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Concha García
Poeta. Nacida en la Rambla (Córdoba). Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, ciudad donde vive. Autora de ensayos sobre poesía en diversas publicaciones y de diarios como: La Lejanía, Cuaderno de Montevideo (Carena, 2013) y Los antiguos domicilios (La Isla de Siltolá, 2015), Desvío a Buenos Aires. Diario de una poeta en la Patagonia argentina (Chamán ed. 2019). Autora de dos antologías de poesía de la Patagonia Argentina. Premios Aula Negra de la Universidad de León, Barcarola, Jaime Gil de Biedma y Dama de Baza. Autora de varios libros de poesía. Los últimos hasta ahora: Acontecimiento (Tusquets, 2008) y El día anterior al momento de quererle (Calambur, 2013), y Las proximidades (Calambur, 2916), La obra reunida: Ya nada es rito y otros poemas (1997-2003) se ha reeditado (Dilema, 2017). Ha publicado en Argentina Un brillo del no y otros poemas (Ediciones en Danza). Su obra ha sido traducida al inglés, italiano, francés, chino y árabe. Traductora de poesía catalana contemporánea.
Confirmación
Soy una larga espalda inclinada hacia el sur.
Que mi madre me dio leche, ya lo sé. Que me
hincó la uña con cierta parsimonia bajo los cojines
y edredones, y su femenino amor tuvo que darme
osamenta y cutis. Gracias al fervor de las nubes
cultivó soliloquios, y ella, sin destreza
me puso el ombligo entre las sienes, la epidermis
en las nalgas y el placer arquea mi perfil
hondo y altanero. Declino en sombra
proyectada, enorme, rasa. Único
desligue que hay en mí.
(de Otra Ley, 1987)
Reiterando el olvido
Mujer sola muy sola, dimitiendo en el mar.
Me estuve diciendo que no, que muy
lejos arbitraria y cumplidora con los paseos,
mejor nadar a perder la quilla, o que se
resquebraje por muy húmeda, meter la mano
en el peso de la partida y muy lejana
mirando el agua moverse muy sola.
(de Otra Ley, 1987)
Presencia
Ha anochecido. Vivo gratificada en varias casas,
lunas opuestas, distintos muebles, la misma dicha
en el recorrido del ojo hasta mi vientre, vivo
en varias latitudes con sillas y sofás, en aceiteras
de distinta transparencia, en enormes encrucijadas
donde reencontrarse es imposible y siempre acecha.
Vivo tomada de la mano, tomada de la colilla,
de la caída de la tarde muy tomada.
Nocturna, pero atravesada. Vivo alta, esquiva
apretando los labios en casa de mi amante.
(de Pormenor, 1990)
UN BRILLO DEL NO
He visto romperse cántaros y estaba presente.
Mi cuarto es una playa. Se extiende.
Mi cuarto. Compartí en lugares poco ignotos
la mirada nunca correspondida. Nunca dispuesta.
Mi cuarto no deja de ser un dormitorio
con una cama, en sus garras estuve presente.
Era una geografía limitada por demarcaciones
territoriales. Una parca extensión de terreno
de la que emergía una ciudad con lengua propia
donde pude ver mis dedos
desentendiéndose del sentimiento. Es grave
por ahí comienza todo. Lo vas a tener difícil.
Yo también. Estoy rota.
La belleza es transitoria si no conmueve.
El centro resquebrajado. Las aristas romas.
Me gustaba estar sobre la cama
de mi cuarto, los botines morían.
Yo también, pero era una valentía,
un brillo del no. Me eduqué en la quimera
del sí a todo. El poema es un tragaluz.
Despuntaba el día cuadrilátero.
Nuestras cabezas. Los cántaros.
(de Cuántas Llaves, 1996)
En la ducha
Hoy he hecho un adelanto.
No confundí la espesura
con cierta manera de mirar,
tampoco me equivoqué de calle.
Eso no es terrible,
si se vive en la ciudad.
¿Sabes? Te adoro. Voy a definir
exactamente en qué consiste
tamaño esplendor. Es un brillo
que acompaña. Es un brillo
¿que acompaña?
(de Acontecimiento, 2008)
Recogiéndose el pelo
Mujer mía, que desvinculación
tan sonora, las leves manos
que ayer lo eran todo, y esos
pequeños estorninos. Parece mentira
que encuentren alimento
y saben sostenerse todavía
y levantan un mundo.
(de Acontecimiento, 2008)
Un rayo de sombra
No parece haber esencia
en la manera de recogerse el pelo.
Los días libres
se alargan en domingos amontonados,
no hay reconocimiento certero,
ni tampoco hay pasos que dar,
ni ociosas comparaciones, no hay
vuelcos, ni la medida
triangular, ni la sacudida,
sólo la penosa tranquilidad, el simulacro,
en el expectante
domicilio.
(de Acontecimiento, 2008)
Ella quería ocupar
ese espacio
pero es inhabitable.
Safo pidió a Afrodita
que cruzara el éter
para llegar corriendo
a ella. Pasaron largos
meses. Los tiempos
no mejoraron,
el ansia quedó expuesta
en la escritura
y los siglos la conservan
clavada en el libro de fragmentos
como mariposa
seca.
(de El día anterior al momento de quererle, 2013)
El comienzo de la sabiduría
Mientras la traba
sea que no acabas
de comprender
lo que has imaginado.
Mientras detenerse
sea una espera a tiempos muertos
o una espera de otros tiempos
que llegaron
y no fueron percibidos,
mientras no llueve
y las casas se vuelcan
y en la pantalla
tantos accidentes
comienzan a afectarte.
Mientras haces cola en el tren
hacia la ciudad donde naciste
y te detienen con una pregunta
acerca del destino.
( de Las proximidades, 2016)
Image by Albrecht Fietz from Pixabay