- Descubren un antiguo jardín en Jerusalén - 27 de abril de 2025
- Las primeras opiniones de ‘Thunderbolts’ - 27 de abril de 2025
- Agustina Bazterrica: Las indignas - 27 de abril de 2025
Isaac Prieto Caballero, Cerralbo (Salamanca, 1941).
Vive en Sevilla.
Maestro.
Participa en el grupo poético Gallo de Vidrio desde su fundación. Publica en la revista y en las antologías del grupo: Azulejos, La Granada, Aljibe, Altozano y Azotea de la calle Redes.
Tiene publicados los libros: Verso Vario, Cantata para una novia y Postales de Navidad.
Esta mañana volvimos
al Parque de María Luisa
donde cruzamos miradas,
donde aprendimos caricias,
donde la chispa saltó.
El magnolio estaba en flor
cuando en rosario de besos
en un abrazo fundidos,
encendidos y sinceros,
juramos eterno amor.
¿Cuántas veces el magnolio
habrá florecido blanco
preguntando qué habrá sido
de aquellos que aquí juraron,
si acaso el fuego prendió?
Hemos vuelto de la mano,
también el magnolio en flor,
pocas llamas, buen rescoldo.
Como blanca la magnolia
así sereno el amor.
A veces las flores sueñan
con subirse al balcón de una melena
en estado natural.
Con presumir en las fiestas de los hombres,
con dejarse ver.
A veces las flores sueñan.
Luego, mustias, se mueren
en la repisa triste de un lavabo.
He puesto el alma de perfil,
abierta, sin pliegues, sin costuras,
a secar sobre la vieja encina.
El viento pasa, mira, empuja
y la deja estar en su temblor
de eternidad deshilachada.
Se ha sembrado de rotos,
mapas sin luz,
heridas de aguardiente,
quemaduras del tiempo.
¿Es el tiempo el que pasa
y desarregla?
El alma sigue abierta,
tan abierta
que ya sólo es herida
sin sangre en que agarrarse.
Que no me sé muy bien
pasar de lo aprendido a lo enseñado,
de lo que fue verdad entonces
a lo que es verdad ahora sin remedio.
Mañana habrá verdad distinta.
Nosotros no estaremos.
Seguirán matando por lo mismo
y muriéndose igual.
Pero las flores, los pájaros y el viento,
con su cantar hermoso,
seguirán luciendo
sin preocuparse un algo por lo nuestro.
Harmonielehre
John Adams
La orquesta es numerosa y variopinta.
Chismes sin fin, cacharros sin sentido,
artilugios sin nombre de inventario,
misterio en los misterios de una batuta noble.
¿Qué brotará de tales artefactos?
De pronto resucita la algarada,
los ruidos del atasco de la calle
dominan en la mente. Los sentidos
ajustan los compases reiterados
a felices recuerdos de la infancia.
Qué hermoso, cada tarde anocheciendo,
el regreso al ejido del ganado.
Cada cual con su esquila o su cencerro,
cada cual con sus prisas y sus cantos.
Un silbo del pastor, algún ladrido,
un trallazo de látigo en el aire.
Una flauta que suena en la distancia,
el jolgorio de niños en la plaza,
el crotoreo de cigüeñas en la torre.
El grillo, la cigarra, el pregonero.
Golondrinas chirriando en desbandada.
Timbales, campanillas, fagot y arpa.
Contrabajo y violín, triángulo y flauta,
castañuelas, panderos y celesta
en trepidante y armónica amistad.
Imágenes de infancia, mil recuerdos
hermosos, espacio vital, melancolía.
Concierto
Y vendrán tus palabras,
las primeras,
(sin saber si dices lo que miras,
si sonríes lo mismo que te aplauden,)
a llenar el mundo de ternura.
¡Qué disloque!
Y dirás:
Papá, mamá, abuela, abuelo,
agua, caca, pan.
Acaso, sol, sonrisa, beso…
Después ya irás diciendo…
Que vivir es decir.
La palabra es la clave
y el secreto.
Para Ángela
Fotografía: http://es.forwallpaper.com
Con cesión de derechos de autor