En otro extraño reino

En otro extraño reino

Carlos J. Rascón
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En otro extraño reino

 La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico presenta en el Festival de Teatro Clásico de Almagro “En otro extraño reino”, una obra de desescalada construida colectivamente durante el confinamiento sobre los versos de Lope de Vega.

Yo mujer, cuerpo de mujer que habla en verso. Las cuatro actrices del elenco protestan sobre el escenario de lo limitado de los registros femeninos que ofrece el teatro clásico. Básicamente vírgenes o putas. Registros ambos separados por una delgada línea que sólo puede cruzarse en una dirección. Irene Serrano, que bien podría haber estado esta noche en este mismo escenario interpretando La Señora y La Criada de Miguel del Arco, dice querer convertirse en un calamar. Un calamar para poder expulsar una nube de tinta cuando lo necesitara, pero no para esconderse o para huir, sino para emborronar los versículos, los manuscritos, las redondillas, los anuncios de moda para liberar de agravios. A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos. No sé qué tiene el aldea donde vivo y donde muero.

El monólogo se convierte en conversación cuando un “caballero del público” se levanta y, saltándose las normas de prevención pedidas por la organización, abandona el teatro. Apenas unos segundos después, una “señora del público” hace lo propio mientras declama en voz clara, sin verso sin rima, “yo vine a ver teatro clásico”. Se escuchan sus amargos lamentos por la falta de rima en el texto. Deben ser los versos que se lamentan de este mar de plácidos pensamientos. Los cerebros se conectan y tratan de encajar las piezas en su contexto. Lo que parecía un mar tranquilo, no lo debe ser tanto. Ni estoy bien ni mal conmigo; mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo.

Doce jóvenes actores se reúnen en Zoom durante los meses de confinamiento para hablar del amor. Con ese mosaico de conversaciones, reflexiones y en la clarividencia del confinado deciden cortar el hilo que los ata como marionetas a los versos clásicos y dejar fluir la palabra. Teatro de desescalada donde retratar esta nueva realidad y buscar un ancla en la que apoyarse para entender el mundo. Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio.

No ha sido el confinamiento. El mundo fragmentario, inconexo, con piezas al corte seco y bellas frases sin filo ya estaba ahí mucho antes. Pero como en el taller literario OuLiPo que usaba técnicas que condicionaban la escritura, el confinamiento ha proporcionado las limitaciones necesarias para que esta realidad aflorase conscientemente. Los ciento cincuenta caracteres se hicieron demasiado extensos y se transformaron en vídeos de quince segundos. No puede durar el mundo, porque dicen, y lo creo, que suena a vidrio quebrado y que ha de romperse presto.

En algún momento se desveló la verdad y los momentos vividos en la intimidad de la creación confinada se volvieron clarividentes y simbólicos, dignos de ser llevados sobre el escenario. La clave estaba ya en el verso clásico que como un Matrix desvelado se esconde tras las cortinas y aparece a veces camuflado de rap, rock o pop azucarado. Pequeñas piezas audiovisuales, coreografías, monólogos, canciones y hasta moraleja final van construyendo este reino extraño donde reina Lope. Un mundo nuevo que ya fue escrito. Sin libros y sin papeles, sin tratos, cuentas ni cuentos, cuando quieren escribir piden prestado el tintero.

Meses de encierro, sentimientos a flor de piel, que han vuelto cándidos a unos e irascibles y malhumorados a otros. Campanas tibetanas para algunos, cacerolas para otros. Amor y muerte, temas eternos. Los que marcharon indignados por la falta de verso, o por alguna otra razón que desconocemos, convirtieron en única y plena de sentido la noche del domingo y volvieron a dotar a la palabra de toda su arista y toda su fuerza. No todo es tan mister Wonderful como parece. Dos polos tiene la tierra, universal movimiento; la mejor vida el favor, la mejor sangre el dinero.

En este reino extraño,  los velos parecen haber caído y las cuatro actrices y los ocho actores se muestran desde la intimidad de sus pensamientos y sus hogares. Sencillos, limpios y cristalinos. Directos y a pecho descubierto. Tan diáfanos que la mente busca el mensaje oculto, lo no dicho, lo pensado y callado por temor. Sinceridades y profundidades que sólo pueden ser dichas en verso, porque el verso esconde y requiebra. Hace que las mentes no se sientan ofendidas ante las verdades y la rima esconde el puñal bajo la capa. A veces la moraleja es excusa y tapadera por si alguno dió con el sentido. También en el Siglo de Oro, el rey siempre estuvo desnudo, otra cosa es que nadie se lo dijera, o que algunos, en su fe, de verdad lo creyeran vestido. Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio.

Texto: José An. Montero

Fotos: Pablo Lorente – Festival de Almagro

Ficha técnica: En otro reino extraño. Dramaturgia de Luis Sorolla y dirección de David Boceta. Teatro Adolfo Marsillach. 19 de julio de 2020. En cartel hasta el 26 de julio. Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. 80 minutos. Videoescena de Álvaro Luna y Bruno Praena. Reparto: Anna Maruny, Aisa Pérez, Alba Recondo, Irene Serrano, Íñigo Álvarez de Lara, José Cobertera, Mariano Estudillo, Alejandro Pau, Pau Quero, Víctor Sáinz, Fernando Trujillo y José Luis Verguizas.

 

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