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Emiliano Alfonsi. El encanto gótico del icono con un diseño de Leonardo por la crítica de arte Melinda Miceli
Emiliano Alfonsi, nacido en 1980, vive y trabaja en Roma, donde nació. Durante los años académicos se dedicó al estudio de la antigua obra de vidrieras artísticas y mosaicos de acuerdo con las reglas de la tradición medieval. Trabajó en el campo del arte monumental con numerosas comisiones laicas y eclesiásticas; Sus preciosas vidrieras están presentes en más de setenta iglesias en Italia y en el extranjero. En su carrera artística ha expuesto con grandes profesionales del arte como Saturno Buttò y todavía es profesor de un conocido curso de pintura en una escuela de arte en Roma.
Sus iconos han sido exhibidos en varias exposiciones colectivas italianas, la más reciente en Roma – Speculum, exposición colectiva en Spazio Urano comisariada por Rossana Calbi, en Génova – EroticaMente en la Galería de Arte Satura comisariada por Eva Tzerkel, en Mondolfo, provincia de Pesaro y Urbino – La anestesia colectiva editada por Filippo Sorcinelli con el patrocinio del Municipio en Specchia / Lecce – Le Fil Rouge en el Palazzo Risolo curada por Viviana Cazzato, todavía en la galería de Roma Afnakafna por Antonella Caraceni – Las ideas de los demás.
Las exposiciones de arte personal han sido numerosas y de gran espesor, solo se mencionan las siguientes por razones de espacio: en la Banca Fideuram San Paolo en Roma – “Verdad y pintura” del Prof. EM E Leuteri, el Museo of Art of the Speldore of Giulianova– “Antologica” editado por Maria Luisa De Santis; el Museo Arqueológico de la Ciudad de la Antigua Norba – Antología de su producción por el mismo Museo bajo el patrocinio de la Municipalidad de la ciudad de Norma, el estudio Archeidom en Roma “La Gracia del Símbolo” editado por Giuseppe Ponzio; el “Incipit” de Fair Legals, comisariada por Rossana Calbi, la galería Blink KOINE photo salon ‘en los rostros del presente de Lorenzo Mastroianni, “Opus Duodecimum” en el Complejo Monumental de la Magdalena por Agnese Cascioli bajo el patrocinio de la Municipalidad de San Gemini Certamen Internacional de Catedrales organizado por la crítica de arte Melinda Miceli donde ocupó el primer lugar con la Ópera Temperanza.
El artista es un iconógrafo internacional establecido gracias a su vasto plan de estudios y sus enigmáticos retratos que representan los temas que superan la relación espacio-tiempo, dando vida a obras destinadas a revivir la suntuosidad y el esplendor del arte gótico. En su técnica, el temple de 1400 huevos está vestido con rostros del mundo contemporáneo. Los iconos de Alfonsi son obras cuyos sujetos femeninos y masculinos etéreos y cristalinos tienen un rizoma de matriz simbolista, con referencias a la antigüedad clásica que muestran la voluntad de escapar de la visión del mundo racional, transfigurado por una interpretación temporal secular contemporánea. . La dimensión de lo sagrado a veces se transfiere a temas profanos en el tono hierático y sagrado, típico de las tablas medievales, envuelto en ese sentido de misterio y suspensión que oculta el tema de esa “perturbación perturbadora”, inédita a la iconografía clásica y que se refiere a una catarsis escénica persuasiva. Los sujetos inmortalizados, llenos de belleza ideal y sublime, se convierten en obras doradas y tridimensionales, rodeadas de contornos gruesos perfectamente sintonizados, que la convierten casi en una escultura. Los ojos de sus íconos son magnéticos y parpadean oblicuamente, parecen seguir nuestra mirada desde cualquier ángulo, exhibiendo magistralmente el “efecto Mona Lisa” de Leonardo.
Uno puede sentirse observado y esto perturba, pero es el elemento distintivo que rompe la inmutabilidad icónica que seduce al espíritu de quienes examinan cuestionando la ambigüedad inigmática de la cara. El misterio del vínculo con el Universo invisible reaparece en sus figuras humanas, a menudo alargadas, con rasgos estilísticos medievales. Los marcos que contienen la obra de arte, se convierten en una extensión de la misma en el espacio, mostrando a través del simbolismo de las figuras y la alquimia de los números, una armonía arcana e inalcanzable.
La ópera “Temperance”, como la tarjeta de un políptico, expresa toda su “poesía gótica” que solo puede descifrarse con el simbolismo de la composición. El círculo en el cuadrado del marco indica la relación entre la Tierra y el Cielo, un puente entre el espíritu y la materia, como catedrales, templos de lo sagrado y sabiduría alquímica. El círculo en el cuadrado es, por lo tanto, la relación entre las fuerzas básicas sobre las que se estructura el universo, con los 4 elementos, es decir, los bloques de construcción. El contexto de la representación está respaldado por la presencia del índigo oscuro que se refiere a lo sagrado. El cáliz de la templanza, ilustrado en la jarra de plata, contiene el equilibrio establecido por la presencia de los colores azul y rojo, caliente y frío, agua y fuego para indicar la unión de los opuestos. La “templanza” encerrada en una burbuja de secretos mudos, casi envuelta en un aura metafísica, suspendida y separada del torbellino de la vida, se hace en esta obra deslumbrante, símbolo de la transmutación alquímica; Además de la difusión del conocimiento, representa la metamorfosis interna, la curación, la regeneración, el equilibrio perfecto entre el principio solar masculino y el lunar, femenino.
