BOUM CHONI BOUM: (EL ANTI-EDIPO DELUZIANO EN NUESTRO DÍA A DÍA)

BOUM CHONI BOUM: (EL ANTI-EDIPO DELUZIANO EN NUESTRO DÍA A DÍA)

Francisco josé Garcia Carbonell
Últimas entradas de Francisco josé Garcia Carbonell (ver todo)

BOUM CHONI BOUM

(EL ANTI-EDIPO DELUZIANO EN NUESTRO DÍA A DÍA)

  • Dime, qué comemos.

El coronel necesitó setenta y cinco años – los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto para llegar a ese instante. Se sintió puro, explicito, invencible, en el momento de responder:

  • Mierda

El coronel no tiene quien le escriba, Gabriel García Márquez.

            Recuerdo, cuando me preparaba en Madrid para acceder a la universidad, que  mi profesor de historia de arte en COU, lo que ahora es el segundo de bachiller, nos dijo una vez: — Si alguna vez, como a casi a todo el  mundo, os da por visitar un país extranjero no vayáis en plan turista. No sacareis ningún partido.

            Estas palabras cobran fuerza ahora en mi mente, y ya con el paso del tiempo, al estudiar como el genial pensador francés Deluze trata el concepto del deseo. Para el filósofo francés los deseos no son causa del placer sino algo sin consistencia ni duración. Algo que es proyectado en nuestro imaginario, igual que una sombra. En su combate contra la casta sacerdotal del psicoanálisis, se opone al deseo como carencia o falta. Dentro de nuestra territorialidad, en términos deluzianos, nuestro inconsciente  es motivado a producir, igual que en una fábrica, por el mundo entero. Somos agenciados por lo múltiple. Y en este somos agenciados todo vale, desde quien está en un nivel intelectual superior o, por el contrario, quienes están abajo. Una mujer con mentalidad de “Choni”, por poner un ejemplo peyorativo, puede querer a un hombre con comportamiento de “sargento chusquero”, por poner otro igual,  no por la persona en sí sino por todos los encuentros del día a día con él. Por su chulería, por su mentalidad borriquera o, yo que sé, por la pericia que tiene, al igual que muchas y muchos, en funcionar por comandos. Con esta gracia, para hacer más comprensible el asunto, lo único que pretendo es advertir que nuestros deseos son complementos de un objeto. Estos deseos que funcionan como sombras de esos objetos, terminan extinguiéndose con la extinción de dicho objeto. Los deseos se van sucediendo constantemente en el mundo que habitamos, estos mismos serán buenos o malos en la medida en que somos capaces de filtrarlos y, también, en la manera en que son conducidos por ese mundo exterior. Cuando mi profesor de COU, lo que sería hoy el equivalente a segundo de bachiller vuelvo a recordar, nos soltó este consejo no estaba diciendo, en definitiva, que cuando viajáramos al extranjero no tocáramos los aspectos de los sitios que visitáramos de una manera superficial, sino que nos empapáramos de ese espacio y tiempo o, para expresarlo de nuevo en términos deluzianos, abriéramos nuestra línea territorial a todo ese mundo nuevo.

            En el día a día de nuestra vida cotidiana nos encontramos miles de ejemplos. Vemos como, por ejemplo, una trabajadora de los medios de comunicación muy ligada a las ciencias “parasubnormales” y con escasos conocimientos científicos, recurre a la falacia del insulto, porque no le quedan argumentos, contra un bioquímico, con media vida dedicada a la investigación, todo para defender un libro seudocientífico donde trata una cosa que se ha denominado “enzima prodigiosa”. Esto se quedaría aquí si no fuera porque, hoy en día, cualquier analfabeto o analfabeta que se suba a un plató son escuchados con un entusiasmo que llega hasta el fanatismo. Hoy en día a mucha gente le gusta, quizás porque el cerebro no les llegue a más, dejarse guiar hacia lo simple de la magia, lo supersticioso o el sentimentalismo. A esta clase es a la que me refiero cuando hablo sobre el manejo a través de los deseos malos. Ese sentimentalismo estúpido, les hace lo mismo bajarse, hablando en plan metafórico, de un tren que va en una dirección para, acto seguido, subirse al tren que va en dirección contraria y, al cabo, volver a subir en el primer tren en la dirección primera. Y por eso, los que queremos mantener una dirección que nos permita estar fuera de eso que Kant, en su tratado sobre la ilustración, denunciaba como minoría de edad del individuo,  es contra lo que debemos presentar combate. Pero, ¿cómo combatir contra ese tipo de embestidas? Conociendo, en muy primerísimo lugar, el objeto.  Zizek, el filósofo esloveno escribe sobre el acoso de las fantasías:

