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Cortés Indígena
A Cortés lo apoyaron muchos indígenas. Sí, solo hace falta hojear un libro de Historia. Mirar algún libro, en definitiva, y dejarse de frases. La realidad tan compleja no cabe en las frases. Si miramos un libro de Historia veremos que Cortés no conquistó México porque tuviera caballos o tuviera mejores armas. Unos pocos europeos estirados venciendo a millones de indígenas es una estampa demasiado simplista. Cortés ganó porque en México había una dictadura terrorífica del imperio azteca que tenía sojuzgados a muchos pueblos indígenas. Y estos estaban hartos y apoyaron a Cortés. No querían ya más que a miles de sus personas les arrancaran el corazón en vivo con cuchillos de obsidiana. Bastante comprensible ¿no? En México no había ninguna situación idílica que los europeos malvados vinieran a perturbar. A los indígenas sojuzgados bajo la bota azteca nazi les valía cualquier cosa antes que el terror azteca. Ya se ve en esos dioses de bocas como martillos que nos enseñan con orgullo en los museos. Y si les dices que el europeo viene a cumplir un sueño, que es el dios Quetzacotal de la cultura y el abecedario y no de la guerra que vuelve del mar, eso también ayuda.
Le echan la culpa de todo a un país que está al otro lado del océano, Colón es un hijo de puta, Cortés es un diablo que machaca indígenas. Pero los gobiernos actuales siguen machacando a los indígenas como si nada. No han mejorado un ápice y no hablamos de hace cuatrocientos años. Los indígenas estaban hasta las narices de los otros indígenas prepotentes e imperiales que los machacaban. Y no venían del otro lado del mar, dormían allí mismo, junto a la laguna de Tenochtitlán.
También los españoles le echamos la culpa de todo a Napoleón. Pero muchos españoles estaban hartos de Fernando VII el Indeseable, el rey absoluto que les hacía tragar la Inquisición y colgaba a los liberales como a las brujas. Muchos españoles estaban hasta los cojones de la España tradicional indígena y no añoraban volver a ella. Y después Napoleón se fue, hace mucho tiempo, y los españoles indígenas siguieron jodidos y nada contentos. Y sufrieron reyes absolutos y cerrilismos. Y al menos Napoleón traía el Código Civil, que fijaba por escrito unos derechos para todos. Por eso muchos españoles no lamentaron la venida de Napoleón. Y no le echan la culpa de que después, ellos solos, se mataran unos a otros.
Los americanos se quejan de las atrocidades que cometieron los españoles con ellos. Pero más tarde, con los españoles ya muy lejos, los americanos cometieron muchas atrocidades contra otros americanos. Y los indígenas siguen tan machacados y marginados como siempre. O tal vez más. Y los americanos se miran unos a otros por encima del hombro, por si tienen la piel más clara o más oscura, y los americanos fuertes putean a los americanos débiles. Y yo, desde España, escribiendo textos con mi humilde ordenador, no tengo intervención ninguna en ello. Solo tomo vino tinto y leo a Juan Rulfo, porque es intenso y conciso y no me cubre de barroquismos empalagosos.
Muchos indígenas apoyaron con ilusión a Hernán Cortés contra otros indígenas estalinistas y genocidas. Y por eso ganó Cortés. Y dejó su lengua y su religión, que serán atroces pero no exigen arrancar el corazón en vivo. Y los descendientes de los colonizadores españoles claman contra sus abuelos pero lo hacen en lengua española (aunque ellos creen que la hablan mejor que en España, igual que los norteamericanos hablan mejor el inglés que en Inglaterra). Pero no se vuelven a las lenguas indígenas ni a las religiones indígenas, y machacan como siempre a los indígenas (lo repito a propósito ¿no se nota?). Pero la retórica siempre triunfa, desde los tiempos de Demóstenes.
Sin embargo, aunque te metas piedras en la boca para pronunciar mejor, como Demóstenes, nada sustituirá a mirar un poco algún libro de Historia. Y dejémonos de monsergas y de discursos trumpistas o ursulinos. Porque el masoquismo es selectivo. Maldicen al invasor lejano de hace siglos (que a pesar de todo les dejó gran parte de lo que son, como el imperio romano a nosotros), pero besan el trasero del Prepotente Vecino del Norte que los machaca. Hay que dosificar la indignación y pasarla por la cirugía estética y la moda. Pero deberían mirar alguna vez algún libro de Historia.
Y a pesar de todo, la mayoría de indígenas apoyaron a Hernán Cortés. Y Cortés ganó con ellos peleando a su lado. La retórica es la retórica y la realidad es la realidad, de todos modos. De modo que los indígenas fueron Cortés y Cortés fue indígena.
Antonio Costa Gómez, Escritor
Cortés Indígena