DRÁCULA Y LOS GORRIONES

DRÁCULA Y LOS GORRIONES

Antonio Costa Gómez
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   DRÁCULA Y LOS GORRIONES

     Más allá de los tópicos aquel tren no estaba tan mal. Pasamos  Transilvania mientras  yo  dormía,  solo la vi  a ratos. Me contaste  algo que me alucinó en la  madrugada, dijiste  que habías visto unos perros amarillos que se movían,  después resultó que eran dos ramas de árbol que movía el viento, algo parecido  le ocurrió a Bécquer con su  rayo de luna. Pero fue  un tipo de alucinación muy apropiada para que nos  ocurriera en Transilvania.

    Porque Transilvania te estuvo  alucinando, con sus montañas altas llenas de abetos,  sus espesuras y sus valles sombríos,  sus alturas en formas de conos,  sus ciudades llenas de iglesias góticas terminadas en agujas, construcciones negras, casas alpinas con balconadas de madera de techos muy inclinados. Me dijiste  entusiasmada que habías ido toda la noche  admirando ese país,  tocando su misterio y su magia, siempre habías soñado con recorrerlo y ahora lo hacías y fue  como lo imaginabas en tus sueños.

    Me dijiste  que pasamos  por Sighisoara, donde nació  Vlad Tepes, lo habías leído en un libro, me dijiste  que esa ciudad era bellísima, no cabía en ti  para expresarla. Siempre te ponías así tan alucinada, ya no te quedabas sin aliento como hacía años,  cuando me asustaba  al verte así, pero te brillaban los ojos de maravilla y  exaltación.  Me dijiste  que habías hecho  fotos increíbles.

   Estuvimos  parados mucho rato en una estación y yo me hallé  en ese estado en que los pensamientos están parados,  se ve todo con asombro y  limpieza, todo  me pareció muy callado delante de mí. Miré  sin intención y sin ganas por la ventanilla, detrás vi  unos cables,  encima de uno vi  posado un gorrión, me pareció  un gorrión solitario en la mañana. Me llamó la atención verlo tan concretamente allí, estuve a punto de ponerle un nombre, como si fuera un amigo inesperado. Te lo señalé, vino otro gorrión y se puso encima de él, me di cuenta de que estaban follando apasionadamente, el de arriba se movía cada vez más rápido, el de abajo tenía una entrega total, el de arriba se fue un rato y pareció que habían terminado pero el de abajo no se movió ni un milímetro del sitio, el de arriba volvió y otra vez se puso a follar con él.

    Te los señalé y los dos miramos aron aquel  espectáculo secreto, de esos en los que nadie se fija,  maravilloso en la frescura de aquella mañana, estábamos  en Transilvania y había una apoteosis del sexo y  la vitalidad  al amanecer . Fue una de tantas cosas increíbles que podían ocurrir en las estaciones de tren. El gorrión de arriba se marchó,  el de abajo  siguió sin moverse, como si no estuviera saciado, o como si ya no supiese hacer ninguna otra cosa. El de arriba volvió y  follaron  por tercera vez  secretamente. El tren se puso en marcha , me despedí  con melancolía de aquellos dos personajes que me acompañaron un buen rato, aunque nadie se fijara  en ellos. Fueron dos  representantes de la pulsación  de la vida a través de los milenios,  fresca como un poema de Rilke,  con toda la densidad de Transilvania. Y por eso eran los heraldos de Drácula.

    A los rumanos no les gusta que les hables de Drácula, una escritora rumana  me dijo un día  que Drácula fue un invento de Hollywood, pero a mí me gustó siempre    el personaje de ficción creado por Bram Stoker,  para mí era  un ser fascinante.  Representaba  la soledad y el enfrentamiento al puritanismo, reivindicaba el sexo,  el frenesí , la noche, vivía a trasmano de la sociedad y los convencionalismos,  representaba  el maldito, el rebelde radical por excelencia,  buscaba la sangre y se alimentaba  de ella,  buscaba  la pureza y se sustentaba de ella, se salvará si se le ofrece alguien realmente inocente. Se identifica con un murciélago o un lobo,  vuela o corre frenético por los bosques,  se confunde con la naturaleza y todo lo reprimido con ella,   está lleno de sugerencias inagotables, nos interesamos por su suerte  aunque nos digan que es el mal.

    Pensé : la novela de Bram Stoker es una gran obra literaria ,  se ha convertido en un  mito de nuestra cultura comparable a Fausto o Don Juan,  estará siempre lleno de destellos para todos nosotros.  Stoker la construyó con una técnica insuperable,  a base de cartas y diarios , de  perspectivas muy diferentes,  le dio  una gran autenticidad y dinamismo, lo convirtió  en algo concreto y creíble. Para ello  no salió de Irlanda, se basó  en sus lecturas y sus mapas, en las  leyendas de Transilvania y su geografía,  en historias sobre vampiros o seres del más allá. Diseñó un personaje realmente adecuado para moverse en Transilvania, para desplazarse por el mar en la noche hasta Inglaterra. Solo de lejos conectó todos esos elementos con Vlad Tepes príncipe de Valaquia. Y aquellos dos gorriones que vimos follar desde el tren expresaban todo el delirio secreto y rebelde de Drácula.

ANTONIO COSTA GÓMEZ

FOTO: CONSUELO DE ARCO

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