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Jean-Patrick Manchette: Caza al asesino
Caza al asesino. Significa, orden de cogerlo vivo o muerto. Es la insistente permanencia a través de toda la narración en la que se defiende un independiente maestro, al servicio de matar, por encargo oficial, de “compañías” que llevan al lector a que bien podría ser la CIA, qué más da.
Aquello que más desasosiego y tensión puede provocar al posible lector de esta formidable novela de Jean-Patrick Manchette (Marsella, 1942-París, 1995), es la frialdad del protagonista meticuloso en su trabajo Martin Terrier, personaje embriagador de volcánica historia atrapado en un ayer con promesa y un mañana con imagen social diferente. Novela cuyo título, sin más, anuncia con todas las consecuencias la necesidad de dicha casería, cuando nuestro personaje decide retirase del oficio. Para asumir un cambio de vida total vivir en otra esfera por la que silenciosamente ha peleado durante diez años. Decisión que causa la alarma en todo ese núcleo viciado compuesto por policías, asesinos, servicios especiales, sin que falten las organizaciones terroristas y un sendero sembrado con cerca de una veintena de cadáveres.
Lo que sucede en la historia es que la capacidad y astucia de nuestro personaje, su escalofriante frialdad, no le basta el volumen la peligrosidad de cómo se desarrolla la tragedia entre emotividad y violencia, mezclada también con la existencia de una promesa de amor, capaz de despertar asombro, tanto, que resulta difícil atrapar la presa por su capacidad para escurrir el bulto y la pericia de gatillo ligero manejando un arma de fuego. Siempre pensando en esa deuda íntima sus pendida en el tiempo de toda su actividad ocupada por la violencia y la lucha por la supervivencia.
Caza al asesino. Significa, orden de cogerlo vivo o muerto. Es la insistente permanencia a través de toda la narración en la que trafica tan independiente y maestro, al servicio, por encargo oficial de “compañías” que llevan al lector a pensar si no puede ser la CIA. Puesto que este tipo de “empresa” no son santos de devoción alguna para las que trabajo en casos muy especiales domo el de liquidación de víctimas muy elegidas y señaladas por razones más altas de lo que se puede uno imaginar
. Naturalmente Martin Terrier que está bien pagado, considera le llega el momento en que desea retirarse del ejercicio de matar. Son muchos los años, “trabajando” para ahorrar todo lo posible y volver a su ciudad de provincia, tras esos diez años de trabajo, y al fin, unirse a esa joven criatura guapa de la burguesía provinciana que, cuando tenía poco más de quince años siendo compañeros de instituto, pese a las diferencias sociales entre ambos se encariñaron. Pero con dolor, él era hijo de un camarero, lastima, por lo que fue obligado a salir por la puerta de servicio dado el criterio del padre de la muchacha bonita. Y allá que el enamorado se fue por esos mundos a ganar dinero. “La Compañía” que todo lo posee, no le satisface que abandone su “trabajo” como tiene decidido nuestro personaje, por lo que con estilo diplomático le ruega que lo acepte el especial y delicado encargo, prometiéndole “borrón” y final de la batalla más la promesa de silencio absoluto sobre tantos secretos compartidos.
Pero allá, en su pequeña provincia existen cambios circunstanciales. Anne Freux, que prometió esperarle, ha olvidado la apasionada promesa. Ahora está casada, con un burgués paleto que la aburre. Todo un nuevo capítulo de la historia que Terrier no esperaba, pero a él no le detiene sintiéndose capaz de todo, porque su vida anterior ha sido una batalla hasta llegar al final lo de tantos años deseados y soñados.
Caza al asesino, la última novela de Manchette se considera la mejor y más brillante de todas. Todos los componentes de la novela negra, la violencia y la denuncia: “La buena novela negra es una novela social, una novela de crítica social, que toma como anécdota historias de crímenes”, afirmó el autor en diversas manifestaciones críticas sobre el género. Esta edición de Anagrama lleva un interesante Prólogo de Carlos Zanón. Traducción de Joaquín Jordá muy correcta.
Francisco Vélez Nieto