En la percepción de los valores congénitos en su propia denominación, Temperanza, expresa en la trama del sentido de moderación, autodisciplina y equilibrio de Alfonsi, proyectado hacia futuras iniciativas de regeneración e innovación. En la figuración iconográfica, el reflejo de una visión espiritualizada pero objetiva de lo tangible se esboza a través del sentimiento, la compasión y el desprendimiento correcto que guían al sanador en su misión de apoyo y liberación.
Una figura prominente que se destaca sobre la mesa es el “rebis hermafrodita”, símbolo de la unión de los opuestos, cuyo cuello recuerda armonías decorativas extraídas de la arquitectura gótica. El diseño de la cara manifiesta una simbiosis de la “anatomía de Leonardo” entre el arte y la ciencia, donde la investigación artística de los Alfonsi, acercándose al umbral de lo ilusorio, catapulta al espectador al agujero negro del enigma interpretativo. El tema en su sugerente esquema figurativo se presta al engaño visual típico de la obra maestra que entró en acción simplemente con la pintura que tiende a una concreción que genera la ilusión de la realidad misma. La templanza también expresa la ley de causa y efecto: todo lo que entra en un jarrón no se dispersa en tránsito y el líquido cambia de color sin cambiar su sustancia, sino que saldrá para regresar al inicio, en un ciclo eterno. El líquido está compuesto de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones dirigidos hacia otros seres o sistemas vivos. Místico y misterioso, los íconos de Emiliano Alfonsi, hacen de su poética artística un género muy original y adoctrinado en el que el Artista encarna una semiótica que se vuelve vívida por un cromatismo y una meticulosa caligrafía tonal donde el sentido de su expresividad sin pausas y dudas. y el profesionalismo experimentado y el dominio técnico, tienen como objetivo penetrar el significado más antiguo y profundo de la sabiduría hermética.
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Emiliano Alfonsi. Il fascino gotico dell’icona dal disegno leonardesco a cura del critico d’arte Melinda Miceli.
Emiliano Alfonsi classe 1980, vive e lavora a Roma dove è nato. Durante gli anni accademici si dedica allo studio dell’antica lavorazione delle vetrate artistiche e dei mosaici secondo le regole della tradizione medievale. Ha operato nel settore dell’arte monumentale con numerose commissioni laiche ed ecclesiastiche; le sue pregiate vetrate sono presenti in più di settanta chiese in Italia e all’estero. Nel suo percorso artistico ha esposto con grandi professionisti dell’arte come Saturno Buttò ed e’ tuttora docente di un noto corso di pittura in una scuola d’arte di Roma.
Le sue icone sono state esposte in diverse collettive italiane, le più recenti a Roma – Speculum, collettiva presso Spazio Urano a cura di Rossana Calbi, a Genova – EroticaMente presso la Satura Art Gallery a cura di Eva Tzerkel, a Mondolfo, provincia di Pesaro e Urbino – Stnesthesia collettiva a cura di Filippo Sorcinelli con il patrocinio del Comune a Specchia / Lecce – Le Fil Rouge presso Palazzo Risolo a cura di Viviana Cazzato, ancora nella galleria di Roma Afnakafna di Antonella Caraceni – Le idee degli altri.
Le esibizioni d’arte personali sono state numerose e di alto spessore, si citano solo le seguenti per motivi di spazio: presso la Banca Fideuram San Paolo di Roma -” Verita’ e pittura” a Cura del Prof. E. M. E Leuteri, il Museo d’Arte dello Speldore di Giulianova– “Antologica” a cura di Maria Luisa De Santis; il Museo Archeologico della Città dell’Antica Norba -Antologica della sua produzione a cura dello stesso Museo con il patrocinio del Comune della città di Norma, lo studio Archeidom di Roma “La Grazia del Simbolo “a cura di Giuseppe Ponzio; il Fair Legals “Incipit,”a Cura di Rossana Calbi, la galleria Blink salotto fotografico KOINE’ nei volti del presente a cura di Lorenzo Mastroianni, “Opus Duodecimum” nel Complesso Monumentale della Maddalena a cura di Agnese Cascioli con il patrocinio del Comune di San Gemini. Certamen internazionale sulle Cattedrali indetto dal critico d’arte Melinda Miceli dove si è classificato primo con l’Opera Temperanza.
