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Por Francisco Vélez Nieto
Crónica sobre El Erudito de Emilio Morales Ubago. Editorial Guadalturia
Una historia envolvente mezcla de intriga, asesinatos de extraña pasión. Un personaje siniestro amante de lo ajeno, propio de nuestro tiempo, en torno a un libro prueba y testigo de cargo que ha desaparecido de la Casa Consistorial.
Rodábamos por la carretera, la noche era oscura con una la luna vestida de rojo provocativo, como buscando un novio que no fuera el lucero cotidiano de todas las noches y madrugadas, danzaba ella entre un rayado de nubes alargadas. Nosotros, distendidos y distraídos con la charla, carretera y manta: Pedro Luis al volante y el que hilvana esta crónica como animador literario, nos dirigíamos a Lora del Río ese pueblo del sur que bebe a orillas del Guadalquivir, pueblo limpio y blanco de cal prieta. Parada y fonda donde Antonio Machado cantó estos versos tristes que copio:
EN ESTOS CAMPOS DE LA TIERRA MÍA
En estos campos de la tierra mía,
Y extranjero en los campos de mi tierra,
Nuestro compromiso era el compromiso sencillo y solidario de presentar al público loreño la novela El Erudito, tercera historia entre la realidad y el deseo con la que cierra el escritor Emilio Morales Ubago, los tres volúmenes suma de una trilogía, en la que El Erudito y los dos anteriores La carta Bonzo (2012-Ediciones en huida) y El ojo de Dios (2013-Esiciones en huida), cierran esta amplia y discutida trilogía en la que la trama ha venido discurriendo entre extraños sucesos históricos, ficción y realidad, sobre un oscuro secreto de familia y una muerte supuestamente natural en el primer título, siguiendo en el segundo con la desaparición de un antropólogo en el Perú, para terminar con esta última entrega, (2017 Guadalturia editores), donde los misterios y múltiples sucesos, arrancan, lógicamente, con la aparición de un cadáver que convierte la historia en vivencias de novela negra. Su contenido repleto de variadas facetas y sucesiones en las que las ramas del entramado van descorriendo sus interiores, dada la insistente investigación a que los personajes son tratados por dos celosos protagonistas bajo el amparo de un juez insobornable, apuestan con pulso firme desentrañar los caminos entre la tensión y el misterio, todo ello envuelto en la proyección descriptiva del espacio natural en el que discurre la endiablada narración.
Trama de novela negra que se desarrolla sostenida por la búsqueda de un libro testigo en una investigación con muy variados personajes de los que difícilmente se puede descartar una posible culpabilidad, salvo en tres de ellos que se definen claramente como los principales protagonistas: Luis Fernández Barrera Antropólogo y Javier Larráz Sargento de la Benemérita y comandante de puesto en el municipio de Lora del Río. Sin olvidar el acertado dibujo de la personalidad del juez que asume el deber de llevar el caso serio y digno y su hospitalaria señora que sirve con esmero ese su tazón de chocolate a los dos sabuesos volcados con todas las consecuencias en esclarecer el caso, desde el primer cadáver aparecido hasta las continuación de otros muchos. Es así como el caso va adquiriendo volumen de la lacerante sospecha de un amplio y escabroso asunto de corrupción, nada nuevo en el país de trinca el dinero y corre, que estás protegido desde las alturas y quien manda, manda y mano en el cajón con derecho a porcentaje. Espectáculo costumbrista al que se suma como testigo fundamental el libro del ayuntamiento misteriosamente desaparecido.
Un estafador de primera categoría nada que envidiarle a los de hoy en el mundo político, con una crueldad fruto de su insatisfacción personal, su misoginia y la usura, que cae sin piedad alguna a sus presas (personas), muestra el verdadero relieve de un tipo malvado que resulta ser una realidad histórica en la comunidad del municipio de Lora del Río, sangrante, cuyas víctimas, especialmente fueron pobres inocentes, humillados y ofendidos, esquilmados de sus modestas propiedades. Y así, la trama se va ensanchando con una serie de asesinatos que se van sucediendo. Y entre todo el laberinto de la historia, una mujer deslumbrante de belleza e excitante escultura corporal, entre personajes de la novela y los lectores, tanto admiración como deseo, extraño desnudo, cuando un velo descorre una inesperada sorpresa. Un golpe seco en términos literarios semejante a la explosión de todo un edificio.
El Erudito, atractiva novela policíaca con tinte negro y un trasfondo de crítica social, Emilio Morales Ubago nos adentra en esta tercera aventura donde la controvertida pareja de Javier Larráz y Luis Fernando de la Barrera retornan a los senderos de sus anteriores aventuras. Y eso que cuento es lo que, no falto de deseo, Pensaba exponer a la limón con Pedro Luis ante un público deseoso, mas, esa es la cuestión. Un despiste de carreteras nos llevó a un laberinto algo lunático, que nos impidió cumplir con el autor y sus lectores. Situaciones de las que no está exento el oficio de crítico literario por los caminos de la cultura.