            “La fantasía no sólo realiza un deseo en forma alucinatoria: su función es más bien similar al esquematismo transcendental kantiano – una fantasía constituye nuestro deseo, provee sus coordenadas, es decir, literalmente, nos enseña como desear. Poniéndolo en términos más simples: la fantasía no significa que cuando quiero pastel de fresa y no puedo conseguirlo fantaseo acerca de comerlo: el problema más bien es: ¿cómo sé en primer lugar que quiero pastel de fresa”

            Kant, en el mismo tratado sobre la ilustración, escribió: — “no les hace falta pensar siempre que puedan pagar”. En un mundo neoliberal como el nuestro esto se podría traducir: “otros asumirán en mí esa engorrosa tarea.” Lafarge en su libro La defensa de la vagancia, nos dice: “Los trabajadores, al cooperar con la acumulación de capitales productivos, contribuyen por sí mismos al acontecimiento que, tarde o temprano, deberá privarles de una parte de sus salarios.” El objeto que proyecta el deseo, el deseo como una sombra de dicho objeto, se gesta, en primer lugar, en la depreciación crítica. El peligro, entonces, se nos hace imperceptible, este ya no es tan enorme. Ya sólo nos molestamos cuando, de manera catastrófica, los medios de bienestar que nos han configurado desaparecen. Da igual el sistema de explotación sólo me manifiesto en cuanto afecta a mi bienestar particular, o al menos a eso que creemos que es bienestar. No nos anticipamos para erradicar esa explotación o reconducir los medios de producción que van a ocasionar esa catástrofe. Es más, en caso de que esa catástrofe llegara ya se encargaran aquellos a los que pagamos a cambio de velar por nuestras almas, y hacer las veces de nuestra conciencia social, en reconducirnos por el buen camino. Y cuando hablo del buen camino no me estoy refiriendo a emplear medios coercitivos, ya no los necesitan, es más ya no los quieren. Obama, por poner un ejemplo sobre política social, era la cara amable del capitalismo más nefasto. Este expulsó a una cantidad mucho mayor de emigrante de los que, seguro, ha expulsado Trump. Volviendo, de nuevo, al tema decir que la felicidad está en todos lados, sólo es necesario que alguien alce la mano para coger un cacho de esta y tirárnosla para que nos matemos por ella — hay que luchar – nos dicen – por la felicidad. Esta lucha debe quedar en un plano individual, no valen los miramientos. Esto, en el fondo, es el mismo pensamiento que está haciendo, por ejemplo, que muchas empresas de más de cincuenta trabajadores no cumpla con la norma de contratar a x por ciento de personas discapacitadas o que las mujeres jóvenes sean calificadas como de alto riesgo laboral, por el temor que sienten, aunque la legislación esté de su parte, a que se queden embarazadas.  Ya no te asiste ningún derecho, ahora debes buscar la felicidad. Una felicidad que se esconde detrás de nuestros deseos. Una felicidad que nos hace despreocuparnos de nuestras conquistas sociales y nos centra en este pastel de fresa concreto.

Por Francisco José García Carbonell.

 

Image by 🌼Christel🌼 from Pixabay

BOUM CHONI BOUM

0 0 votes
Article Rating
Suscribir
Notificar de
guest

Captcha *Límite de tiempo excedido. Por favor complete el captcha una vez más.

0 Comments
Más antiguo
Noticias Más votados
Inline Feedbacks
View all comments
0
Me encantaría saber tu opinión, por favor comenta.x
()
x