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Hegel aunque es un claro partidario de los ideales de la revolución francesa también precisa el alcance de la libertad de decir y opinar en comparación con la característica de las ciencias.
En relación con esto escribe Hegel: «Definir la libertad de prensa como la libertad de decir y escribir lo que se quiere, es paralelo a definir la libertad de hacer lo que se quiere. Este modo de hablar pertenece a la superficialidad y al primitivismo aún totalmente inculto del representar». La clave sería la clara determinación de lo que se puede entender como un modo superficial de opinar.
Porque la simple tolerancia con las discrepancias de opinión, ya considero que es, por sí mismo, algo plenamente plausible. Aunque la gran cantidad de interpretaciones posibles acerca de cualquier hecho o situación de la realidad me parece que establecen la posibilidad de decir que son válidas también las opiniones subjetivas basadas en razones que pueden ser más o menos sólidas.
La diferenciación que establece Hegel entre las categorías de las verdaderas ciencias y el terreno de la opinión pública considero que es acertada y coherente, pero no impide que existan muy diversos planos de consideración de los asuntos, y que sean legítimos, porque pueden delimitarse, de un modo aproximado, con las pertinentes aclaraciones. Ya que la imprecisión del lenguaje es verdad que aparece más en el ámbito de las opiniones y de lo subjetivo, pero no desaparece del todo en las ciencias.
Y a esto se añade la disparidad de teorías contrapuestas y el mismo cambio y evolución de los paradigmas científicos, en el sentido kuhniano. De todas formas, Hegel es consciente de estas cuestiones porque escribe en su Filosofía del Derecho: «Por lo tanto, así como la expresión científica tiene su derecho y su garantía en su materia y en su contenido, la expresión injusta puede tener una garantía, o por lo menos tolerancia, en la situación despreciable en la ella misma se coloca».
Considero que los peligros de una actitud intolerante y represiva de la libertad de pensamiento, manifestada en lo que se escribe o dice, son mayores que los derivados de una aceptación de las expresiones injustas o desafortunadas, mientras respeten a las personas.
Lo irracional no precisa descalificación explícita añadida, entre otras razones, porque también entraríamos en minuciosos análisis hermenéuticos de cada enunciado, y de las posibles intenciones implícitas del autor. Señalo esto, porque, actualmente, una de las corrientes filosóficas más seguidas es la hermenéutica crítica que deriva, fundamentalmente, de Vattimo.
En el célebre asunto Cousin se patentiza la fuerza opresiva del estado en la Europa del primer tercio del siglo XIX. Y la obsesión por los supuestos peligros de determinadas relaciones políticas. Algo a lo que no fue ajeno Hegel.
De hecho, sobre todo a partir de 1821 tuvo que matizar mucho sus escritos de carácter político, y tener sumo cuidado con lo que escribía en sus cartas, y con las relaciones con representantes políticos reformistas, o que no estaban de acuerdo con la política más conservadora del estado prusiano. Afortunadamente en la actualidad estos problemas relativos a la libertad de expresión y de pensamiento están, aparentemente, superados en los países democráticos.