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DEGRADAN LA PALABRA INTELIGENCIA
Quieren instalar en A Coruña la Agencia de la “Inteligencia Artificial”. ¿Pero a qué llaman inteligencia artificial? ¿Se puede fabricar la inteligencia? Le llaman inteligencia a seguir unas fórmulas y unos programas dócilmente sin salirse de ellos. A procesos mecánicos sordos y muertos. Qué empobrecimiento.
Ponen un aparato para regular la temperatura de un edificio o realizar mecánicamente ciertas operaciones y le llaman “edificio inteligente”. Y el aparato mantiene la temperatura alta que le mandaron aunque haga de repente mucho frío. O la mantiene alta en julio aunque ese julio por sorpresa haga frío.
Ponen una alarma que suena si hay un ruido inusual y sigue sonando toda la mañana aunque no haya ninguna amenaza. Y nos revienta los oídos a todos. Ponen una máquina en las bibliotecas que suena si hay cierta imantación aunque nadie esté robando ningún libro. Ponen una máquina a traducir un libro siguiendo unas reglas simples y rígidas, sin tener en cuenta la atmósfera, el contexto, la estructura profunda de que hablaba Noam Chomsky, y la máquina traduce idioteces. Y a eso le llaman inteligencia.
Ponen a un algoritmo a deducir idioteces según fórmulas matemáticas abstractas y simples y lo confunde todo y elimina las infinitas variaciones y sutilezas de la vida, las infinitas personalidades irrepetibles e instantes irrepetibles que no caben en ningún algoritmo. Y así el algoritmo confunde a los negros con monos y a los limones con chinos. Y lo empobrece todo y lo simplifica todo. Y no se entera de nada. Porque las máquinas no se enteran de nada y no entienden nada. Y empobrecen y matan el mundo. (Y de hecho salen noticias de que infinidad de personas en la sombra mal pagadas tienen que controlar la pretendida “inteligencia artificial”).
Inteligencia viene de intelligere, leer entre líneas. Consiste en captar las cosas, en comprenderlas sin simplificarlas. Y para comprender la vida cambiante y sorprendente, llena de contradicciones y de matices, tiene que ser ella misma cambiante y matizada. Tiene que ser algo vivo, no puede estar muerta y nunca mecánica. Alguien dijo que la inteligencia es la capacidad de adaptarse en todo momento, de abrirse a todos los imponderables. Es algo vivo, coño. Nunca será una aplicación rutinaria y sorda de fórmulas y de programas muertos.
Pero pervertimos todas las palabras, le llamamos cualquier cosa a cualquier cosa. También llamamos comunismo al sistema chino donde hay supermillonarios y muertos de hambre. Y llamamos cristiana a la sociedad europea. Y el comisario del pueblo llama “camarada” al disidente al que está torturando. Y los estalinistas le llamaban a su dictadura “centralismo democrático”.
Si la inteligencia es la capacidad de captar el sentido de las cosas, en eso entran muchas facultades. La intuición, la sensibilidad, el dinamismo interior, la capacidad de adaptarse a lo diferente. Incluso la imaginación, la capacidad de ver imágenes. Nunca será simplemente hacer operaciones rutinarias con datos brutos. Y captar la atmósfera, el espíritu de las cosas, que no está en los datos brutos. Por eso las “restauraciones” son todas falsas, porque la atmósfera de otra época no se capta con datos y deducciones mecánicas. Si no estás vivo, no entenderás la vida.
Ya no pido la razón vital de Ortega ni la razón poética de María Zambrano. Pido la inteligencia de siempre, la inteligencia viva de los seres vivos, en la que entran tantas cosas. La capacidad de entender sin empobrecer, sin reducirlo todo a fórmulas. El mundo se vuelve cada vez más estúpido. Espero que no le ocurra eso a Galicia.
Antonio Costa Gómez
DEGRADAN LA PALABRA INTELIGENCIA