Birdman: De qué Hablamos Cuando Hablamos de Éxito

Birdman: De qué Hablamos Cuando Hablamos de Éxito

Salome Guadalupe Ingelmo
Últimas entradas de Salome Guadalupe Ingelmo (ver todo)

Birdman: De qué Hablamos Cuando Hablamos de Éxito

 

 Por Salomé Guadalupe Ingelmo

 Riggan Thomson, actor cincuentón encasillado en un rancio papel de viejo superhéroe de la pantalla ‒curiosamente interpretado por Michael Keaton, que en más de una ocasión interpretó a Batman‒, decide dar un vuelco a su agonizante carrera: resurgir de sus cenizas cual ave Fénix o remontar el vuelo como un Ícaro inmune al desaliento. Para superar su complejo y demostrar que el antiguo disfraz eclipsó a un auténtico intérprete de raza, apuesta por llevar a Raymond Carver a los escenarios. Porque, siendo Riggan un actor debutante y adolescente, el bueno de Raymond ‒probablemente borracho, como apunta el contrincante sobre las tablas de nuestro protagonista, interpretado por Edward Norton‒ le envió una felicitación “por una interpretación sincera” escrita sobre la servilleta de un bar. Por eso a Riggan sólo se le ocurre estrenar en Broadway una adaptación de De qué hablamos cuando hablamos de amor, que probablemente compendia los más desencantados relatos de (des)amor escritos por el que seguramente se ha convertido en el más apreciado exponente del realismo sucio. La sensación de fracaso, la sordidez y la mezquindad descritas por la literatura encuentran un paralelo en la vida real, de la cual la disciplina literaria sólo es espejo. Como en un matrioska, la obra en la que Riggan pone todas sus esperanzas se enmarca en una tragicomedia aún mayor, la de su propia existencia, que guarda inquietantes similitudes con el fenómeno literario.

René Magritte, NostalgiaMetaficción de lo más mordaz e histriónica, Birdman nos recuerda, salvando las distancias, al musical All that jazz de Bob Fosse. Incluso por el físico de sus protagonistas: un excepcional Scheider maduro en la obra de Fosse y un excepcional Keaton maduro en la de Iñárritu. En ambas películas se reflexiona sobre el mundo del espectáculo y las miserias personales que genera a su alrededor: experimentos y fracasos amorosos, matrimonios fallidos, paternidades malogradas o desempeñadas desastrosamente, desencuentro con hijos casi desconocidos para los que no se tuvo tiempo cuando era el momento… En ambas asistimos al duro golpe que supone para un actor/bailarín, en definitiva para alguien que vive de una u otra forma de su imagen, la pérdida de la fama y la llegada de la madurez o el deterioro físico. En ambas, tanto en All that jazz como en Birdman, y se agradece, el ritmo resulta trepidante, sostenido de principio a fin con un brío muy superior al que el panorama cinematográfico actual nos tiene habituados. En Birdman cabe añadir que ese ritmo se vuelve especialmente teatral, casi propio de comedia de vodevil.

“There’s no Business like show Business”, ya lo decía Irving Berlin. Por eso Birdman constituye una galería de personajes de lo más singular. Entre los que brilla con luz especialmente deslumbrante el interpretado por Edward Norton, un actor excéntrico, arrogante, narcisista, egoísta e incluso inmoral que desafía constantemente la autoridad como director de Riggan, poniendo en peligro con sus actos irresponsables la propia función.

Riggan es un idealista que aún quiere demostrarse y demostrar cuánto vale a base de esfuerzo y trabajo. Pero en los tiempos que corren la popularidad se obtiene de otras formas, no con adaptaciones de clásicos de la literatura contemporánea, no con obras de teatro sesudas que empujen a la introspección: no desnudando el alma, sino desnudándose en el sentido más literal. Tristemente, se vuelve a estar en el candelero cuando el video en el que caminas en ropa interior por la calle es visitado por multitudes, cuando ofreces a tus miles de seguidores en Facebook la primicia de tus fotos en el hospital, con la cara aún desfigurada por un disparo. Por que la masa no tiene juicio. Y la crítica profesional, ésa que se alimenta de prejuicios y frases hechas, la que se permite dar su parecer sin siquiera haber visto una obra, tampoco. Porque la crítica a menudo es refugio de amargados que vieron su afán de convertirse en profesionales de las disciplinas que critican frustrado por falta de talento, justificación que les permite verter su veneno sobre quien sí lo tiene o cuanto menos se esfuerza por realizar un trabajo digno si no meritorio. Por eso la crítica teatral a la que Riggan se enfrenta, la que pasa las horas en la barra de un bar y desde allí –que no desde el patio de butacas–, firma sin remordimiento sentencias de muerte, no está dispuesta a aceptar que el hombre que tiene delante, suplicando una oportunidad, no sea el ridículo tipo vestido con mayas y plumas de un tiempo, que su carrera haya podido evolucionar. Porque la crítica nunca, nunca, nunca se equivoca

