Giselle Lucía

Giselle Lucía

Carlos J. Rascón
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Giselle Lucía (La Habana, Cuba, 1995) Poeta, narradora y diseñadora. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Graduada del XVII curso del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Dirige el Grupo Literario Silvestre de Balboa y es profesora de Literatura en la Academia de Etnografía de la Asociación Canaria de Cuba, donde también funge como investigadora en temas afines a la cultura cubana. Su obra ha obtenido diversos lauros, entre los que destacan: Premio Nacional de Ciencias Sociales José Viera y Clavijo (2010), Premio de los VIII Juegos Florales (2010), Premio Nacional de Ensayo Benito Pérez Galdós (2011), Premio de Cuento Centenario de la Edad de Oro, en literatura para niños (2011), XIII Premio de

la Décima de la Tertulia Canaria (2011), XI Premio de la Décima de la Tertulia Canaria (2012), Segundo Premio de Poesía Voces Susurrantes (2012),

Giselle Lucía

2do Premio Farraluque de Poesía Erótica (2012), Mención en el Premio Regino Pedroso de Poesía (2012 y 2018), mención en el Premio de Glosas Jesús Orta Ruiz (2012). Fue finalista en los concursos internacionales de poesía Ángel Gavinet de Helsinki, Finlandia (2012) y Premio Poemas al mar, en Puerto Rico (2012). Obtuvo el Gran Premio de Poesía Fantástica Oscar Hurtado (2013), Premio Nacional de Poesía Benito Pérez Galdós (2014), Premio de Poesía KaraDura (2015), Premio de Décima Indio Naborí (2016), Tercer Premio Ala Décima (2017), Premio Yasmina Calcines de décima erótica (2017) y Mención del Premio Pinos Nuevos de Literatura Infantil (2018). Textos suyos han sido publicados en antologías y revistas de países como Cuba, España, Chile, Perú, Estados Unidos, México, Finlandia, Venezuela y Puerto Rico.

 

OTRA VEZ EN EL PRINCIPIO

En el Malecón

Alguien supo que las aguas no serían mansas

y el muro difícil de olvidar.

Ningún golpe de suerte lo desterraría.

Las piedras de las otras orillas son inciertas

como los rostros de las barcas que se asoman a la costa

como los planes de los ojos que se van sin mirar a atrás.

 

Alguien supo que la noche estaría fría

debajo de las estrellas de esta incertidumbre

la maldita incertidumbre que no avanza ni retrocede

solo permanece

permanece como las rocas del muro

el aire que sostiene a los aviones

o la distancia embalsamada en los ojos de aquellos que nunca la han visto.

Cualquier espacio sería necesario

cualquier orilla la adecuada.

 

Sobre los muros bajitos nunca hay espacio libre.

Todos saben que la noche es fría

y deben cuidarse de las aguas indóciles

por eso están esparcidos sobre el muro.

 

Hay música

ojos

bocas

idiomas

y preguntas.

El muro es lo suficientemente grande

para cubrir la orilla y protegernos de todo

pero aquel que se sienta en el muro

solo ve la distancia.

 

RESURRECCIÓN DEL GLADIADOR INOCENTE

Redondo sol encarnado
va cayendo al mar profundo
y parece un moribundo
gladiador ensangrentado.
Jesús Orta Ruiz.

Fuego indócil que adultera

sobre Roma el mar febril,

Coliseo donde vil

otra bestia vocifera.

Han quemado la bandera

con espadas de pecado,

la furia decide el hado

entre volcanes de gloria.

La sangre escurre en la noria

redondo sol encarnado.

 

No hay condena en la vigilia

que alucine en su trofeo,

la noche seduce al reo,

doblega el yugo, concilia.

Entre profetas se exilia

al nirvana de otro mundo

por el desquite rotundo

que desata un laberinto.

El siervo muerde el instinto,

va cayendo al mar profundo.

 

Otro cuerpo en cautiverio

con enredo desahoga,

finge en la plebe, le boga

a su ritual improperio.

¿Quién desnuda en el imperio

la cruz, el himno fecundo?

El trance –cual nauseabundo

dictamen del derrotero–,

pronto embiste al prisionero

y parece un moribundo.

 

El pugilato es la herrumbre

de los culpables en pos,

azar rajado entre dos

convites de servidumbre.

Nadie divague en la cumbre

cuando la hoguera ha cuajado.

Soy el grito en desenfado,

complicidad que desmiente,

resucito al inocente

gladiador ensangrentado.

 

 

PIROPOS

 

Una palabra en la distancia me golpeó de pronto.

Una palabra y un silencio que se borró a sí mismo

en el significado obsceno de la conjugación de un verbo.

 

La mujer contiene su ira contra el lenguaje,

y se coloca los audífonos para no sentir nada,

para habitar en los espacios del sonido,

la tranquilidad paralela del sonido,

ajena a los disparates de su raza.

Limpia de la lujuria de las calles,

dentro de sí misma.

Protegida de todo y todos,

sin perfumes, ropas y sonrisas,

inocente, libre, todavía niña,

sin curvas o edades,

sin sexo.

 

 

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