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El corazón de la Libélula
A diferencia de Boileau – para quien todo está dicho y hemos llegado demasiado tarde – para Barnés Todo está inventado y/ todo por inventar. Lo que nos abre un horizonte de esperanza. Al igual que C. S. Lewis en su época, Antonio Barnés discrepa, en la nuestra, de lo que suele considerarse Ilustración, Modernidad y poesía moderna. A las primeras y a su razón la combate con y desde la razón misma; a la segunda, oponiéndole su sistema de ideas y creencias, que sintetiza bien este verso suyo: No puede ser la poesía una mera técnica sintáctica y, aduciendo –como ejemplo y demostración de ello– estos otros: En Homero, Virgilio y Dante el /Infierno era metáfora de la vida. Ahora/ la vida es metáfora del infierno/y los versos, el relato del descenso/ y las peripecias en él. Y, por si esto no hubiera quedado suficientemente claro, añade la contraposición siguiente: El poeta antiguo /transmutaba su vida en símbolos y el actual transmuta los símbolos en vida. Poesía, pues, ésta de humor, pero también –y como ya he dicho antes– de pensamiento y fe: de aquella fe de la que decía Calderón Pues sentido de la fe/solamente es el oído. Antonio Barnés nos devuelve la fe en una poesía que es vida y redención a la vez.
Fragmento del prólogo, de Jaime Siles
El corazón de la Libélula