“El político debe ser el más fino, el más justo de todos los profesionales”

“El político debe ser el más fino, el más justo de todos los profesionales”

Carlos J. Rascón

“El político debe ser el más fino, el más justo de todos los profesionales”

Las preguntas son fingidas, pero las respuestas no. Andalucesdiario.es ha hecho una selección de las respuestas que dio en su día el poeta de Moguer en las sucesivas entrevistas que le hicieron durante años y que la profesora Soledad González Ródenas ha recogido en el libro ‘Juan Ramón Jiménez. Por obra del instante’, editado por la Fundación José Manuel Lara.

¿Cómo ve el momento político de esta España de 1936?

Tengo un profundo pesimismo y una gran desilusión de este momento de la vida española… La República me ha defraudado… Estas vergüenzas del «straperlo» no tienen nada que envidiarles a las de la monarquía… Estos hombres del nuevo régimen son más o menos como los del viejo… Reconozco la probidad de Azaña… Pero no son éstos los hombres que salvarán España… (1936) (*)

¿Dónde están sus simpatías políticas?

Yo no soy político. Soy un poeta, pero mis simpatías están con las personas que representan la cultura, el espíritu español que son las que trajeron a España la República, y lamento profundamente que todos no se hayan unido para hacer de España lo que se proponían Azaña, Fernando de los Ríos, Besteiro, entre otros. […] Esto no quiere decir que yo desee ofender a los que tienen otra opinión. El Gobierno que existía cuando yo he salido de España tenía derecho a gobernar y ser respetado y ayudado. Era un gobierno votado legalmente por la voluntad popular en las urnas electorales.  (1936)

Su impresión sobre la muerte de Lorca.

Quiero dedicarle un hondo recuerdo a Lorca, mi querido Lorca. No puedo creer que hayan matado a un poeta por el hecho de ser poeta. Yo no lo quiero creer. (1936). Parecía que él [Lorca] presintiera la muerte… Estaba en Madrid y fue a buscarla a Granada. Aún le veo cuando, poco antes, se despidió de mí… La guardia civil no le perdonó el magnífico romance… (1948)

¿Se identifica con la República?

Yo soy completamente libre. Es decir, no tengo nexos políticos de ninguna clase, pero mis ideas son democráticas afectas a la República. (1936) Mi ideal hubiera sido la afirmación de la República evolutiva con todos los partidos políticos como medio de mantener la paz. Yo soy un amigo del orden y todo lo que le sea contrario tiene mi reprobación. (1936)

¿No le interesa la política?

Yo no he sido nunca político activo, no lo soy; pero mis simpatías han estado siempre con las personas que representan mejor, por su calidad intelectual y moral, la república democrática. […] Siempre estaré conmigo y con la democracia, con los demócratas dignos, con el pueblo español, y con mi trabajo material y espiritual. (1937)

Una definición de lo que es o deber ser un político.

El político es un administrador de cuerpos y de espíritus, lo he dicho muchas veces; de pan y agua como de ideas y sentimientos. Debe ser, pues, el más fino, el más psicólogo, el más justo de todos los profesionales. Y no es necesario añadir que el grupo de consejeros que lo rodee debe representar lo más alto que pueda ofrecer su país en todas las disciplinas. (1953)

¿Qué opina de los crímenes cometidos desde que estalló la guerra hace un año?

Los dos bandos han cometido atrocidades, pero, mientras de un lado las autoridades republicanas han tratado de impedirlas por todos los medios, del otro lado las autoridades rebeldes las han alentado y hasta ordenado. Esa es la diferencia (1937)

¿A quién salva?

Yo tengo familia y amigos admirados y queridos en las izquierdas y en las derechas. Sin embargo, creo justo decir que el núcleo mayor y mejor de los hombres que representan la inteligencia y el espíritu más justo en la España contemporánea, son hombres profundamente democráticos. Por cada hombre representativo que puedan presentar las derechas, hay diez en las izquierdas. (1937)

Vistas las cosas desde este 1948, ¿diría que fue un hombre comprometido con la República?

En cuanto a mi acción, quiero recordar que fui el primer intelectual español que se dirigió al mundo, desde los micrófonos de Unión Radio Madrid, pidiendo ayuda para el pueblo que resistía la sublevación armada (1948)

¿Qué es lo que más importa en esta vida?

La belleza con la verdad son los grandes asuntos de nuestro mundo. Todo depende de ellas. Y si los políticos pudieran poseerlas cumplidamente, todo lo harían mejor. Yo creo que el político debe ser tan poético como el poeta político. Político no quiere decir más que hombre de sociedad, y poeta, hombre de soledad. (1953).

