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Por: Alejandro Quintana
En esta entrevista el autor sevillano nos habla de su nueva obra “Metamorfosis y otros relatos. 49 sombras + 1”, pero también nos deja ver su perspectiva sobre otras metamorfosis: la social, la individual, la literaria. “Metamorfosis es hacer de la rutina un sueño, del sueño una realidad… Tal vez la verdadera Metamorfosis deba estar orientada a darles herramientas a las personas para que sean ellas los verdaderos artífices de su futuro. Todo lo demás es mentira”.
Tras dos exitosos libros “Relatos para la tortura de un abandonado doméstico” y “Carlos y alguien más”, Ediciones Carena vuelve a apostar por la obra de José Acevedo (Sevilla, 1965), un creador multifacético que hoy reside en Jerez de la Frontera. Su nuevo libro es un desafío a la imaginación del lector. Desafíos que le apasionan a Acevedo hasta el punto de que tienen que ver con la mirada que asume para vivir y observar. “Metamorfosis y otros relatos. 49 + 1 sombras”, contiene una ilustración de Gonzalo Seis por cada historia más la portada. En esta entrevista el autor, trabajador social amante de los libros, confronta sus mundos y los de los otros. Para él, Literatura y realidad forman parte de un mismo mundo donde conviven poderosos y dominados. Cada quien expuesto a vivir su propia metamorfosis. En este encuentro José Acevedo también nos revela algunos puntos que le unen con Franz Kaflka, como que los dos trabajaron para una compañía de seguros. El 17 de diciembre “Metamorfosis y otros relatos” se presentará, por primera vez, en la librería La Sombra de Madrid. La actriz Estela Perdomo realizará una lectura dramatizada de sus relatos, mientras el escritor Edgar Borges compartirá diálogo con el sevillano.
Pregunta: -¿Qué cuenta la obra en general de José Acevedo?
Respuesta: La obra de José Acevedo es un mundo. Un mundo construido desde que a los doce o trece años se plantea ser escritor, pero un escritor de historias que pudieran emocionar al propio José Acevedo. Es por ello, que muchas personas cercanas le hayan dicho siempre que “tú escribes para ti, no para los demás”. Y por supuesto que José Acevedo escribe para sí mismo. Ese mundo de José Acevedo está compuesto por historias contadas por maestros de las letras que fue conociendo a lo largo de esos años y, por supuesto, por el mundo que le rodeaba al propio autor, por las personas que han compartido momentos con él, aunque sean unas horas: alguien que ve en un banco meditabundo o acostado, alguien que duerme sobre un cartón en el interior de un cajero automático, alguien que espera en el velador de una terraza mientras espera previsiblemente a otra persona, o no. Porque el mundo literario de José Acevedo es tan extraño, que podría compararse con la fantasía, o con la realidad; con el blanco y negro, o con el color… Es, simplemente, el mundo que nos rodea visto por sus propios ojos, los que le acompañan desde que tiene uso de razón.
P: – ¿Qué clase de literatura lee? ¿Le gustan otras artes?
R:- He leído mucho desde que tenía doce o trece años, pero siempre de una manera ordenada, sí, por territorios definidos y diferenciados: literatura española, literatura hispanoamericana, literatura rusa, literatura inglesa, literatura italiana, literatura alemana, literatura francesa, literatura asiática o literatura norteamericana… Un autor determinado me iba introduciendo en otro, buscando similitudes entre ellos. De todos esos autores fui aprendiendo y sacando unas enseñanzas, incluso de los menos buenos, porque cada autor, escriba lo que escriba, tiene algo que aportar. Pero de todos ellos, se pueden entresacar algunos, más por la forma de contar sus historias, que por las historias en sí que contaban: me enamoré perdidamente de la literatura francesa después de leer a Balzac. De ahí llegué hasta Boris Vian y George Perec. Un casual primer viaje a Praga, me condujo a la oscuridad de sus calles y a la obra de Kafka. La eclosión del realismo mágico en mis años de estudiante me llevaron hasta dos autores tan distantes y distintos: Cortázar y Bryce-Echenique.
Alguien que me conoce muy de cerca desde la adolescencia, me pone en el camino, hace unos pocos años, de Paul Auster y Murakami, descubriendo, a través del primero, los entresijos de la literatura norteamericana contemporánea: A.M. Homes y Jeffrey Eugenides.
Seguramente me olvide de muchos otros, pero todos los anteriores conforman mi universos literario, un universo cada vez más selectivo.
En cuanto a otras artes, soy de los que piensan que si Salvador Dalí y Andy Warhol pueden considerarse arte, por supuesto que me gustan otras artes. Sobre todo la pintura, sobre todo la colorida, como si se tratase de un contraste con sus gustos literarios tan oscuros.
P:- ¿Por qué “La metamorfosis y otros relatos”? ¿Por qué ese subtítulo de “49+1 sombras”?
R:- Primero aclarar que no es “La Metamorfosis…”, sino “Metamorfosis”, el artículo “La”, mejor dejárselo en exclusividad a Franz Kafka. Con este título no pretendO hacer un remake de la obra del autor checo, sería una tontería. Simplemente, mi lado erótico me llevó a escribir un relato con el nombre de “Metamorfosis” que abre este libro. Todas las demás historias fueron construyéndose en mi cabeza desde finales de 2013 hasta poco antes del verano. Una mezcla de todas sus preocupaciones, visiones, realidades o, simplemente, cosas que veía y quería que los demás también vieran a través de mis palabras. Fue cuestión de ir sumando historias. Cuando salieron “Relatos para la tortura de un abandonado doméstico”, mi amigo Jesús me dijo, “Las 50 sombras de José”. Ahí se quedó la frase, la terrible frase que, un par de años después, se convierten en 49 relatos, cada uno con una ilustración de Gonzalo Seis, más una que le sirve de portada, la sombra número 49+1. Podría tratarse de un homenaje a algo, pero seguro que nunca a la obra de E.L. James. Más bien a un tema de fondo, del que confieso ser reincidente, como puede ser mi particular visión del erotismo. Un tema que se desarrolla a través de las 49+1 imágenes, que no en sus cuarenta y nueve pequeñas historias.
