Cañas y Barro

Cañas y Barro

Carlos J. Rascón
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No es verdad que las personas paran de perseguir sueños porque se hacen viejos, se hacen viejos porque paran de perseguir sus sueños. Gabriel García Márquez

Si sueñas luchas por conseguir tu sueño, soñar es bueno.

 

CAÑAS Y BARRO, de VICENTE BLASCO IBÁÑEZ

—Una nube de chicuelos casi desnudos seguía al barquero con cierta admiración. Les infundía respeto el hombre que cruzaba la Albufera cuatro veces al día, llevándose a Valencia la mejor pesca del lago y trayendo de allá los mil objetos de una ciudad misteriosa y fantástica para aquellos chiquitines criados en una isla de cañas y barro.

—Tonet olvidaba todos sus afectos. Golpeaba a la Borda, tratándola como a una bestia sumisa, y apenas si prestaba atención a Neleta, acogiendo sus palabras con bufidos de impaciencia.

—Nunca había tenido el Palmar vicario como el pare Miquèl. Decíase que lo habían enviado allí de castigo, pero él parecía tomar su desgracia muy a gusto.

Estos tres párrafos son una muestra significativa de lo que te vas a encontrar en la lectura del libro.

He vuelto a releer esta obra con atención y deleite, al terminar mi primer pensamiento fue: “La vida de los pobres es y fue igual en Andalucía que en Valencia, y creo que en todas partes del mundo. Entonces, ¿para qué sirven las fronteras? ¿Quién pone las fronteras? ¡Ojalá que las fronteras fuesen de trigo y el trigo fuese para los pobres! Ese es mi pensamiento, aunque puede ser que esté equivocada.

En su novela, Vicente Blasco Ibáñez tiene un estilo sencillo pero culto, sus descripciones son riquísimas, tanto que no es necesario haber visitado esas tierras para imaginarlas, sentirlas, olerlas… Te mete de lleno en el paisaje y en la piel de los personajes. Las exposiciones psicológicas y físicas son paralelas e igualmente magistrales.

Presenta Blasco Ibáñez un pequeño pueblo de la España profunda, mostrándonos arquetipos clásicos que podíamos encontrar en cualquier pueblo del país a principios del siglo XX:

—El alcohólico Sangonera que ve la vida color de rosa a través del cristal del vaso de vino, su mayor pecado es querer pasar la vida sin trabajar, que según él, es un mandato divino.

—Tonet el chulo del pueblo, amigo de Sangonera, que trae locas a las chicas. Tiene la misma filosofía de vida que su amigo.

—Neleta la chica guapa y ambiciosa.

—La Borda la burra de carga que ha venido al mundo para trabajar y servir a los demás, que no se merece nada, la esclava, lo más buscado y cotizado desde que el mundo es mundo.

—El abuelo y el padre los trabajadores abnegados, que descubren con angustia la poca inclinación tiene su Tonet hacia el trabajo.

Una novela clásica, fácil de leer, que te ayudará a evadirte y gozar en tus momentos libres.

 

Mª Loreto Sutil Jiménez

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