Jane Cunningham Croly (1829-1901) y el Woman´s Press Club de Nueva York
Día internacional de la Mujer
El 126 East de la calle 23 queda entre la emblemática Park Avenue y Lexinton, en lo que se conoce como Midtown de Manattan. En la actualidad, se alza allí un edificio que ocupa los números 122 al 126 y es sede de un centro cultural coreano, pero hace ciento treinta años en ese mismo lugar se abrió un club emblemático para las mujeres que trabajaban en el periodismo.
En noviembre de 1889 se abría el Woman’s Press Club de Nueva York. Habían pasado veintiún años desde la cena ofrecida por el New York Press Club a Charles Dickens que visitaba por segunda vez los EE.UU. Pero ella aún recordaba la ocasión como si hubiera tenido lugar unos días antes. En aquel entonces Jane Croly ya era una periodista reconocida. Sus artículos se publicaban en algunos medios de Nueva York, Boston y Baltimore. Su esposo, David, también era editor y escritor, y ambos eran miembros del Club de Prensa de Nueva York. Sin embargo, solo él había sido invitado al banquete ofrecido en Delmonico’s. El club no aceptaba mujeres en el acto. Tres días antes del evento, y ante el alud de protestas de otras periodistas, el club hizo algunas concesiones: se admitiría a las damas a condición de que tomaran asiento detrás de una cortina, sin ser vistas por los asistentes a la cena de gala ni por el invitado de honor. Pedirle que se escondiera detrás de una cortina siendo periodista mientras su esposo ocupaba un asiento en las mesas de comedor había sido el peor de los insultos. (Años más tarde, el New York Press Club se disculparía públicamente por tan lamentable decisión). En cualquier caso, aquello dio paso a la promesa que se hizo: Algún día fundaría un club de Mujeres Periodistas donde celebrarían sus cenas y a las que no invitarían colegas masculinoa.
Cuando el Woman’s Press Club de Nueva York abrió sus puertas, Jane Croly saboreó cada minuto de ese histórico día. Dio por cumplida la promesa que se había hecho años antes. Nunca más le faltaría a una mujer periodista un club que la representara y honrara. Nunca más una echaría en falta un lugar donde reunirse con sus compañeras de profesión.
Una mujer de Armas Tomar
Quizás la instantánea que más define a Jane Cunningham Croly es aquella en la que con más de 70 años se embarcó hacia Inglaterra, enferma y con la cadera fracturada, para visitar su país natal al que había dejado con 12 años de edad. Tuvo siempre una personalidad desbordante, casi inverosímil. Buena parte de su vida estuvo comprometida en las más insólitas actividades para una dama victoriana. Se casó y tuvo cuatro hijos, pero además trabajó como editora, fundó dos revistas y abrió dos importantes clubs en Nueva York en una época en la que el tono de la vida lo marcaban claramente los hombres. Cada una de sus ideas impregnaron para bien el mundo de otras personas. Fue única toda su vida.
Jane Croly nació en 1829 y murió en 1901. En otras palabras, vivió un periodo crucial para la mujer marcado por la Reina Victoria. Al cumplir los 26 años, dejó Massachusetts para instalarse en Nueva York. Al poco de llegar, descubrió lo difícil que lo tenía una mujer para abrirse camino en el periodismo. Después de intentarlo infructuosamente en varios medios, aceptó la oferta de un diario de cuestionable interés, el Noah’s Sunday Times, donde le asignaron una columna para mujeres con temas como la moda y la cocina. Las noticias “serias” quedaban fuera de la esfera de las periodistas, pero ella halló el modo de crecer profesionalmente. Al año de llegar a Nueva York, contrajo matrimonio con un compañero de profesión y editor del New York Herald. Con él compartiría un trayecto de vida y escasos momentos de aburrimiento. Gracias a su apoyo incondicional, Jane Croly fue contratada en el New York Tribune y el New York World.
La segunda persona que la marcó fue Ellen Demorest. Esta modista y diseñadora avispada a la que se atribuyen los primeros patrones de papel de seda para la confección, sacó a la calle en 1860 la revista Demorest con idea de comercializarlos y promoverlos. Jane Croly trabajó como editora desde el año de su lanzamiento hasta 1887. La suya fue una amistad que le abrió los ojos en muchos sentidos. La astucia de su jefa y amiga que a los cuatro años de sacar Demorest compró el New York Illustrated News y lo fusionó con la revista, le mostro el engranaje de los negocios. La revista dejaría de publicarse en 1899 tras una meteórica trayectoria, pero los 27 años trabajando en ella fueron cruciales para Jane. Compartió muchas tardes con esta activista que apoyaba la emancipación y la igualdad de las mujeres y empleaba a trabajadoras tanto blancas como negras en sus múltiples negocios, incluida su tienda de sombrerería.
Jane abrió su propia revista: Cycle Magazine. Era un momento marcado por las demandas de la igualdad y la bicicleta se había erigido en símbolo de la independencia. La revista resultó una acertada apuesta. Poco después, se animó a sacar Home-Maker.
