El Archivo “no tan secreto” del Vaticano

El Archivo “no tan secreto” del Vaticano

Carlos J. Rascón

El Archivo “no tan secreto” del Vaticano

Si hay un lugar en el mundo que fascina a cualquier amante de la Historia es el “Archivo Apostólico Vaticano”, conocido también como “Archivo Secreto del Vaticano” desde que el actual papa Francisco I le cambiara el nombre, porque por mucho que dejemos volar nuestra imaginación, lo de “secreto” es un término que con el tiempo ha ido cambiando, asociándolo incorrectamente a lo que no debe ser desvelado, cuando en realidad el término hacía referencia a las personas o instituciones cercanas al Papa, expresando que era un archivo  “privado y personal” del Pontífice.

El origen del Archivo

Oficialmente se pone la fecha de 1612 como año de su fundación por parte del papa Pablo V, pero se documenta desde mucho antes, de hecho, existen peticiones escritas de personas que escribían al Papa en el siglo XVI solicitando consultar documentos del Archivo.

Tras el Edicto de Milán, del emperador Constantino en el año 313 d. C. se comenzó a recoger documentos y códices litúrgicos en las llamadas sacra scrinia, que eran un conjunto de oficinas públicas encargadas de  la coordinación y gestión de la Administración central del Estado. Desgraciadamente, de este período no se conservada nada, los robos, los incendios y las conquistas fueron las culpables.

A partir del siglo IV se creó el primer Archivo en San Juan de Letrán, sede del Papado por aquellos tiempos y el Archivo del Castel Sant´Angelo en Roma. El Archivo del Vaticano aumentó en volumen con el traslado en 1783 de lo almacenado en Aviñón y en 1798 con los 81 legajos conservados en el Castel Sant´Angelo. En 1810 Napoleón ordenó su traslado a París, extraviándose muchos escritos en su regreso. En 1883, se inauguró oficialmente una sala para los investigadores que quisieran consultarlo.

Una Historipapel old manuscripta de valor incalculable

Sus 85 kilómetros de estanterías, 150 000 documentos y más de 650 fondos de archivos, impresionan. Debajo del Patio de la Piña, a unos metros bajo los pies de millones de turistas que visitan cada año los Museos Vaticanos, se encuentra lo que los trabajadores del Archivo conocen como el “búnker”, un cubo de hormigón armado donde se protegen en salas climatizadas los documentos más valiosos. Correspondencia entre reyes y papas, registros papales y millones de fechas, datos y nombres que cambiaron el rumbo de nuestra historia. En él se encuentran los sellos de oro remitidos al Vaticano por los soberanos de toda Europa, como el pergamino del rey de España Felipe II y fechado el 1 de octubre de 1555, del que pende un sello de ochocientos gramos de peso hecho del oro robado a los incas por Pizarro.

De la conservación de estos documentos se ocupan los mejores expertos, en una tarea ardua y meticulosa. Los más delicados son los sellos de cera virgen, que se despedezan, y los de plomo, conservados en estuches de madera o cartones, que también se desintegran. Los dos documentos más antiguos que se custodian son el Liber diurnus Romanorum Pontificum, del siglo VIII, y del año 809, el documento relativo a una donación del obispo de Verona, Ratoldo, y del conde Hucpaldo a la iglesia de San Pierto in Castello de Verona. Otros destacables son por orden cronológico: la proclamación de una nueva Cruzada en 1198 por el papa Inocencio III; la carta del Gran Khan Güyuk al Papa Inocencio IV, traída a Europa por John de Carpini; los 80 pergaminos cosidos correspondientes a las actas del proceso contra los caballeros de la Orden del Temple celebrado bajo el papado de Clemente V entre 1308 y 1310; la bula por la cual Clemente V transfería los bienes de la Orden de los Templarios a los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, actual Orden de Malta, en 1312; la solicitud de Enrique VIII para anular su matrimonio con Catalina de Aragón; la carta fechada el 18 julio de 1610 del obispo de Caserta al cardenal Scipione Borgheses comunicándole la muerte acontecida 11 días antes y en extrañas circunstancias, del pintor Caravaggio, con la que intenta averiguar si se han salvado

Liber Diurnus
Liber Diurnus

sus cuadros, ya que solo localizaron tres en casa de Constanza Colonna, marquesa amiga de Caravaggio que vivía en Nápoles, encargada de cuidar de ellas a la espera de devolvérselas al cardenal; las actas del juicio contra Galileo Galilei

Cada treinta años aproximadamente las representaciones diplomáticas de la Santa Sede de todo el mundo, remiten a Roma una ingente cantidad de documentos aumentado la colección del Archivo. Actualmente, el acceso se permite a historiadores e investigadores, previa acreditación y visto bueno del Vaticano.

Recientemente, el papa Francisco I anunció la apertura total de los documentos del Archivo que hacen referencia al papa Pío XII –parte de los archivos ya fueron publicados con anterioridad-, y así dar luz a la controversia que generó este Pontífice por no haber condenado el Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial. Un gesto importante para la Santa Sede y para la Historia, y es que, según palabras del papa León XIII, los historiadores deben “no mentir y no temer decir la verdad”·

 

Para saber más:

Archivo del Vaticano

Link foto:

Ntmamgtw

Información basada en el artículo Archivo Secreto del Vaticano. Cuatro siglos de Historia.

https://franciscojaviertostado.com

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