Enero sin nombre

Enero sin nombre

Francisco Velez Nieto
Últimas entradas de Francisco Velez Nieto (ver todo)

        Enero sin nombre Max Aub

La calidad que representa la extensa y variada obra creativa de Max Aub (1903-1972)  a medida que se  va conociendo a través de los años,  me ha llevado al compromiso con ella, la necesidad de comentar y divulgar su riqueza testimonial y valor literario. Considerar que su admirable fortuna narrativa ofrece en  general el afable mundo literario de un dolorido escritor trasterrado, que solo es visitado por una minoría de lectores, lo que muestra no estar a la altura  de lo que debe de ser justicia literaria, es decir,  ocupar el lugar justo y correcto por sus valores. En los últimos tiempos algo de su teatro se ha llevado a los escenarios, aunque muy brevemente. El cuerpo de su obra literaria en prosa empieza a aparecer en ediciones muy cuidadas y dentro de un orden correlativo, podemos estar ante la recuperación de Max Aub, acercándonos a un campo más amplio de lectores. Lo que garantizo no sería un tiempo mal aprovechado por parte de quienes lo aborden.

 Es lo que en verdad merece este escritor exiliado que nunca jamás renunció a dejar de ser español, por lo que un espacio justo le corresponde y debemos  lograr situarlo en su pedestal. Se tiene que borrar aquello que él mismo manifiesta en La gallina ciega libro nacido después de su decepcionante viaje a España en 1969, cuando obtuvo una autorización  para una estancia de tres meses. Fue entonces cuando escribió: “No, nadie Enero sin nombresabe quién eres”. Han pasado muchos años desde aquella visita a España. Después no volvería, no quiso regresar nunca más dada su tremenda frustración; moriría en México en 1972 en el más completo silencio y el dolor de la distancia y el desencanto, como si esta tierra a la que tanto amó y por la que luchó sin descanso al lado de la República no tuviera ninguna deuda con él, donde todo fuera negación. Negación que llegó en 1951, cuando la dictadura le impidió  la entrada en España para  asistir al entierro de su padre. Gesto triunfal del vencedor general, que se repetiría en 1962 al fallecer su madre. Pero nada es sorpresivo para quienes conocemos este tipo de venganzas de un dictador que paseaba bajo palio llevando a obispos y cardenales de guardaespaldas, algo que ninguna persona sensata de este país debe extrañar pero tampoco aceptar. Y es que los vencedores vivían  bajo la protección espiritual de Occidente, pues para ellos nunca estuvo dios enfermo.

 Pese a todo, la obra de Aub al fin se va abriendo paso entre este marasmo de novedades y publicaciones que nos inunda. Empieza a tener espacio propio en las letras en esta España que fue su patria. La tierra donde transcurre la mayoría de su obra creada desde la distancia, el recuerdo y el amor a una realidad imposible. En una pausada  y continua labor de publicación de lo  mejor  de su obra narrativa por parte de Alba Editorial. He vuelto de nuevo a  leer Enero sin nombre, una obra que recoge  todos los relatos  pertenecientes a su trilogía de El laberinto mágico. Son 39 narraciones, algunos de ellas casi novelas cortas, clasificados en tres partes: La guerra, los campos de concentración y el exilio. Principio de la tragedia, la huida desesperada de los derrotados. Y como final, la agonía nostálgica de la distancia, ese volver a empezar nuevas vidas, a veces como fantasmas que soñaban en sus monólogos con un idílico y pronto regreso.

  Escritura comprometida, realismo testimonial y trascendente llena de  ritmo.   Las historias suceden entre personajes  vivos, que incluso

Max Aub
Max Aub

sintiéndose derrotados, adquieren una sencilla grandeza impregnada de humanidad. El relato largo que  sirve de título al libro: Enero sin nombre, lleva al principio un verso de Cervantes: “Con ser vencidos llevan la victoria”  Es lo que ha logrado comunicar Max Aub en  el conjunto de los relatos, pero muy especialmente en el que señalo, más extenso, donde describe la huida hacia la frontera francesa. El adiós para siempre de la mayoría, la pérdida de toda esperanza, de aquella ingenua ilusión de muchos de que este éxodo sería por poco tiempo, unos meses cuando más, pues los aliados no se quedarían pasivos con la dictadura.

 Su creación literaria no es simple ejercicio de solidaridad, jamás fue este su manantial. Se trata de una creación literaria para saborear el placer de leer a un escritor vivo pese al olvido injustificado en el que se le ha querido mantener. Su poder de comunicación es tan intenso y medido, que las fechas, borradas por el transcurso del tiempo  por la mayoría de los españoles, poseen no obstante la contemporaneidad que lo sitúa a esa altura donde toda literatura amañada que nos rodea se empequeñece. El libro lleva un buen prólogo de Javier Quiñones, que sirve de guía al lector no muy introducido en la obra de tan necesario autor.

Francisco Vélez Nieto

 

0 0 votes
Article Rating
Suscribir
Notificar de
guest
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
0
Me encantaría saber tu opinión, por favor comenta.x
()
x