L’artista è un affermato iconografo a livello internazionale grazie al suo vastissimo curriculum e ai suoi ritratti enigmatici che raffigurano i soggetti superando il rapporto spazio-tempo, dando vita a opere volte a riesumare la sontuosità e lo splendore dell’arte gotica. Nella sua tecnica, la tempera all’uovo del 1400 si veste di volti del mondo contemporaneo. Le icone dell’Alfonsi sono opere i cui soggetti femminili e maschili eterei e cristallini, hanno un rizoma di matrice simbolista, con riferimenti all’antichità classica che mostrano la volontà di fuggire dalla visione del mondo razionale, trasfigurata da un’interpretazione temporale laica contemporanea. La dimensione del sacro viene a volte trasferita a soggetti profani nella tonalità ieratica e sacrale, tipica delle tavole del medioevo, avvolte da quel senso di mistero e sospensione che ammanta il soggetto di quel “turbamento inquietante”, inedito all’iconografia classica e che rinvia ad una suadente catarsi scenica. I soggetti immortalati, carichi di bellezza ideale e sublime, diventano opere auree e tridimensionali, circondate da spessi contorni perfettamente intonati, che ne fanno quasi una scultura. Gli occhi delle sue icone sono magnetici e ammiccando in obliquo, sembrano seguire il nostro sguardo da qualsiasi angolazione, esibendo magistralmente l’ “effetto Monna Lisa” di Leonardo.
Ci si può sentire osservati e questa cosa turba, ma è l’elemento distintivo che spezza l’immutabiltà iconica seducendo lo spirito di chi scrutando s’interroga sull’egnigmatica ambiguità del volto. Il mistero del legame con l’Universo invisibile riappare nelle sue figure umane, spesso allungate, da stilemi medievaleggianti. Le cornici che contengono l’Opera d’arte, si fanno estensione della stessa nello spazio, mostrando attraverso la simbologia delle figurazioni e l’alchimia dei numeri, un’arcana ed irraggiungibile armonia.
L’Opera “Temperanza” come la tessera di un polittico, esprime tutta una sua “poesia gotica” che può essere decifrata solo con la simbologia della composizione. Il cerchio nel quadrato della cornice indica il rapporto tra Terra e Cielo, ponte tra spirito e materia, come le cattedrali, templi della sacralità e della sapienza alchemica. Il cerchio nel quadrato è quindi la relazione tra le forze di base su cui l’universo è strutturato, con i 4 elementi, ossia i mattoni della creazione. Il contesto della rappresentazione è suffragato dalla presenza dell’indaco scuro che rinvia alla sacralità. Il calice della Temperanza, illustrato nella brocca argentea, contiene l’ equilibrio enunciato dalla presenza dei colori blu e rosso, caldo e il freddo, acqua e fuoco ad indicare l’unione degli opposti. “Temperanza” racchiusa in una bolla di muti segreti, quasi avvolta da un’aura metafisica, sospesa e staccata dal turbinio della vita, si fa su questa abbagliante opera, simbolo della trasmutazione alchemica; oltre alla diffusione del sapere, rappresenta la metamorfosi interiore, la guarigione, la rigenerazione, il perfetto equilibrio fra il principio solare, maschile, e quello lunare, femminile.
Nella percezione dei valori congeniti nel suo stesso appellativo Temperanza, enuncia sulla trama dell’Alfonsi senso di moderazione, autodisciplina ed equilibrio, proiettato verso iniziative future di rigenerazione e innovazione. Nella figurazione iconografica si delinea dunque la riflessione di una visione spiritualizzata ma obiettiva del tangibile attraverso il sentimento, la compassione ed il giusto distacco che guidano il guaritore nella sua missione di sostegno e liberazione.
Figura di primo piano a imporsi sulla tavola è il “rebis ermafrodita”, simbolo dell’unione degli opposti, il cui collo riprende armonie decorative tratte dall’architettura gotica. Il disegno del volto manifesta una simbiosi di “anatomia leonardesca” tra arte e scienza, dove la ricerca artistica dell’Alfonsi, avvicinandosi alla soglia dell’illusorio, catapulta lo spettatore nel buco nero dell’enigma interpretativo. Il soggetto nel suo suggestivo schema figurativo si presta all’inganno visuale tipico del capolavoro entrato in azione semplicemente con la pittura che tende a una concretezza tale da generare l’illusione del reale stesso. La Temperanza esprime anche la legge di causa – effetto: tutto quello che entra in un vaso, non si disperde nel transito e il liquido cambiando colore non cambia la propria sostanza, ma uscirà per tornare in quello di partenza, in un ciclo eterno. Il liquido è composto dai nostri pensieri, sentimenti ed azioni diretti verso altri esseri viventi o sistemi. Mistiche e misteriche, le icone di Emiliano Alfonsi, fanno della sua poetica artistica un genere originalissimo e indottrinato nel quale l’Artista racchiude tutta una semiotica resa vivida da un cromatismo e da una calligrafia tonale meticolosa dove il senso della sua espressività senza pause e ripensamenti e la sperimentata professionalità e padronanza tecnica, sono volte a penetrare il significato più antico e profondo della sapienza ermetica.