Sirenas llamando a Ulises (cerámica griega)Y es que Riggan es pertinazmente perseguido por su pasado. Una sombra de mal agüero se cierne sobre él cual negro buitre al acecho, pretendiendo hacerle suyo para siempre, encadenarle a una etapa profesional que él considera ridícula o cuanto menos superada, y de la que reniega. Perseguido por su alter ego y al tiempo Némesis, su personaje Birdman que le dio fama en el pasado y por el que aún se le reconoce por las calles, Riggan quiere escapar del papel al que se vio relegado: entrado ampliamente en la madurez, necesita demostrar que es un verdadero actor. Aunque para ello haya de hacerse director de teatro, hipotecar su casa y, armado de estoicismo, convertirse, a pesar de sus propias preocupaciones e inseguridades, en consejero y sostén para un grupo de actores neuróticos cuyos problemas personales amenazan el precario equilibrio de la compañía. Porque un verdadero actor no debe permitir que los demás le encasillen, coartando sus posibilidades de crecimiento profesional e interior.

Y lo curioso es que Riggan, aunque no se haya dado cuenta, no tiene nada de vulgar. Empeñado en obtener el género de reconocimiento que todos consideran el verdadero éxito, no se ha percatado de que en efecto es realmente un superhombre. De hecho Riggan, aunque nadie está al corriente, amén de levitar, posee poderes telequinéticos. Sí, Riggan es un superhéroe, por encima de todas las cosas, porque es un superviviente que aún ama su profesión e intenta aprender de su disciplina, de una disciplina a la que él, con mayas o sin mayas, sí respeta. Sólo en el desenlace de la película nuestro personaje se libera de la venda que le cubre los ojos y comprende que la fama es algo fútil y fortuito; que la fama, en definitiva, nada tiene que ver con el éxito. Ni se conquista por los mismos medios ni depende del talento en los tiempos que corren. El hombre supeditado en el pasado a la presión de responder en todo momento a lo que profesionalmente se esperaba de él, el que había provocado el divorcio de su mujer al lanzarle un cuchillo en respuesta a una mala crítica, el que sigue practicando yoga para domar la rabia interior generada por la frustración y acallar la voz de ese pájaro de mal agüero ‒suerte de Pepito Grillo al contrario o de intrigante sirena alada, elemento perturbador y acomplejante‒ que le persigue y no para de susurrarle al oído envenenándole el cerebro, finalmente alcanza la armonía interior. Y liberado de sus cadenas, convertido en un individuo nuevo con un rostro nuevo ‒y con un poco de suerte anónimo‒, abre la ventana de la habitación de hospital donde se recupera tras un intento de suicidio en escena ‒significativamente perpetrado mientras el personaje al que interpreta, tras encontrar a su pareja en la cama con otro y saber de sus propios labios que ya no le ama, recita: “No existo. Ni siquiera estoy aquí. No estoy”‒ y emprende el vuelo ante la mirada atónita y admirada de su hija, que por primera vez lo ve bajo otro prisma.

Imágenes:

René Magritte, Nostalgia
Sirenas llamando a Ulises (cerámica griega)

ICHA TÉCNICA

Título original
Birdman or (The Unexpected Virtue of Ignorance)
Año
2014
Duración
118 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Director
Alejandro González Iñárritu
Guión
Alejandro González Iñárritu, Nicolás Giacobone, Alexander Dinelaris, Armando Bo
Música
Antonio Sánchez
Fotografía
Emmanuel Lubezki
Reparto
Michael Keaton, Emma Stone, Edward Norton, Zach Galifianakis, Naomi Watts, Andrea Riseborough, Amy Ryan, Merritt Wever, Joel Garland, Natalie Gold, Clark Middleton, Bill Camp, Teena Byrd, Anna Hardwick, Stefano Villabona
Productora
Fox Searchlight Pictures / Fox Searchlight Pictures / New Regency Pictures
Género
Comedia. Drama | Comedia negra
Web oficial
http://www.foxsearchlight.com/birdman/

Estreno en Estados Unidos
10 de octubre de 2014

Estreno en España
9 de enero de 2015

Premios
2014: 2 Globos de Oro: Mejor guión y Mejor actor – Comedia (Keaton)
2014: Premios BAFTA: 10 nominaciones incluyendo Mejor película
2014: Festival de Venecia: Sección Oficial
2014: American Film Institute (AFI): Top 10 – Mejores películas del año
2014: National Board of Review: Top 10, Mejor actor (Keaton) y actor sec. (Norton)
2014: Críticos de Los Angeles: Mejor fotografía
2014: Independent Spirit Awards: 6 nominaciones incluyendo Mejor película
2014: Premios Gotham: Mejor película y mejor actor (Keaton)
2014: Satellite Awards: 10 nominaciones incluyendo Mejor película
2014: Sindicato de Actores (SAG): 4 nominaciones incluyendo Mejor reparto
2014: Critics Choice Awards: 13 nominaciones incluyendo Mejor película
2014: Críticos de Chicago: Mejor actor (Keaton) y Mejor fotografía

Descargar (PDF, 520KB)

Con cesión de derechos del autor.

Galería fotgráfica

[easy_image_gallery]

0 0 votes
Article Rating
Suscribir
Notificar de
guest
0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
0
Me encantaría saber tu opinión, por favor comenta.x
()
x