Un rasgo de la vida andaluza.

Los patios de Moguer, como los de Huelva la vieja, la de los portones amarillos, no se parecen a los demás de Andalucía; Sevilla, más rica, tiene dos, tres patios en muchas casas antiguas, el de entrada, con mármoles y forjas, y sus flores, y sus plantas de sombra; y el segundo, doméstico, familiar; y el tercero, en el fondo, solo, enclaustrado, íntimo. Cádiz, limitada por el mar, tiene patios de torre, casi torreones de astrónomos para mirar sólo al cielo. Córdoba, más moruna, tiene sus patios al revés; por ellos, tan verdes, mitad jardín, mitad huerto y corral, se entra en las casas, herméticas como la vida en el hogar árabe. (1948)

Una idea de Andalucía.

Andalucía… Me gusta por su claridad, por su variedad… Pero lo mismo en la tierra que en la expresión… Por su riqueza, por su limpieza; moral y geográficamente. Andalucía es eso: el pueblo más variado y rico. (1930)

¿Qué sentimiento le inspira?

El recuerdo que yo tengo de Andalucía es el sentimiento de eternidad. Esa parte mía (Cádiz, Sevilla, Huelva…; el Atlántico; ese suroeste andaluz). […] Por eso le digo que al evocarme su pregunta mis recuerdos de juventud, la respuesta es ésta: el sentimiento de eternidad. Que ésa es mi Andalucía, y ésa es mi juventud. (1930)

Una opinión sumaria sobre Sevilla.

Sevilla tiene demasiadas cosas bellas: le bastaría con una para ser divina, la Giralda: ¡qué palmera de luz! (1943). Si Sevilla fuera, como debería ser, la capital de España. (1930)

Un reproche a España.

España posee un centralismo fatal. El que quiera leer, le atraigan los museos, las exposiciones… ha de venir a Madrid. El que quiera en España oír conciertos, saber cuánto se pinta o ver la bailarina famosa, ha de acudir al centro… pero yo vuelvo, vuelvo constantemente, más que nada por el léxico; porque entiendo que allí [en Andalucía] se construye mejor que en ningún lado la sintaxis. Me voy a los pisos bajos, para oírles, por su calle blanca. Y me gusta, también, tener criadas andaluzas. (1930). Mi paisano más ilustre es el pueblo; el exquisito pueblo andaluz. (1930)

Debe ser para usted doloroso ver que el público se va con preferencia hacia los rimadores que surten al mercado literario…

Quisiera que no mezclasen nuestros nombres. Y no es sólo el público, sino también los diarios y revistas. Es necesario separar lo que es de lo que no es. Antonio Machado y yo hemos procurado hacer una obra honrada, sin tener en cuenta para nada al público; siempre viviendo en nuestra intimidad. (1921)

¿Sus poetas preferidos?

¡Son tantos! Entre los castellanos, si yo tuviese que hacer una antología, sería en la siguiente forma: El Romancero, El Poema del Cid, Jorge Manrique, Santillana, Garcilaso, Fray Luis de León, Góngora, Quevedo, San Juan de la Cruz, algo de Espronceda, y entre los románticos, sólo a Béquer. (1921)

¿Qué es el arte?

La primera virtud, es decir, la virtud “viciosa” por excelencia; y, como toda virtud y todo vicio –y más que todos, por su primacía-, el gran martirio deleitable. Como complemento a mi definición de hoy de este tormento del Arte, añado que el Arte tiene una misión social, indirecta, como toda misión honrada y fructífera: la de hacer, verdaderamente fuertes –quiero decir delicados- a los hombres, y verdaderamente buenos, esto es, enamorados conscientes de la tierna belleza desnuda del mundo. (1921)

¿Arte o política, escribir o actuar?

Mi única preocupación no es tanto la de publicar como la de producir. Creo que es mi deber, como el de todo artista, trabajar. Trabajar en la obra propia, incluso cuando la gente se agita en la calle. ¿No es ésta la mejor política? Claro que si yo creyera decisiva mi intervención, lo dejaría todo en un momento dado; pero había de ser con la seguridad de contribuir de una manera inmediata a una conquista política tangible. Mientras tanto, mi obligación es escribir, como la del melonero vender melones. (1921). Siempre me parecerá preferible hacer poesía de la política que política de la poesía. (1935)

¿Sólo se debe ser poeta a tiempo completo?

El poeta debe ser el hombre que arde como una llama viva, que está siempre ardiendo. No comprendo cómo hay personas que se llaman poetas y que cada seis meses se acuerdan de que saben métrica y hacer un soneto o una estancia. (1921)

¿Cuál es su idea del poeta y de la escritura?

