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César Tomé
(Lerma, Burgos, 1956). Comienza a escribir versos desde muy joven. Fue miembro-fundador del grupo literario TELIRA (2001-2016). Ha publicado siete poemarios y forma parte de una veintena de libros colectivos, algunos de poesía experimental. También figura en las antologías “30 EN ORO, poetas burgaleses” (Editorial Celya, 2004) y “50 POETAS CONTEMPORÁNEOS DE CASTILLA Y LEÓN” (Ed. Hontanar, León, 2011). Su “Poema de Amor” (seleccionado en el VI Premio de Poesía Experimental, Diputación de Badajoz) fue reproducido en 2014 por la academia RAABE de Stuttgart, Alemania.
Trabajó de administrativo y programador durante más de treinta y dos años en una misma empresa. Ahora intenta escribir todos los días, conversar con sus seres queridos, pasear por la ribera del Arlanza y alejarse de aquellos que llevan su propia alma en un teléfono móvil.
Tiene un libro inédito y otro en proceso de creación.
I
Te equivocas.
Y lanzas o suscribes
que nunca compartido será el tiempo
por la tierra y el cielo
a través de pasiones,
de benévolos cuerpos excitantes.
De los miedos tiranos del pasado,
de quien muestra la misma torpe historia
de sangre cada día,
¿la culpa, el eco, la punzante culpa?
¿Tuya por ser quien eres
hasta doliéndote?
Bajas la mano, llama que cautiva;
cierras los ojos, que del alba beben;
atas los pies a un suelo de cenizas.
II
Esperar, esperar
no es un simple detalle antes de tiempo,
ni el plazo que concede un corazón
a otro, tiernamente distraído.
Esperar son los vientos soleados
componiendo el cabello de las mieses.
Esperar es un mundo
con alma de mañana no voluble,
pero que en ti valdría con que fuera la llave
del goce generoso de la carne
enamorada. Pues creciste ya
en un serio lugar de cielos alargados,
de luz sin empujones, y horizontes
que seducen al frío con su limpio sonrojo.
Tierra adentro creciste,
donde amor y dolor desacostumbran,
desatan, prenden, arman, se desnudan, se copian.
Y un día de paseo
hasta los resplandores del arbolado, tú
supiste como nadie el nombre
de ella.
No te preguntes más, no más, ¿o sí?
¿Son tus ojos, tus manos, tus pies un nudo al aire?
(Del libro Cuando los pasos crecen, 2010)
DAÑO
Pasear a estas horas y por este lugar
no es querer ocultar el adiós con un baño
de rubor de cereza olvidada en el árbol.
Es talar medio bosque y llevar en el pecho
los negros sobresaltos de una corza asustada.
POEMA DEL AUSENTE
1
¿Un cielo sin domingos,
un cielo torpe en gestos y escapadas,
el cielo que por dueño tuve lejos de ti
y que saber de mí no quiso nada?
(De lado a lado del camino, envuelta
en elásticos brillos que delatan
—dibujando caricias de horizonte
que encuentra lo perdido—, la mirada.)
2
Aires, aires de un mar de espigas verdes;
mar donde el primer beso dormía hecho pirata.
Y calores supremos encerrados
en una lenta tarde de esculturas doradas.
Y silencios del baile de las hojas,
silencios como escotes de hermosísimas damas.
Y fríos de tres nieves, que encendían los cuentos,
los sonrosados sueños que al corazón se abrazan.
Y siempre el don del chopo clarinete del río;
siempre el peso de llave de unas alas;
siempre la torre, símbolo paciente,
con sus profundos ojos de campana;
siempre un puente de piedra alargando el paseo;
siempre el atardecer, filo de noble espada.
Qué cosa, tierra mía,
es regresar. Te llevo en mi esperanza.
NOVIOS
Visiblemente lo profundo,
la recompensa alegre de la espera,
los mil y un viajes
hacia la orilla de los días,
cuando se buscan.
Dudan
entre elegir la lluvia con espejos
o la sombra que dona primaveras,
entre mostrar las alas
de las palabras cálidas
que faltan por decir
o el cielo con más luces del silencio,
cuando se miran.
Cuando ríen o
se cogen de la mano, se prolonga
el largo beneplácito del tiempo.
Lazadas de deseo y llamas por el aire,
cuando se besan.
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