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Francisco Mena Cantero.
Oriundo de Ciudad Real, reside en Sevilla desde l971. Tiene casi una treintena de libros con títulos como “Esta ausencia total” (Premio Ricardo Molina); “Mar de altura” (Premio Ciudad de Zamora); “Diario de una bruja” (Premio Villa de Madrid “Francisco de Quevedo”); “Puertas urgentes” (Premio Juan Alcaide);”Las cosas perdonadas” Col, Adonais; “Monte Tabor” (Premio Villa de Martorell); “Este vino antiguo” (Premio Paul Beckett); “La fe que nos lleva” (Premio de Poesía Mística “Fernando Rielo”), etc.
Es Hijo Adoptivo de Fontiveros, cuna de S. Juan de la Cruz; Juglar de Fontiveros (Ávila); Caballero Andante por la Asociación Cultural de Ciudad Real “Quijote 2000”. En febrero de 2014, fue nombrado también Hijo Adoptivo de Ciudad Real, ciudad donde vivió desde el tercer día posterior a su nacimiento en Madrid.
EL LAGO DE LOS CISNES
Y hoy
cuando sigue la guerra amenazando
las columnas del mundo. Hoy
a pesar de que el ángel no vino a despertarme
y extraños caracoles
no me quisieron saludar,
siento las manos tibias,
agradezco
cualquier palabra.
A lo mejor no me conozco
y empiezo hoy
a contar los silencios
que me separan de otros hombres.
Hay veces que la vida
nos promete cerezas
y no sabemos dar las gracias.
Hay días
que uno mismo quisiera haber nacido
muy lejos
y venir desde allí a conocerse.
Hoy es el día.
Hoy un soldado acaba de morir
mientras en la ciudad llena de escombros,
entre el hastío y la mentira, suena
el “Lago de los cisnes”
a no sabemos cuántas
revoluciones.
EL ÁRBOL
Retienes bajo el pie toda la tierra
sobrante de los muertos. Las raíces
llevan sabor de luna o noche,
temblor de hormigas, cauces de silencio
donde crece un afán de tiempo y hoja.
Esta quietud del tronco, vena
que en la memoria eleva su perfil
como el cuarto creciente de la vida,
tiene el ritmo severo de quien sabe
que no es inútil su ascensión.
Ansia de viento ante los ojos,
tiempo dormido en luz, grito de barro,
clamor nunca escuchado, de la tierra
levantas el lenguaje incomprendido
de tu erguida palabra silenciosa.
Y en el pretil, hecho de sombra, luce
la grácil curva oscura de tu copa.
EL PUEBLO
Pronto olvida la mano. No la aurora
de aquellos días: niños estrenando
tiempo y escuela.
Sobre un mapa,
un anciano maestro repetía
que la tierra es dominio de los dioses
decapitando la verdad,
y que este pueblo es humo contenido.
Hasta aprendieron
a medir las miserias de los hombres
por brazadas de espera.
Comprobaron
que Dios espera siempre
en una orilla del camino,
y que el amor madura en las espigas
si en su simiente se arrodilla el viento.
Construyeron su cosmos,
inventaron leyendas y escribieron
las olvidadas páginas del libro
de los instantes.
Fue testigo la tierra de sus fuentes,
y los niños, más puros
dictaron testamento a los mayores.
Y en cada primavera. Y en otoño
recordaron la lluvia
y consagraban
las calles y el costado
al reino del amor.
Supieron
que en el secreto de la muerte
cabe la eternidad, y qué prodigio
adorna la cintura de las chica
cuando decimos primavera.
Hoy
el mismo pueblo
es un misterio memorable.
DOS VECES
Dos veces por tu calle, amor. Dos veces
ascendí hasta tu altar, toqué tu gloria.
Hoy te busco otra vez por la memoria
y me bebo el recuerdo hasta las heces.
Dos milagros sin panes y sin peces,
dos solos de Tabor para mi historia,
dos cangilones de la misma noria
donde apareces y desapareces.
Dos veces hombre, y hombre dolorido
por dos milagros de la misma suerte,
dos atajos de amor desde mi ejido.
Ahora no tienes donde sostenerte,
que el agua de la noria se te ha ido
dos veces por la acequia de perderte.
LA CAZA
“Que le di a la caza alcance”
S. Juan de la Cruz
Toda el ansia del mundo, toda, cabe
en este hueco, aquí, justo a mi lado
sintiéndolo latir, despreocupado
de poner este sitio bajo llave.
He empezado a notar como si un ave
volara cada día en mi tejado,
pero me siento, a veces, tan cansado
que apresarla no puedo; y Dios lo sabe.
Todo es girar lo mismo que una noria,
sumergirme, emerger en la aventura
de lidiar el recuerdo a todo trance,
pues no me queda nada en la memoria
sino la comezón de esta locura
de querer a la caza darle alcance.
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