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Gutiérrez Lanero, Goya (Zaragoza – 17 de Noviembre de 1954). Reside en Castelldefels (Barcelona). Es poeta y escritora. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Central UB. Ha sido profesora de instituto impartiendo la asignatura de Lengua y Literatura castellanas. Es coeditora y directora de la revista literaria Alga www.castelldefels.org/alga.(Castelldefels, 2003). Es miembro de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña). Ha publicado las plaquettes Regresar, Bauma Cuadernos de poesía (Barcelona,1995) y Desde la oscuridad/From the darkness Carmina in minima re (Barcelona, 2014), y los poemarios De mares y espumas, La mano en el cajón (Barcelona, 2001), La mirada y el viaje, Emboscall (Barcelona, 2004), El cantar de las amantes, Emboscall (Barcelona, 2006), Ánforas, Devenir (Madrid, 2009), Hacia lo abierto, edición de autora (Barcelona, 2011) y Grietas de luz, Vaso Roto Ediciones (México-Madrid, 2015). Sus poemas, narraciones y comentarios críticos han sido publicados en revistas como Alga, Turia,, Cuadernos del Ateneo, Cuadernos del Matemático, El Periódico de Poesía, The Barcelona Review, Barcarola o Encuentros en Catay, entre otras. Su obra poética ha sido incluida en más de una veintena de antologías impresas y en formato digital. Ha participado como invitada en diversos Festivales de Poesía nacionales e internacionales. Poemas suyos han sido traducidos al catalán, rumano, italiano e inglés. Para más información ver: www.goya-gutierrez-lanero.com
DEL DOLOR Y DEL TIEMPO
Humana y vulnerable
llora sangre mientras se hunde
con las manos el vientre
retuerce sus pezones con rabia
remueve recuerdos envenenados
que la erizan
no sabe si fue un mal sueño
pero es testigo en aquella tarde
de los parques sobre el lago
de los espejos
de la imagen de la mujer
de los mil ojos
profundos pozos de mirada congelada
rostro carnoso que no tiembla
ni se enturbia sobre el agua
diosa azabache de un bosque sin quejidos
de exuberantes plantas devoradoras
del dolor y del tiempo
(De El cantar de las amantes, Emboscall, 2006)
XII
Y cuándo corazón aprenderás
a no dejar volar como incautos gorriones
las palabras
que habían de velar ese tesoro
Habitante tranquilo
en su urna de cristal cerca de tus entrañas
De pronto su cadáver de polvo amenaza
con volver a existir
De nuevo ahogar tus ojos en la arena
del árido desierto que un día atravesaste
huyendo del exilio
Pero sé que dentro de esa noche de hiena
crece también la llama de la vieja bondad
en el pecho de la mujer o el hombre
que apacigua el aullido hasta hacer canto:
de esa voracidad mortal por vivir
y pronunciar el nombre nunca escrito
(De Ánforas, Devenir, 2009)
VII
Y sin apenas percibir el tránsito
de todo lo que gira y se abre
a aquella luz regada en tu jardín
Vendrá su propia sombra
a arrebatar un día la luminosidad
del rostro de un geranio
Y poco a poco el mismo movimiento
portador de la vida
lo irá desposeyendo de sus ropas carnosas:
Despojos bajo hierbas a secar al sol
Cenizas de sus ojos y labios
Y polvo de sus hojas
Raíz candente a la que se aferraban
los ardidos recuerdos
la memoria podrida por el agua
(El alimento reciclado en la tierra
al fondo entonces de esta triste maceta
cuando tú ya no estés)
Mas quién hará
sino un extraño y ordenado Azar
que de alguna semilla envuelta en barro
desplazada o rebelde de su órbita
prenda luz nuevamente
en su jardín-hogar:
fulgor que vivifica y que fulmina
y hace posible el cambio
(De Hacia lo abierto, 2011)
Invierno
I
Sabemos que el orgullo no siempre está al resguardo
de los vientos cortantes, ni el cultivo tenazmente sembrado
libre de pedregadas que quiebran la hornada de una vida.
Que las horas, voladores insectos invisibles, se escapan.
Que los ocasos se amontonan sin descanso, y precipitan
la ebullición del líquido, que poco a poco se consume.
Que una jaula de grillos se ha colado aquí dentro,
y nos impide gozar plenamente de nuestra sinfonía
preferida.
II
Pero con todo ¿dejaremos que lo opaco tienda alguna
de nuestras vísceras al sol, como un trapo viejo abandonado
detrás de nuestros ojos, a la espera de que alguien lo rescate,
o tomaremos parte, y arrebatándoselo coseremos
sutilmente sus costuras, le daremos un nombre propio,
plancharemos su centro y todos sus vértices
hasta prenderlo dentro y conseguir que lata y se alce
como cometa a la luz azulada de un día cualquiera
de invierno?
(De Grietas de luz, Vaso Roto, 2015)
Desnúdate de sauce, de sus lánguidas ramas, y viste de saúco, de todos sus brebajes
en el hervor del tiempo, sobre el papel en blanco,
para pisar suavemente la niebla, y a tientas adentrarte hacia fuera,
hacia el borde del mar,
y allí junto a la arena, sobre la boca que devora la albura de los nardos marinos
derramarte
como si desclavaras de su azar infantes perdidos y entregados a todos sus venenos,
antes del sudor negro, del oscuro temblor del alquitrán.
Retrocedió el camino presa de la nostalgia, y se encontró la casa
que creía humeante, extinta, no habitada,
silenciosa como un animal sordo,
con los muebles y libros, los objetos traspasados de tiempo,
heridos por la luz
que un día diera forma visible a unos trazos de vida.
Vive, pon en un jarrón de agua como un ramo de rosas exquisito
tu alegría de hoy.
Rompe las verjas que han crecido en tus ojos, porque el dolor está encerrado
en este día en el desván de tu memoria, y de momento no comerá en tu plato,
ni impedirá que ofrezcas esta estrella de letras palpitantes, que has horneado
adentro
para quien quiera disfrutar de su luz.
(De A pesar de la niebla, inédito)