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Clarice Lispector, Contra Esta Cárcel (En Sus Cien Años)
Qué alegría que alguien la lea todavía. Cómo nos saca de esta cárcel actual, en este encierro en lo comercial, en las novelas reducibles a sinopsis, en las novelas como crónicas de periódico, en la novela histórica, en la novela negra. Cómo nos saca de este encierro a la libertad de la literatura.
Me alegra esa libertad con qué escribe, ese no sujetarse a nada, ese soltar metafísica, sensaciones, todo lo que le da la gana, sobre argumentos mínimos. Esa novela “La hora de la estrella” o te cabrea o te fascina Pero Clarice en ella hace lo que le da la gana. Lo mismo interrumpe la narración, se burla, juega con el personaje, divaga, juega con nosotros. A lo mejor tiene algo de la también ucraniana Pizarnik. .Porque ella será muy brasileña selvática pero tiene algo de europeo oriental, de ucraniano. Hasta tiene algo de Pual Celan, que nació en un rincón de lo que ahora es Ucrania.
Juega con la historia, habla con su personaje, hace lo que quiere. No le interesa la verosimilitud ni el realismo Ni nada que ella no quiera. Escribe con su inquietud, con su alucine, con sus recuerdos, con sus asombros. Con sus sensualidades metafísicas.
¿Pero cómo la seguirán respetando en estos tiempos de historias fuertes, de novelas negras, de narración pura, de novela histórica documentada? Ella que hace lo que quiere, que suelta las frases para reflejar lo que quiere. Ella que es el estilo puro, ahora que se niega tanto el estilo, pero no el estilo como adorno, sino como revelación. La literatura como lo que surge en cada instante, no el tener que contar una historia de manera obligada.
Ella desata la literatura como meditación libre, como metafísica salvaje, como asombro puro de existir, como revelación de las palabras. Y entonces ya comprendo un poco mejor esa pelea que tiene con GH.
Comprendo “Cerca del corazón salvaje”. Se sitúa en el corazón y se sitúa en lo salvaje. La literatura es una especie de intensidad salvaje. Si no te agota te hace vivir. Hace estallar cada instante con observaciones y sorpresas. Se sumerge en la jungla del existir. No es esa jungla exterior de Amado en “Gabriela, clavo y canela” o de los brasileños o de los trópicos. Es la jungla interior del estupor.
Parece que podía hacer todo lo que quisiera en la vida porque era tan interesante, porque tenía una mirada tan interesante. Y también pudo hacerlo en literatura. Sus libros se llenan de sensualidad salvaje, pero de sensaciones que asombran y alucinan.. Y cada palabra se hace carne y se hace sorpresa.
Cómo no, podría ser brasileña de vivencias pero también era muy europea. Y dio vueltas por Europa como mujer de un marido diplomático. Y paseó su cuerpo enigmático por las capitales de Europa llevando ideas enigmáticas para sus libros.
No eran novelas, qué coño hacía falta que fueran novelas Tampoco Unamuno escribía novelas sino nivolas, qué coñazo de críticos con sus reglas y sus clasificaciones. Ni eran tampoco poemas en prosa. Eran lo que ella quisiera. Nadie fue tan libre como ella al escribir y al vivir. Nadie consiguió hacerlo como ella. Por eso la admiro. Su escritura a veces me cansa, pero siempre la admiro Y siempre regreso a ella. Coño, tenía una mirada tan interesante, una cara tan interesante. Y sus libros son igual de interesantes.
Igual que su mirada eran sus libros. ¿Quién no se quedaría mirándolos? Si no captaste bien lo que te aportaban léelos otra vez. Siempre hay otra oportunidad para leerlos, para mirarla. Para mirar ese silencio de su mirada enigmática.
Hay que saborear sus libros frase a frase, palabra o palabra. Nunca será lo que sucedió tal día, la marquesa entró a las cinco como dijo aquel poeta que quería ridiculizar la novela. En sus libros no hay marquesas que entran a las cinco. Tampoco hay comisarios que averiguan quién mató al tendero. Pero hay asombros en cada instante. Para ellos las palabras no eran espuma ni relleno, eran un puro enigma que siempre nos solivianta.
A veces se aparta de nosotros, nos descarta, como su mirada. Parece que estamos de más. Pero vuelve a atraernos después. Nunca será nuestra amante fácilmente. Y sin embargo volveremos a abordarla un tiempo después.
Pero qué fiesta de literatura, que delirio liberador. Lo que ella hizo nadie puede hacerlo más impunemente. Y los críticos sueltan filosofías sobre ella. Pero ella soltaba literatura, literatura, coño. No hace falta que hable de ningún comisario, de ningún acertijo sobre un crimen. Disfrutamos en ella cada palabra. O al menos la saboreamos en cada línea.
Vuelvo a leer “Cerca del corazón salvaje” y me pongo en el corazón de la vida Joana desde que era niña y le daba respuestas locas a su padre, desde la época en que no aceptaba nada siente la vida desbocada, Su interior parece difícil de transitar. Pero ningún resumen da cuenta de nada, ninguna sinopsis, como la que piden ahora los editores. En su caso las sinopsis se demuestran completas gilipolleces. ¿Quién puede hacer una sinopsis de ese libro que es una pura contradicción en cada instante? ¿Que nos asusta con la vida a cada instante?
Y es una fiesta, es una fiesta interior. Aunque sea amarga y abismal. Aunque nos dé miedo y no sepamos como cogerla. Nunca afirma nada, todo son negaciones de la afirmación. Siempre se desdice. Incluso se emociona tal vez, pero con ironía. ¿ Oh qué podríamos decir de esa mujer tan atractiva, de esa literatura tan atractiva?
Celebro que haya existido, que ya lleve cien años sobre la tierra Me ayuda como ejemplo contra la literatura actual tan simplista que solo se centra en acertijos, en saber quién mató a la marquesa, en pura acción comercial. Ella nunca haría comercio con sus palabras, que se mofó de todo, y fue ella misma hasta la embriaguez. Nos saca a todos de esta cárcel.
ANTONIO COSTA GÓMEZ, ESCRITOR