El libro de los americanos sin nombre

El libro de los americanos sin nombre

Francisco Velez Nieto
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Por Francisco Vélez Nieto

Si solo al que le duele la muela del juicio puede valorar tan tremenda tortura, igualmente sucede lo propio con el emigrante que vive y sufre sus @cristinaenriquezl_405x612pesares. Las humillaciones, la explotación, engaño y el desprecio de muchos nativos de la geografía a la que arriban, desesperados y a la vez esperanzados en encontrar El dorado, cuando este no existe para las clases víctimas de la explotación según se encuentre el mercado de la carne humana bautizada. No importando en el fondo el drama y sus distintas razones existentes. Por ejemplo: escapar de una feroz y criminal dictadura, huir de tanta miseria y explotación pensando en el futuro de los hijos, buscar cobijo y justicia que asuma la valoración de la realidad del deseo de lo que significa vida con igualdad de libertades y el valor silencioso de la nostalgia, cuando se está lejos de la casa de uno, de esa patria chica que golpea desde dentro, los amigos, la capacidad de comunicación con vivencias comunes, la cultura propia que desde el pecho de la madre se va transmitiendo.

Este es el cuadro que representan los protagonistas de esta historia con nombres y apellidos salidos de su tierra ligeros de equipaje para buscar un futuro, perseguir un sueño, aventura por necesidades. Todos ellos llevan consigo el adiós que dejaron a miles de kilómetros de distancia. Es lo que representan en carne vivía y golpes de corazón envueltos por4 llanos, mares y cordilleras, en los momentos más difíciles para recordar y añorar lo dejado allá, en su patria chica. Este es el diseño protagonizado por unas familias de la América que habla la lengua de Cervantes en la otra America del Norte, pidiendo al menos en el espacio social en que se desviven obtener un salario miserable y sin perspectivas de mejora, es lo que plantean los protagonistas en su lucha por la vida, que con sencillez y armoniosa narrativa contiene la novela de Cristina Henríquez.

. La novela muestra en primera persona a los protagonistas que la compone en una alternancia comparativa, mezclada con los sentimientos sentimentales de lo que se ha dejado allá en un ejercicio de comparaciones, donde la situación del presente que los estruja sale perdiendo según las criterios de las circunstancias impuestas, la experiencia personales apresadas por el dolor. Un dolor que se va expandiendo entre los desafortunados. La historia se repite una y otra vez, parece siempre la misma canción con distintos personajes y según la situación laboral, pues ellos no olvidan que en el fondo la cuestión está allí ya que los necesitan por el tiempo que les marque la bolsa de trabajo, las altas y bajas de la oferta y la demanda, siempre fría frente a los cada día más desvalidos derechos humanos. Todo un coro con la misma letra de generación tras generación, guerra tras guerra, crisis a la que por todos los medio los de arriba imponen solucionar con el sudor y la miseria de los de abajo, en la actualidad incluyendo la eliminación total denominada pequeña clase media, obligada a un cambio de papel social de proletariado con los derechos reducidos al “Si señor, lo que usted mande”

@cristinaenriquez_467x700Historia sacada de la realidad cotidiana, sufrimiento y deseos cada día más escuálidos de esperanzas protagonizados en su mayoría por dos familias: los Toro y los Rivera. Y por ser parte de esta historia de la emigración vivida la autora que nos la cuenta ha sido igualmente personaje y testigo de cargo. Una sólida razón que su fiel memoria a lo propiamente vivido la mantiene conectada a esa realidad y deseos del presente frustrado, reviviendo el pasado que se produce en una inmensa mayoría pagando un alto coste humano, social y cultural en ese empeño soñador en la búsqueda de El Dorado.

Cristina Henríquez no ha olvidado los sinsabores, angustias, humillaciones y tragedias que se padecen en una sociedad ajena con un idioma y una cultura diferente, que solo con el transcurso de los años -analicemos la actualidad en la sociedad norteamericana al convertirse la inmigración en representatividad social respetable en lo social y cultural-, obliga a los poderes a cambiar su discurso e incluso a abrir un portillo a la nueva generación inmigrante, eso sí, dentro de lo “políticamente correcto” Una buena historia editada por Malpaso la de estos americanos sin nombre, recomendable para refrescar memorias y adherir a los ingenuos por ignorancia de la realidad sobre explotación del hombre por el hombre.

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