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Faustino Lobato Nace en Almendralejo (Badajoz). Tenía dieciocho años cuando se fue a estudiar a Badajoz. A los 24 años comenzó estudios de Antropología y Teología en Louvain-la-Neuve (Bélgica). Por los años ochenta, vuelve a Badajoz alternando la acción social, en la Plaza Alta de la ciudad, con la docencia universitaria. Durante catorce años fue docente en la Facultad de Educación. En el año 2000 inició su andadura, como profesor de filosofía, en Bachillerato. Por estos años del nuevo milenio, y en el ámbito de la creación literaria, se integró en el grupo de escritores y creadores plásticos, “Gallos Quiebran Albores”, en Mérida. En el 2010, con un pequeño grupo de escritores pacenses, funda en Badajoz la Tertulia de escritores, Página 72, ahora refundida. Los cinco últimos libros publicados son: Las siete vidas del Gato. (2ª edición) IMCREA.2009; Un concierto de sonidos diminutos. Herákleion.2013; El nombre secreto del agua. Vitruvio. 2016; Rehacer el alba. Memorias de un Naufragio. Vitruvio. 2017 (Con Prólogo de Efi Cubero); La sorpresa de lo humano. Badajoz. Fundación CB. 2018. (Ver bibliografía en https://www.aeex.es/autores/lobato-faustino/)
Final o principio
Me asombro al mirarme
en tu lago herido: Tu cabeza
de tormenta, tu boca acristalada,
tus manos borrachas de caricias.
Pregonas el final,
un principio sin violines, el tránsito.
Brotar de la vida en otro surco.
Amanece, tu carne se despierta de luz.
(De Las siete vidas del gato.)
La piel de un poema
He perdido la cuenta de las horas,
mientras los sueños sellan
el recuerdo de otros versos.
La piel de un poema reclama
el canto de los gritos
agolpados en las manos.
La forma de tu voz se pierde
en el barullo de la calle,
dejándome la huella del sonido
con ese olor a soledad
que dibuja desiertos.
Después, por los rincones,
llega el delirio de las musas.
Me seducen y detienen el tiempo
con la sorpresa del poema.
(De Un concierto de sonidos diminutos.)
TENGO la luz pegada a la espalda
con esa misericordia de colores
que hace diferente la tarde.
Y hago silencio, un rito
que acorta la distancia
entre el caos y la eternidad.
Tengo el perfume de las piedras,
el rostro del agua, que perdona
la ceguera de los días.
(De El nombre secreto del agua)
SORPRENDE descubrir
la belleza de lo inacabado;
la sospecha de un trazo de color.
Sí, sorprende
la solemnidad de lo sencillo,
lo que no es ahora
sin saber qué vendrá después.
Me sorprende sentir la impotencia
y querer arreglar el mundo;
la emoción de releer los versos de la Pizarnik;
cada amanecer después de haber soñado con tus palabras.
Sí, me sorprende que no sorprenda a nadie
este concierto de sonidos diminutos
que me envuelve a diario;
la inutilidad de mis poemas
incapaces de expresar
la cobardía de mi verdad.
Sorprende
la búsqueda de no saber qué y disimularlo;
el tiempo, esa constante de momentos que pasan
y que quiero contener en el trazo de unos versos;
la paternidad que me hace crecer hacia dentro.
Sí, me sorprende y me halaga esta condición
de lo extraño;
esta gana de vivir en un continuo empezar
desde cero.
(De La sorpresa de lo humano.)
ES POSIBLE la luz cuando la paciencia de la noche rehace el alba. Es posible la claridad a pesar de sentir el peso de la propia historia, esa levedad de la existencia donde las heridas parecen cerradas, donde los fantasmas y sus infiernos simulan no existir a la vista de todos. Y en esta posibilidad, de cercanas utopías, el albor revela, con insolencia, que no tengo agua en las manos ni palabras en la mirada, sólo silencio ante la agonía de un naufragio permanente
(De Rehacer el alba. Memorias de un Naufragio.)
Image by Joachim Thiemann from Pixabay
Aqradezco a Magazine Cultural su generosidad conmigo. En especial gracias a Ana Santaella por su complicidad con mi obra. Un abrazo