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Farid Othman-Bentria Ramos (Tánger, 1979), nace en el seno de una familia orgullosa de su interculturalidad. Se forma en CC. Políticas y Sociología en Granada, ciudad en la que reside durante veinte años y que culmina su carácter profundamente humanista. Poeta desde siempre, culturalmente inquieto, actualmente es Director de FIDH (Fundación Internacional de Derechos Humanos), Coordinador Federal del Grupo MEDINA (árabe-Amazigh) del PSOE, miembro de la Ejecutiva de la Asociación Carmen Cerdeira, miembro del Observatorio Euromediterráneo de Democracia y Espacio Público la URJC, del EMUI (Euromediterranean Univesity Institute y de la Agrupación de Retórica y Elocuencia del Ateneo de Madrid, activista social, asesor y gestor cultural.
En 2012 publica Un viento de madera (Ediciones Dauro, 2014), un libro-arte que recoge poemas y prosa poética de exquisita belleza y sensibilidad en versión trilingüe español-francés-árabe, y en el que se combinan los textos con fotografías del propio autor. Ha coordinado la antología de poesía Estrecheños (Editorial Lápices de Luna, 2016) y ha participado en numerosas revistas literarias y obras como la Revista Aúrea o Primer Acto. También es el autor de la instalación artística Nawras, un viaje al Tánger emocional.
Asedio
Salve.
Conozco a mis tropas
y a las calles estrechas
que llamas ciudad.
No hemos hablado aún
de murallas.
Permanezco a la espera.
Tengo el viento a favor.
Tengo el tiempo y las ideas.
Me visto con la piel del invasor
y con una sola certeza:
tú comenzaste el sitio.
Voy dibujando tu nombre
Voy por la ciudad
dibujando tu nombre
en cada esquina.
Hoy, he vuelto,
con tu milagro en mi boca,
a creer en los pecados.
Nones en pares
Con la piel a medias ya me basta
para crear para ti
un libro escrito en hojas pares.
Los versos, nones, observan.
El romance araña tu nombre en mí
mientras enredo mi aliento en tus piernas
buscando el ritmo de tus labios,
la sonrisa abierta en amapolas.
Voy a llegar a ti
con el vuelo en tus alas,
con la libertad saciada
del más común de los creyentes.
Libertad
Al galope sobre los cielos encendidos,
blanca nieve, tempestad,
un rubor que hace caminos a su paso,
un lugar para llamarte libertad.
Así sus manos
Nunca, como las suyas, unas manos.
Un suave sentir para mover el mundo.
La música aliena a tientas las notas
cuando busca su tacto.
A lo largo del sueño las caricias
emergen de sus dedos como el agua
para besar la lluvia y ser marea,
ser orilla y milagro.
Abrazo de su piel, casi lejano,
tan capaz de alentar al universo
que conmueve al amor
y desnuda al tiempo, sobrepasado.
Silueta fugaz, luz en movimiento
un paso al margen de la realidad,
en sus manos se crea intenso el sabor
del dios de los encuentros.
Reloj sin manijas
Como si el piano de las olas fueran teclas
tus tobillos chapotean tras tus pies
y las caricias
brotan del azar a tus perfumes
callando la razón incontestable de tu risa.
¡Cuánta razón tienes!
No quepo en mi piel tras cada abrazo
y hay tanto abrazo cada día
que los segundos le quitan la razón al tiempo,
que la vida nunca me llegó
de esta manera.
La deuda
Dicen que hay un verso nuevo,
una forma de rimar
que ignora los espacios,
un talento dormido en los parques
que quiere despertar
allá por donde paseamos.
Vago color que fue pasado,
que ignora el sabor con el que besas,
que no sabe que no hay desamor sin hipotecas,
que puede, sin duda, esperar sentado,
que sólo tú y yo sabemos
cómo me quedé
con tanto por dar tras el naufragio
que soy, en sí, yo la deuda,
y, tú, la que no podría aceptar
una dación en pago.
Sombra sobre papel
Mi mano a la espera.
Sombra sobre el papel,
verso contenido.
El latido, el vínculo,
en movimientos pausados,
pretendidos
círculos de humo,
quisiera sonreír sin importarme
si estos puntos suspensivos
llegaron para abrir
o cerrar
mis labios.
Mi mano sobre el papel,
la cadera de las letras
marcándome el paso.
Aquí está,
éste es
mi veneno necesario.