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Cada Noche, Cada Noche, de Lola López Mondéjar
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.
Martin Luther King
¿Fue una historia de amor lo que existió entre Lolita y Humbert en la novela de Vladimir Nabokov, como han hecho creer las críticas sobre el libro?
En “Lolita”, la novela de Nabokov, su padrastro Humbert, un profesor de más de cuarenta años, rapta a la niña de doce, la aísla, y la obliga a mantener relaciones sexuales con él durante años. La sociedad puritana del momento no interpreta el texto en toda su crudeza, enmascara la realidad dándole el cariz de una historia de amor. Donde era negro pusieron blanco, hicieron una falsa interpretación de la trama; que no era otra cosa que un hombre robando la infancia a una niña: un pederasta. Un varón que se aprovecha, claramente, del poder que tiene el patriarcado, y lo ejerce sobre una criatura indefensa para coger lo que no le corresponde.
Así, a lo largo de la historia, siempre ha habido abusos a menores y continúa existiendo. Actualmente, en algunos países casan a niñas con personas mayores por intereses. Mujeres con burka o hijab, mujeres jirafa, mujeres que adelgazan hasta llegar a la anorexia, o que engordan hasta entrar en una obesidad mórbida: todo ello por someterse al deseo del macho dominante.
Lola López Mondéjar, consciente de esta hecho, escribe la novela “Cada noche, cada noche”, para aportar otra perspectiva sobre “Lolita” de Nabokov. Elige concretamente este título la autora, porque es uno de los pocos momentos en el que Nabokov presenta en su novela el dolor de Lolita: “Y sus sollozos en la noche— cada noche, cada noche— no bien me fingía dormido”.
En la novela, López Modéjar entronca con la de Nabokov convirtiendo a Lolita en la madre de la protagonista de su libro. La trama, con continuas digresiones, nos lleva del presente al pasado del personaje principal, y mediante un diario descubrimos a la nueva Lolita de “Cada noche, cada noche”.
La novela no es placentera, ni es una novela de entretenimiento o evasión: es un libro para reflexionar y pensar… y para eso hay que estar en predisposición.
Yo solo me pregunto.
Si la historia hubiese sido al revés, cosa altamente improbable, “pregunto” si el violado hubiese sido o fuese un niño por una mujer adulta… ¿Los hubieran llamado Lolitos o Pepitos? No, yo creo que no; aquí hay distintos barómetro para medir. Aquí el machismo es capar de voltear la pederastia de algunos hombres, que no pueden refrenar sus impulsos de violar a una criatura púber, culpabilizando a su víctima.
Hombres análogos a esas conductas las toman de referencia, y consiguieron inventar un vocablo: “Nínfulas” y su significado; fruto de su imaginación perversa, y que llegara a las enciclopedias, y distorsionar la realidad.
Desnudad soy, desnuda digo.
Mª Loreto Sutil Jiménez
Cada Noche, Cada Noche, de Lola López Mondéjar