P:- Por el título presumo que Franz Kafka juega un papel muy importante en su obra.
R:- Como antes he comentado, nunca se me pasó por la cabeza emular “La metamorfosis y otros relatos” de Franz Kafka. También es cierto que
he viajado varias veces a su Praga en busca del encanto oscuro de sus calles, o que he paseado con una camiseta negra con el perfil del autor checo y su nombre, o que, incluso como éste, llegué a trabajar en una compañía de seguros. Pero Carlos, el personaje de mi relato, no tiene nada que ver con Gregor Samsa, más allá de convertirse en algo distinto de la noche a la mañana, de la mañana a la noche, sin convertir su metamorfosis en algo extraordinario, en algo dramático. No, sino en la naturalidad de una vida diaria que ha dejado de sorprendernos por completo. ¿Lo demás? Oscuridad, temas que a los ojos de los demás pueden parecen sorprendentes, y que no lo son tanto; funcionamiento del poder que es el que es, el perseguir sueños que pueden llegar a cumplirse por muy peregrinos que sean. Puede que en una sociedad contemporánea Franz Kafka pudiera escribir lo que escribe José Acevedo, no lo sabemos, pero también puede que ser que si José Acevedo viviera en la Praga de principios del XIX, pudiera visualizarla como su amigo lo hacía entonces.
P:- ¿Cuál es su desafío literario ante la realidad?
P:- Para mí la literatura puede ser un espejo donde se refleja la realidad, pero también un camino donde se puedan transformar las realidades. Eso es Metamorfosis. Como escribo en “Un mundo llamado poesía”, una niña, Eva, de tan sólo nueve años, es capaz de transformar un mundo llamado Tristeza, en un paseo por un París del mañana, en un transitar infinito por Poesía; como si borrando con una goma, como si imaginando con toda la fuerza necesaria, fuese posible, cambiar la realidad que nos rodea por otra más igualitaria, más cercana, más justa. La literatura sólo es un instrumento más.
P:- Desde su condición de profesor, ¿qué nos enseña la literatura que no entramos en la educación formal?
R:- Soy profesor en temática social, dada mi condición de trabajador social. Pero tengo clara una cosa, debemos dar a las personas la libertad
suficiente para que pueda elegir cuál es el camino para su aprendizaje. Todas las imposiciones resultan a sus ojos, pues eso, imposiciones. Las de los profesores, las de sus padres, las de la sociedad… Cuando algo se impone deja de disfrutarse. Resulta evidente que para un profesor de literatura resulte obligatorio el conocimiento de toda la literatura universal, pasada y presente. Pero para los que la literatura es un simple conocimiento a determinadas edades, un simple camino, debemos dejar a la persona que busque, que encuentre, que seleccione, que indague. Mientras leía en el colegio a los clásicos por obligación, me relamía en su interior con lecturas de Bioy Casares, de Boris Vian, de Víctor Hugo. Si la meta es que un niño lea, mejor que lea lo que le guste. Si la meta es que el niño odio la lectura, mejor dejar las cosas como están. Porque lo dice una ley. Amén.
P:- Mucho se dice que la literatura ha perdido su influencia en la sociedad. ¿Está de acuerdo con esto y, si es así, por qué?
R:- Más bien la literatura se ha diluido. Y lo ha hecho como consecuencia de muchos factores. Muchos pensarán que la pobreza que nos invade
y golpea con dureza nos ha abierto los ojos a otras necesidades. Eso es una excusa. Leer es caro, muy caro, pero las bibliotecas están llenas de libros. En otras épocas, también existía la pobreza, pero las personas leían. Más bien se ha impuesto la idea de que no interesa que se lea. No interesa la cultura. Cualquiera escribe y se autoedita. Prolifera el cine fácil para pensar lo menos preciso. La tecnología se ha impuesto. La gente prefiere comunicarse por medios electrónicos a mantener conversaciones. El alma deja de alimentarse, damos de comer a la memoria, a la competitividad. Son mundos con otras demandas, y nos dejamos llevar por las demandas del mundo, sin reclamar las nuestras. Y son esas personas que han apagado las almas, las que desde sus posiciones de poder, compiten con los escritores difundiendo su forma de ver, gobernar y manipular el mundo. Los escritores “con nombre” han entrado también en ese circo, porque de ese circo comen, garantizan mantener su nombre.
La literatura claro que ha perdido toda su influencia, sobre todo cuando sus voces con más nombre se han aliado junto al poder. En mi caso prefiero seguir escribiendo, en mis letras hablar del mundo, pero sin abandonar mi papel de escritor por otro que huele a política y a poder.
P:- ¿Qué metamorfosis vive la sociedad actual en el mundo?
R:- Parece que las personas empiezan a despertarse contra el poder, pero es simplemente cierto poder quien manipula a las personas para colocarle en la cumbre. ¿Populismo? Posiblemente. El mundo de los ricos se llena de populismos para luchar contra la invasión de aquellas personas que siguen creyendo, ilusos, en la existencia de un mundo mejor. Un mundo mejor es posible, pero creyendo realmente en las personas, menos en las políticas actuales, mucho menos en los políticos de todos los colores. Tal vez la verdadera Metamorfosis deba estar orientada a darles herramientas a las personas para que sean ellas los verdaderos artífices de su futuro. Todo lo demás es mentira.