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ÁNGEL SÁNCHEZ ESCOBAR, EL HIJO ETERNO Y EL ESPÍRITU INFINITO: EL AMANECER DE LA EXISTENCIA: TEOLOGÍA POETIZADA CON ILUSTRACIONES , 2023
JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ
El profesor jubilado de la Universidad de Sevilla Ángel Sánchez Escobar (Sevilla, 1951), escritor y traductor, viene publicando una serie de libros de temática religiosa, referidos especialmente a los escritos de Urantia y otros asuntos al margen de la ortodoxia católica. No en vano, además de otros dos doctorados en Filología, es doctorado en Teología de St. Stephen Harding Theological College and Seminary (Winston-Salem, North Carolina, EE.UU) y tiene numerosos estudios teológicos. Fue ordenado Interfaith Minister en New York, Estados Unidos (2004), presbítero en Kiev, Ucrania (2005) y consagrado obispo en Sudáfrica (2007). O sea, que entiende de esto, como también entiende, y mucho, de didáctica del Inglés, de Literatura, etc.
Hace poco comentábamos su última novela aquí mismo en Luz Cultural, Los papiros de Pedro –con el subtítulo Confesiones antes de su crucifixión-. Ahora nos adentramos en otro libro de 2023 (es incansable Sánchez Escobar y publica con esmero y a menudo acompañando sus obras, como la presente, de unas ilustraciones muy a propósito y bellísimas). Con esta entrega completa la Trinidad. Si el primero trataba del Padre (Libro Nuestro Padre Universal, 2022), este del Hijo y del Espíritu.
Sigue casi la misma pauta que el anterior, pero con otro orden de ilustraciones. Es muy complejo, en un sentido teológico.
Se ofrece en Amazon, donde están sus libros, este resumen: “Al tratar de poetizar conceptos tan portentosos e inexplicables sobre el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito, como antes hice sobre el Padre Universal, me baso en mi apreciación de lo revelado en Los escritos de Urantia (2021) -mi propia traducción y a la que ruego se acuda ante cualquier interrogante que pueda surgir-. Adopto con cierto grado de esperanza lo que los reveladores nos dicen: “La filosofía profunda debe atenuarse con el ritmo de la poesía”. Y aunque emprendo con gozo esta segunda entrega de poemas ‘teologizados’ o de ‘teología poetizada’, deseo poner de relieve, una vez más, la dificultad insuperable que representa para una mente material y finita como la de este autor poder entender y describir a la Deidad, a la tres Personas absolutas e infinitas que habitan en la eternidad. Es por ello por lo que he hecho uso de ilustraciones que me sirvieran de apoyo en este esfuerzo y ayudar a la vez al lector en su comprensión. A veces, buscando conseguir brevedad, claridad y ritmo poético, me he visto forzado a realizar algunas pequeñas modificaciones intentando no alterar en lo posible el núcleo teológico de los escritos. Es cierto, no obstante, que de algún modo u otro la Deidad nos hace partícipes de su naturaleza, atributos y omnipresencia al crear los universos del tiempo y el espacio, al darnos la existencia evolutiva y marcarnos el camino de perfección y espiritualización a seguir por el gran universo hasta llegar a Havona (la creación central eterna) y al Paraíso. Por esta misma complejidad, como narrador tomo diferentes perspectivas de acuerdo con los temas siempre interrelacionados de cada pasaje. Cada vez que escribía uno de estos pasajes, le pedía al Padre que me iluminara. Si queréis, haced lo mismo. (Ángel Francisco Sánchez Escobar, Doctor en Teología)”.
Como decíamos, destacamos la belleza de las ilustraciones y, en buena armonía, una palabra que califica todo el impulso creativo del autor, en simbiosis perfecta, la serena templanza de las palabras, el ritmo acogedor y luminoso. Dice en “La identidad del Hijo Eterno”: “Quiero ser esa arena solitaria con olor a mar y dejarme acariciar por los reflejos de tu infinitud, Hijo Primigenio y Unigénito de Dios.
Eres el Verbo, estás en Dios y él en ti. Y sin ti nada de lo que ha sido hecho fue hecho”. Más adelante expresiones como “Sois uno en naturaleza y verdad”, símiles como “COMO GUIRNALDAS VIOLETAS movidas por el viento del espíritu, repartes la misericordia divina, el amor en acción, del Padre”, definiciones del tipo “Dios es amor, pero tú eres misericordia, la aplicación eterna de ese amor”.
Está muy presente a lo largo de los textos propuestos la naturaleza: los astros, las flores, el agua en diferentes formas…”HAN NACIDO tres azucenas nuevas en el valle. Son blancas pero el amanecer las ha teñido del color de las mandarinas jóvenes.
La mayor de todas se da a las otras no menos bellas a las que abraza delicadamente con sus ramas…”. Todo con un lenguaje verdaderamente fluido, sencillo, cercano y siempre bello hasta seducir por la musicalidad: “Aquí en este mundo el aroma ámbar de las azucenas, sus notas florales dulcemente intensas, sus matices dulces y marinos nos dan un sutil indicio de tu persona. La luz del alba se hace presente en el cielo por encima del horizonte. Exhala el soplo siempre bienhechor de tu misericordia”.
Así va expresando la dificultad de comprender la esencia divina: “No es extraño que no te comprenda. Eres espiritual por completo y yo casi enteramente material”. Dios se trinitiza en medio de la naturaleza y la vida: “La finitud nunca podrá entender la infinitud.(…) Y nosotros, como esas humildes rocas que se dejan acariciar por las mareas, vuestra familia universal”. Para definir lo divino elige estas palabras en una retahíla que parece, o es, oración: “Espíritu Infinito, Espíritu Universal, Guía Suprema, Creador Conjunto, Mandatario Divino, Mente Infinita, Espíritu de los Espíritus, Espíritu Materno del Paraíso, Actor Conjunto, Espíritu Onmipresente, Inteligencia Absoluta, Acción Divina o Realidad Infinita…”, más adelante habla de su “presencia omniamante y omnimisericordiosa” y, sobre todo, pide que la oración sea lo más eficaz e interior posible, sincera y honesta: “Pero, si nuestras súplicas son materiales y egocéntricas, no encontrarán cabida en tu vía espiritual que circunvala el universo”. Y por último, sobre el carácter trinitario: “Son, al mismo tiempo, coiguales, supremas, últimas, absolutas e infinitas; siempre han sido y serán, en su individualidad, tres personas eternamente vinculadas: el Dios Padre, el Dios Hijo y el Dios Espíritu”.
Libro editado con pulcritud y elegancia, un placer de lectura por las fotografías y los textos -al margen de las creencias personales sobre lo teológico y religioso- son hermosos pues vienen de la mano de un poeta del equilibrio y la serenidad.