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Del lado de la vida, Manuel Ruiz Amezcua
Galaxia Gutenberg
Por Francisco Vélez Nieto
La antología poética Del lado de la otra vida (1974-2014) del poeta jienense Manuel Ruiz Amezcua (Jodar, Jaén 1952), recoge en sus 360 páginas toda la riqueza poética de un insistente poeta desde el lado de la vida que contempla y palpa el desvivir humano con firme acento, reflejando el transcurrir de la existencia misma, como bien señala al comienzo del prólogo Antonio Muñoz Molina: “Manuel Ruiz Amezcua pertenece a un linaje muy antiguo en la literatura: el de los personajes apasionados, los acusadores furiosos, los disconformes que encuentran en todas partes y en todas las cosas una razón de la disidencia” Y por si quedan dudas de esa definición sobre el poeta, sumemos esta rotunda afirmación del propio Ruiz Amezcua: “”Los poetas oficiales han acabado con los lectores de poesía”
Sumando a esta cita del poeta sobre su temática poética, con gozo me sitúo a su lado. No obstante, acoplemos la cita de Jaime Salinas “En la edición, la prioridad de lo comercial sobre lo cultural tiene consecuencias catastróficas”, sin embargo en este rica y variada antología, aunque puede surgir el cálculo de lo comercial, lógicamente, bien justo es manifestar, que la editorial Galaxia Gutenberg se ha situado al lado del rico contenido poeta de la antología y no en el triste que menciona con toda razón la cita que he colocado de Jaime Salinas
Mercader de miseria,
peregrino en amor a bajo precio,
he palpado la vida.
He querido imitar
e fracaso del hombre: su mensaje

En toda esta larga y fructífera andadura poética podemos examinar el largo recorrido onírico por el que discurre “el amor, el desamor, la justicia, la injusticia, la vida, la muerte…”. Palpitando en medidos versos doloridos de denuncia que en el transcurso de su lectura, como para no caer en desánimo se mezclan poemas en los que se agita el amor y ese dolor altivo del poeta manifestando su protesta por la injusticia en versos medido:
La miseria del mundo.
Su crueldad infinita sobre el cuerpo
eterno del quebranto.
Lo blanco destrozado por lo amargo.
Pulso pausado, reflexivo, la cabeza alta del cantor nada ausente de su vivir diario exponiendo la desnuda marca social de las diferencias, la eterna tragedia y mentira que recorre la sociedad, la marrullería pregonada en los desteñidos escaparates de la cultura, la literatura y la poesía, de los cantores oficiales fiel a su pesebre: “los poetas oficiales han acabado con los lectores de poesía” denuncia Ruiz Amezcua con toda la razón por delante de la mano del desencanto que tan ampliamente reina en nuestra geografía:
Creímos en el mundo y sus halagos
Y para entrar nen él, echamos mano
de soles y de lunas,
de sombras y de engaños.
Y nos hiere el desencanto en el corazón y la mente grabado con la palabra desnuda y huérfana, porque -“las palabras curan cuando son verdaderas y bellas” El poeta es conciente de esta situación y ha querido, sin caer en la poesía social al uso de aquellos tiempos de la dictadura, es conciente de ello y así la expone. Su verso ni resulta enfermo ni manido, mucho menos adherido a la complacencia, algo de denuncia desde la razón y el dolor como el poeta que no está dispuesto a sumarse a la corte de los gregarios recitadores. Ruiz Amezcua es un cantor solidario y comprometido consigo mismo y la saciedad indignamente manipulada, por que considera mostrar las inmundicias de los poderes alienadoras a los que vive sometida la sociedad y la cultura:
Ni libres, ni redimidos,
manchados de sangre,
amontonamos miserias
y consumimos dolor.
Sinceridad de la mano de la conciencia que le lleva a sumir el compromiso expresado cuidando con calculada mesura que cada verso exige, a fin de evitar la rima fácil y el peligro del panfleto. Ajenos a las influencias de la moda, se defiende así mismo para no caer en la originalidad, esa imbecilidad que tanto se lleva. Prefiere quedar en la perenne muestra de su verdadera capacidad creadora. Así lo muestra en esta extensa antología de alta y serena calidad.