Francisco Javier Gallego Dueñas (Rota, Cádiz, 1968). Licenciado en Historia Medieval (UGR) y Sociología (UNED). Doctor en Sociología con una tesis sobre sociología del secreto. Actualmente es profesor de secundaria en su tierra natal. Editor y fundador de la revista Voladas. Ha publicado en diversas revistas académicas y literarias y está incluido en varias antologías. Mantiene un blog de opinión y crítica literaria (https://profundamensuperficial.blogspot.com). Autor del poemario Las gramáticas del tiempo (Takara Editorial, 2017) y Somos grieta (BajAmar, en prensa).
Quisimos controlarlo todo
NO siempre estaremos aquí,
y seguirán estallando de color las flores,
y a lo largo del camino amapolas
teñirán de Renoir las cunetas.
Abandonarán el cuidado los enfermos
y conductores ebrios llegarán a salvo,
cruzarán niños solos los semáforos
sin que una brizna de hierba los roce.
Quisimos controlarlo todo,
evitarles rasguños, llantos, lesiones,
y llegaron lluvias, tempestades, zarpazos.
Asistimos tras un cristal antibalas
a la selva de susurros y venganzas.
Nada pudimos hacer, nada podremos
más que esperar sentados
a que el teléfono
nos tranquilice con su sobresalto.
Confiemos ciegos en la bondad del mundo,
del que ni tú ni yo fuimos cómplices,
porque vigilar a todas horas
no hizo sanar ninguna herida.
Cuando ya no estemos, porque ya no estamos,
seguirán girando a la deriva,
el azar, lo necesario,
los fuegos artificiales y los sapos.
La lista de pendientes nunca acaba,
aprender a nadar, a gatear y deslizarse,
a atarse los zapatos, a dormir a pierna suelta,
a cuidar del aire que respiran,
mantener el orden de calcetines y de libros,
usar ibuprofeno y fallar canastas,
aprender a sudar y a suspirar cuando alguien mira.
Tendremos, eso sí, que hilvanar sus historias,
los juegos y los regresos, los testigos y las sombras.
Atesoraremos para ellos las fotografías
para que cobren sentido en sus memorias.
Guardaremos en cajas fuertes sus agonías,
pesadillas de andar por casa y sus pequeñas sorpresas,
aquellas que puedan ruborizarlos con el tiempo.
No necesitamos mapas con pistas porque
nosotros mismos enterramos sus secretos.
Aprenderán, como aprendimos,
a maldecir con voz en grito, a insultar entre dientes,
y seguirán las amapolas
brotando entre las zarzas.
De Las gramáticas del tiempo, Takara, 2017
Avenida de la Borbolla, Sevilla, 3 a. m.
El extrañamiento ante un mundo
que continúa existiendo
cuando los ojos se cierran.
Saber que continúan de guardia
en las garitas cada noche,
que recorren las avenidas algunos taxis
y otros esperan medio dormidos en las paradas.
Que siempre hay sufrimiento
en las salas de espera
de las urgencias de los hospitales.
Que los insomnes escucharán
una
a
una
las campanadas del reloj,
incluso
cada
uno
de
los
golpes
de
su
tic
tac.
Alguien celebrará el amor
y alguien mirará unas pastillas
con la serenidad de cerrar todas las puertas.
Cada noche.
De Somos grieta, BajAmar (en prensa)
Das Vampiren
Como quien muerde un cuello beber libros,
las almas atrapar de los que escriben
y con ello ser inmortales.
Sin eterno descanso, alejar la muerte
página a página vagando.
La sutil dentellada que los ojos
acometen en cada verso.
Leer es aspirar alientos tenues
y dormir, cada día, en un lecho
de tierra propia.
Inédito
Image by My pictures are CC0. When doing composings: from Pixabay
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