El poeta auténtico no debe rectificar el verso. Para eso vale más escribir otro, otro siempre: ¡muchos versos! Hay quien escribe un libro cada diez años; yo hago cada año diez libros. Aunque no los publique, ellos existen. Los rompo, los quemo, los arrojo por esas ventanas que tanto le gustan a usted. (1929)

¿Cómo ve el panorama literario español en este año de 1921?

En España no hay nada. Yo sólo leo a extranjeros. A mí tampoco me leen en España. Aquí no hay las minorías inteligentes que en Francia, por ejemplo, o en Inglaterra. Con todo, Antonio Machado en su primer libro, Castilla, dio algo. Ahora está parado. Es un retórico. No ha vuelto a hacer más. Unamuno es un gran espíritu, es uno de los hombres que están siempre ardiendo, pero no tiene amor a la belleza y hace cosas horribles, pero un hombre que arde. (1921)

¿Y Valle-Inclán?

Valle es otro arcaico. Estos hombres no quieren comprender que cada época tiene su modo de expresarse. Y tratan siempre de volver los ojos al pasado, pero el pasado es una cosa muerta. La obra de Valle-Inclán es un alarde de estilo, retórica, estéril. (1921)

¿Y Ortega?

Con todo, Ortega y Gasset es un buen comentarista, sin obra creadora, un catedrático con talento. Hoy es una cosa parada; ya no hace más. Ramiro de Maeztu es un periodista y no como se entiende en España, donde son periodistas hasta los gacetilleros. Eugenio d’Ors es también un hábil diletante. (1921)

¿Qué opina de la novela?

Mire usted: yo tengo a la novela como un arte inferior. Para leer una novela no tengo más que abrir una ventana o pararme en una esquina. Para mí, el arte verdadero está en el teatro fantástico y en el poema en prosa. Por eso creo que los novelistas son valores precarios. Y en España más que en ninguna parte. Como Galdós hay cien mil folletinistas en Francia y en Inglaterra tres mil. (1921)

¿Cuáles son sus amigos literarios?

Sin inconveniente he de confesarte que nadie. No temo decir que considero a todos ellos perdidos y no quiero por eso contagiarme. Tampoco me interesa la vida de mis compañeros. Repiten lo que han dicho hace veinte años. ¿Para qué leerlos, pues? Creo que el único que se ha renovado es Valle-Inclán, no en cuando a su ideología, que es la misma, sino en cuanto a su forma. Mis amigos son los jóvenes. Le citaré entre ellos a Jorge Guillén. (1925)

¿Cuáles son, pues, sus simpatías?

Mis simpatías son orientales. Me reconozco plenamente árabe. Viajo por Andalucía porque me interesa conocerla muy bien. Me inspira asco la literatura contemporánea. […] Prefiero que los periódicos digan horrores míos, ya que de este modo el portero y la verdulera no comprarán mis libros. (1925)

Una palabra sobre sus coetáneos.

Cada escritor español piensa en sí mismo como si fuera uno de los grandes escritores de cualquier otro país. Pérez de Ayala, por ejemplo, se imagina una amalgama de Bernard Shaw y G.K. Chesterton, pero un poco mejor que ambos juntos. (1925)

¿Y qué diría de los poetas de hoy?

Sí, aprovecharé la ocasión para decirle lo que pienso de los poetitas de hoy, de ese García Lorca, tan cacareado, y de Alberti y de Guillén y todos esos pollos, que se las dan de modernos y que no hacen más que copiarme, plagiarme, callando mi nombre… con lo que desorientan al público y lo que es más de sentir, a la crítica… (1923).

¿No se salva nadie?

Aquí no hay nadie más que nosotros, los antiguos modernistas… Los Machado y yo, en poesía… Después del modernismo, de Rubén y nosotros, no ha surgido nada… Sólo nosotros nos conservamos puros… Pero estos jovencitos son unos cucos que nos despojan y fingen ignorarnos… Es algo tremendo… (1923)

¿Cuál es su poeta preferido?

Dios. (1956)

(*) Al final de cada respuesta se recoge el año en que tuvo lugar la entrevista. Todas las respuestas han sido extraídas literalmente del libro ‘Juan Ramón Jiménez. Por obra del instante. Entrevistas’. Edición de Soledad González Ródenas. Fundación José Manuel Lara, 2013

 

http://www.andalucesdiario.es/cultura/el-politico-debe-ser-el-mas-fino-el-mas-psicologo-el-mas-justo-de-todos-los-profesionales/

 

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