Con 40 años, una familia, dos revistas, y cierto bienestar económico, aún quiso hacer algo más. El mismo año en que fue rechazada en la cena ofrecida a Dickens, fundó el primer club profesional para mujeres en los Estados Unidos.
El Sorosis arrancó con 12 miembros. Para la primera sesión, Jane Croly eligió el restaurante del que había sido excluida meses antes. En abril de 1869, ella y un grupo de miembros del Sorosis interrumpieron el almuerzo “masculino” celebrado en Delmonico’s celebrando su reunión inaugural en el mismo local. Allí, entre las lámparas de cristal, los pesados cortinajes y los suelos de mármol, las damas del Sorosis dieron cuenta de las exquisiteces preparadas por Charles Ranhofer, uno de los chefs más reputados del momento. No era un mal comienzo. El éxito de club fue tal que al año siguiente de su apertura ya contaba con 83 socias.
Varios hombres solicitaron unirse al Sorosis. Sin embargo, recibieron la siguiente respuesta: «Admitimos, por supuesto, que el accidente de su sexo puede resultar en su caso una desgracia y no una falta; tampoco queremos arrogarnos nada a nosotras mismas porque tuvimos la suerte de nacer mujeres … Sorosis es demasiado joven para la sociedad de caballeros y se debe permitir que crezca. En los años venideros, su respuesta a todos los pretendientes varones sería: “Principios, no hombres».
El club promovió actividades educativas en materias como el arte, la literatura o las ciencias y concedió ayudas para la capacitación de mujeres inmigrantes. Otras cuestiones como el sufragio femenino o la reforma de las leyes penitenciarias no tardaron en llegar. Fue uno de los 63 clubes que formaron la Federación General de Clubes de Mujeres en 1890 y a principios del siglo XX se expandió a otras ciudades estadounidenses.
Jane Cunningham Croly (1829-1901) y el Woman´s Press Club de Nueva York
El Women’s Press Club de Nueva York
Cabría preguntarse si con su agitada agenda social, el trabajo periodístico, las dos revistas y sus obligaciones como madre Jane Croly disponía de tiempo para algo más. Sin embargo, en noviembre de 1889 abría sus puertas el Women’s Press Club de Nueva York con 40 miembros. Por fin las mujeres periodistas tendrían un lugar donde reunirse, donde ponerse al día de las últimas noticias, donde disfrutar de una charla, escribir un artículo o simplemente pasar el rato. Uno de esos logros que se deben a personas brillantes como ella.
El club impulsó proyectos cívicos, becas de periodismo, conferencias, actividades literarias y sociales. Las salas estaban siempre abiertas para cualquier afiliada. Mesas y sillas plegables acogieron las primeras reuniones. Con el tiempo, las socias contribuyeron con diverso mobiliario. Como ocurrió con el Sorosis, a los cuatro años de su fundación el número de asociadas creció exponencialmente hasta superar las 100. Por allí pasaron grandes figuras del periodismo nacional. Jane Croly presidió la institución hasta su muerte. La organización se disolvió en 1980 pero las actas, los álbumes de recortes, la correspondencia y el resto de documentos están a buen recaudo en la Biblioteca de la Universidad de Columbia.
Jane Croly siguió activa hasta el final de sus días. Siempre había algo que hacer, noticias por publicar, reuniones que atender. Apoyó la igualdad de derechos haciendo especial hincapié en las nuevas carreras para las mujeres de clase media. Para ella la independencia financiera y la igualdad económica eran tan importantes como el derecho al voto.
En 1889 tras enviudar, aceptó un puesto como profesora en la Universidad de Rutgers, New Jersey. Fue la primera profesora estadounidense en enseñar “redacción de noticias” o lo que viene a ser hoy “periodismo”. En 1898 sufrió una aparatosa caída que le rompió la cadera; Jane Croly nunca se recuperó de aquel accidente. Siendo ya anciana, se aventuró a hacer un viaje a Inglaterra para ver de nuevo su país natal. Fue su personal despedida de sus raíces familiares y su última gran aventura.
Al poco de regresar a Nueva York sufrió una recaída. Murió de insuficiencia cardíaca el 23 de diciembre de 1901. Está enterrada en Lakewod, Ocean County, New Jersey. En la tumba reza la siguiente frase: «Nunca dejé de hacer algo útil para la mujer si estuvo en mi mano».
Sus logros inspiraron en otras mujeres el deseo de trabajar, de asociarse, de prosperar. Mucho tiempo después, cuando miramos atrás y descubrimos la vida de precursoras como ella, podemos adivinar lo que las movió. La aventura y el romanticismo de una era desaparecida corrieron por sus venas.
Hoy, caminando muy cerca de Wall Street, en la intersección de South William Street y Beaver Street donde se encuentra el precioso edificio que alberga Delmonico’s’s, cuyas columnas que flanquean la entrada fueron importadas directamente de Pompeya, recordamos a Jane Cory, una mujer que supo cobrarse la revancha de un desaire levantando uno de los clubs más prestigiosos de Manhattan.
En 1994, “Jennie June” para los amigos, fue incluida en el Salón Nacional de la Fama de la Mujer.
Jane Cunningham Croly (1829-1901) y el Woman´s Press Club de Nueva York