Jesús Solano

Jesús Solano

Jesús Solano, (Aguilar de la Frontera) Córdoba 1942. Afincado en Marchena desde los 7 años, empieza sus colaboraciones en distintos medios de Jesus Solanocomunicación radio y prensa desde 1986. Es Académico de la Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Buenas Letras “Vélez de Guevara “Écija y miembro de la Asociación Colegial de Escritores de España. En el año 1992 dirigió las lecturas poéticas de la Exposición Universal de Sevilla, Los Viernes Poéticos de la Sevilla Universal. En Abril de 2000 estrena “La Saeta en Escena”. Montaje teatral lírico- musical y visual. En el 2002 El Centro de Producción Bibliográfico de la ONCE le traduce al sistema braille sus tres últimas obras.   En el 2012 le conceden la distinción de Premio de Andalucía el Ayuntamiento de Marchena. El tres de mayo del 2012 le conceden la Medalla de Oro al Trabajo la Editorial Granada Costa por su aportación a la cultura literaria y musical.

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XX
Hoy Señor

Hoy señor, mañana tierra,
luego seré humo,
poco, nada, reliquia de cinerario.
Y llegado un tiempo pasado,
apenas un recuerdo
de lo que fui creando.

XXV
Hoy he estado en mi entierro

Hoy he estado en mi entierro
con las gentes que me amaron,
con los locos de la palabra, de la música,
los que sin saber me odiaron,
los que quisieron ser como yo,
los arrepentidos por lo que dijeron,
los amigos que solo un día fueron,
los que dejaron de serlo,
los que llevaban razón,
y los que a mi entierro no acudieron.
A todos los vi crecidos, diciendo ser mis amigos,
porque yo ya estaba muerto.

XL
La tierra está enferma

La tierra está enferma de tanto enterramiento,
de las bilis que recibe,
de los tuétanos sangrientos con tiros en la nuca
en tapias de cementerios.
La tierra está enferma en continuo lamento
de los fetos malogrados,
de grandes humedades y de caldos horrendos.
La tierra no tiene enemigos,
tiene un corazón para quien quiera beberlo.
La tierra no es todo lo que se ve,
es más que el paso del tiempo.
La tierra es libertad, escúchala y encontrarás
un amigo a tiempo.

XLIII
Quiero morir por vivir

Quiero morir por vivir
el vuelo que me esperaba
por la vía del deseo,
y quedarme suspendido
en los brazos de quien creo.
Hoy quiero salir de mí
para encontrar lo que espero,
huyendo de aquella sombra
y retomar lo que anhelo.
Quiero la droga en silencio,
la humildad de los conventos,
y el morir que nunca muere
en los versos que me invento.

XLVI
Cerraron las ventanas

Cerraron las ventanas. La luz ya no servía.
Se quemaron pabilos. Las velas no lucían.
En la cama el cuerpo un velo lo cubría.
Con las manos bien juntas rezaban letanías.
La noche se hizo larga hasta que llegó el día.
El blanco pasó al negro. Responsos en la crujía.
Todos cabeza baja. Lamentos de cobardía.
Se fueron retirando, cada uno a su casa,
y el muerto quedó solo en fría compañía.

XLVII
Mañana tomaré tu mano

Mañana tomaré tu mano
sin pedirte si quieres venir conmigo.
Tomarás el camino sin vacilar
y dejarás de ser materia viva.
Mañana serás un cuerpo inerte
con olor a bálsamo
y te alumbrará una luz
que no hace daño a las pupilas.
Mañana será belleza infinita
lo que hoy es impureza humana.

XLVIII
Borraré al poeta del dolor

Borraré al poeta del dolor,
al poeta de la agonía,
al poeta que derrocha desamor
y al poeta de la sangre.
Borraré, incluso la luz tibia
de mis ojos que consume largas veladas,
y haré con mis besos, una trinchera
que dure hasta el final de mis días.

LXXXIV
Me trunca la vida la muerte remota

Me trunca la vida la muerte remota,
los ojos hundidos de una calavera,
la escarcha que cubre la piel que tirita,
los perros lamiendo la última gota,
la mosca que nace de la gusanera,
el cuerpo caliente que no resucita
y el flujo que sale como una babosa.
El velo de niebla de noches que ciegan,
la tumba del pobre que a solas me grita,
los pies destrozados por púas de rosas,
las manos clavadas a fuertes maderas,
rincones y osarios en suelos de ermita,
los huesos oliendo a restos de fosa
y una vena abierta poniendo frontera.
Campanas doblando por una bendita.
Me rompen la vida todas estas cosas.

XC
Los muertos van cayendo a los pozos

Los muertos van cayendo a los pozos
y las bestias nacían de los abismos
como setas en la oscuridad.
Rebeliones de demonios y tumbas por ultrajar.
En el cementerio, la voz pasa de largo
y los vientos silban, haciendo tenebrosas
las noches de los noviembres
cada año, y siempre igual.

 

Fotografía:   rudy bagozzi

http://www.freepik.es/

Con cesión de derechos de autor

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