cristal hecho astillas, qué secuestro de luz el envés de las hojas, qué cruel quietud el día perdiéndose en tus labios). Huelo en tu espalda una tormenta que se aleja. A ellos, los álamos, canción y éxtasis que ondulan al ritmo de su soplo, los retiene ahora la memoria y, aunque no están, existen.
Así es el amor, ¿lo recordarás? Vilano cuya dicha es el movimiento, álamo que ejercita el aire, Macbeth fascinado ante el asedio del bosque avanzando, vulnerada exactitud de las cosas.
Biobibliografia
Juan José Castro Martín (Motril, Granada, 1977).
Licenciado en Filología Hispánica y Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura comparada por la Universidad de Granada, ejerce profesionalmente la docencia como profesor de enseñanza secundaria.
Como poeta ha publicado tres obras: No cesa el tiempo (Premio Genil de Literatura, 2002, Diputación de Granada), Deriva de las islas (Premio de poesía Villa de Peligros, 2007, Diputación de Granada) y Margen de lo invisible (Premio de poesía Florentino Pérez-Embid de la Academia de las Buenas Letras de Sevilla, 2010, Rialp, colección Adonáis).
Recientemente ha colaborado en el volumen de homenaje a D. Luis de Góngora y Argote, Pasos de peregrinos, editado por el Patronato Federico García Lorca y la Diputación de Granada, en la antología Todo es poesía en Granada y en el Libro de homenaje a San Juan de la Cruz, Concierto poético para San Juan de la Cruz, en la colección Puerta del mar de Málaga.
Así mismo, ha obtenido el XIX Premio Internacional de Poesía “Antonio Machado en Baeza” en este año 2015 con el poemario La habitación cerrada, que ha sido publicado en la editorial Hiperión y con el que fue finalista del XXII Premio de Andalucía de la crítica. Por último, también en prensa se encuentra su cuarto poemario, La piel de la intemperie, que aparecerá en la colección Maravillas concretas de la Fundación Jorge Guillén de Valladolid.