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Entrevista a Antonio Luis Ginés
A finales de octubre de 2020, los versos de Antonio Luis Ginés despegaban en Bartleby Editores en su último poemario, Antonov. El escritor, es autor de seis libros de poesía, como Rutas exteriores, IX Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán; Animales Perdidos, Picados suaves sobre el agua y Aprendiz, entre otros. Además, ha publicado los libros de relatos El fantástico hombre bala y Teoría de lo imperfecto o el libro de ensayos literarios Seres de un día. Su obra ha sido incluida en las antologías Edad presente: poesía cordobesa del siglo XXI (2004) y Terreno fértil: Un ámbito poético. Córdoba, 1994-2009 (2010). Desde hace más de dos décadas ejerce la crítica literaria en el suplemento Cuadernos del Sur (Diario Córdoba) e imparte clases en talleres de creación literaria.
La poética de lo cotidiano, el silencio en la noche, la reflexión y la observación. Unos zumbidos melancólicos bajo las alas del avión de carga Antonov que, en esta ocasión, surca con maestría el cielo cordobés. De esta manera, el autor cordobés, puede contarnos lo que ocurre dentro de sí, dentro de nosotros y alrededor. Aferrarse a la esencia de lo que somos con luces titilantes, vernos temblar ante una foto y ser testigo de los bosques que nos rodean.
Has contado cómo surgió tu idea del poemario, pero ¿cuál es la poética de ese avión que cruza la noche?
La calma rota por la irrupción de un elemento -sonoro, en este caso-, que igual no vemos pero que sabemos está ahí. Esa pequeña ruptura o alteración ya no deja indiferente, produce una nueva situación, por leve que parezca. El avión es la excusa, la motivación es lo que va por debajo -no se ve pero se intuye -, todos esos pensamientos que afloran mientras en paralelo, se da esa peculiar circunstancia del vuelo.
La observación y la reflexión, ¿son claves para su disfrute?
El disfrute es una sensación de la que no siempre tienes una conciencia inmediata, otras veces sí. Observar y luego reflexionar sobre ello es un proceso con cierta lógica, pero también están las sensaciones, que digamos, van por otro conducto, y tienen algo que decir en todo este proceso. Está bien observar y reflexionar, pero también hace falta sentir, y eso a veces se no está olvidando con tanta tecnología punta y tanta artificialidad, tanta pose sin consistencia.
Antonov reflexiona acerca de lo cotidiano para aterrizas sobre nosotros. ¿Cómo ese avión de carga tan imponente puede, también ser tan frágil?
Acostumbramos a esconder o camuflar dicha fragilidad, el ser humano anda rodeado casi siempre de corazas, pero lo frágil forma parte no solo de nuestra existencia, sino del equilibrio que nos empeñamos en romper alrededor. Hay que aprender a convivir con la fragilidad, y hasta en lo más aparentemente duro o férreo, se pueden hallar signos de la misma; una forma de humanizar hasta las cosas que nos rodean.
¿Cuál fue el poema que le da no título, sino sentido al libro, desde el inicio como proyecto?
Es complejo señalar uno solo. Petición, Sueños, Hipótesis del eje, Dedal, y alguno más, están en el origen de ese sentido; no me quedaría con uno solo. Hay un ‘parto’ más bien grupal, que ha ido resistiendo el paso del tiempo y los descartes, y que se ha constituido como núcleo que ha ido creciendo y consolidándose como tal. Es el tono de todos ellos, la mirada común lo que los enhebra dentro de la misma dirección.
¿Qué deseos se pueden pedir «en silencio, sin que la brisa/agite la rama del árbol»?
Los sueños y los deseos tienen en este libro un espacio propio, una intencionalidad. Si te fijas son la base de unos cuantos poemas, permanecen en el sustrato de todo el libro. Un reflejo o proyección de la conciencia del sujeto que necesita estos estímulos, a veces provocados desde fuera, otras desde dentro, pero cuya presencia es inevitable, y a la que no puede abstraerse. Y para peticiones, las que en la intimidad cada uno y una prefieran…
DEJA
Deja de escribir de tu hijo, de tu madre, de tu pareja.
Deja de entrar en posibles vidas que recreas de nuevo.
Dejar de proyectarte en ellos por si necesitases ese frágil
reflejo, como si tuvieras que ser otros.
Y avanza, desnúdate, saca a bailar los miedos,
los delitos, que se cubra tu nombre
de preguntas. Tú eres el punto
donde se tensan los hilos
de tu hija, tu padre, tu pareja.
¿Cómo es «la inclinación de nuestras vidas»?
Ese leve oscilar que apenas percibimos pero que acaba por decidir las líneas maestras de una vida. La inclinación es una postura -que no postureo -, una forma de visualizar los mínimos detalles, que, vistos luego, y en conjunto, no eran tan pequeños e insignificantes como nos parecían en un principio, sino que estaban predeterminados hacia un fin mayor, y cuya relevancia uno desconoce en el momento preciso en que surgen. Todos estamos determinados por dicha inclinación, hasta nuestro planeta.
¿Qué contiene Antonov que carecen tus libros anteriores?
Creo que este libro es la suma de varios factores, y tal vez el grado de madurez alcanza una perspectiva con otra dimensión. Cada libro es una propuesta distinta, y de todos los de antes no pienso de lo que carecen, sino de lo que me han ido aportando para llegar hasta aquí. Sólo he seguido mi proceso, explotando la naturalidad que viene de la misma raíz, siendo coherente con mi línea de trabajo. Tal vez todo ello ha dado como resultado estos poemas, sin pretenciosidad ni nada por el estilo, tratando de no dejar indiferente, de hacer lo invisible visible por momentos, como toda una certeza.
¿Dónde hallar la poesía, en la naturaleza de las cosas o en la mirada en la naturaleza?
Creo que en ambas. En la naturaleza de las cosas, su forma natural, hay siempre detalles que pueden generar emociones o pensamientos, en torno a los cuales se pueda construir un poema. Y en la naturaleza, también hallamos lo placentero de lo visual y lo sensorial, y si ambos planos llegan a conectarse en nuestro inconsciente, puede que surja el germen de algún poema. Pero sobre todo es nuestra actitud ante lo de fuera, la receptividad ante lo que puede ‘sacudirnos’, conmovernos.
Finalmente, versas «Escribo hasta que la luz desaparece».
Coincide con las ganas, con la vitalidad de seguir. La tarde-noche también suele ser un momento óptimo para crear cierto ambiente tranquilo, de calidez, que me permita dar rienda suelta a las emociones, a los sentimientos que durante la jornada se han ido almacenando, y el momento de plasmar alguna de ellas en los versos. Pero también hay un guiño metafórico hacia ese doble polo de vida-luz, muerte-oscuridad, una especie de ‘llamada’ sobre nuestra naturaleza y fugacidad y de no dejar de hacer lo que más nos gusta, mientras nos sea posible.
Entrevista a Antonio Luis Ginés
Entrevista: Gema Albornoz
Corresponsal Diario Córdoba
Ejemplar la serenidad de Antonio Luis.