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Besos prohibidos en ciudades chinas
Roberto Loya Casarejos ha publicado Besos prohibidos en ciudades chinas en la Editorial Cántico. Como parte de la Colección Doble Orilla de Poesía y al cuidado de Raúl Alonso. En el libro, se nos presenta Roberto Loya, con un retrato tranquilo, camisa blanca, mirada fija y colgante. En la página siguiente hay una declaración acerca de la Invisibilidad de la poesía viviente. Y digo, declaración, porque, aunque menciona que ha «leído en alguna parte», el poeta parte de ciertas premisas que ya conoce; como si supiera el destino que deparase a esos versos que cobrarán vida en ojos de otros y menciona «Böck escribe poemas en los lomos de las bacterias. / Cree en su eternidad. / No solo los poemas podrán viajar por el espacio/más allá del tiempo, /sino que la bacteria responde al poeta/con un nuevo poema en su adn/que podría sobrevivir a los agujeros negros».
Roberto Loya es licenciado en Filosofía por Universidad Complutense de Madrid. Durante los años 80 participó en la actividad cultural con

la creación de la revista Poros Dos junto a José Luís Brea o el grupo de acciones performances Segunda Época del Hombre. Fue elegido en el proyecto madrileño de la posmodernidad La Luan, apareciendo en la Antología de Nuevos Narradores Cuentos Parabúlicos junto a Leopoldo María Panero, Javier Barquín y Fernando Márquez. Aquellos años, comenzó una intensa labor radiofónica en la realización radiofónica como La Factoría y El Refugio Atómico (Radio Juventud y RCE). En 1987 recaló en Córdoba donde trabajó en RNE en espacios como Al fondo hay sitio, de ámbito nacional, por donde pasaron escritores de la altura de Pere Gimferrer, Francisco brines, Claudio Rodríguez o Juan Carlos Onetti. En 1996 fue nombrado director de Radio Nacional de España en Córdoba, cargo en el que permaneció hasta 2006 en que fue trasladado a Madrid como Subdirector de Cultura. Ese mismo año recibe la Medalla de Oro al Mérito Penitenciario por su programa sobre cárceles Libertad bajo palabra, emitido bajo dos años en Radio 5. También destacamos su labor como guionista y presentador de La Canción del Avadhut en Radio 3.
PARA SERVILLETA DE COSMOPOÉTICA
Cómo ser del aire
ser el aire
el sueño
la luz negra
la sombra desnuda
de las cosas.
2020 años después
la luz
amenaza
a las libélulas.
Su obra poética, alejada de las corrientes dominantes, se concentra en los libros Artaud en la India (Calambur, 2006), Los ojos no son están aquí (Polibea, 2012) y La sombra de Buda (Polibea, 2018). Su último libro, va por su tercera edición de Besos prohibidos en ciudades chinas de Roberto Loya adjunta tres entrevistas esclarecedoras: una de Pilar Montero, otra de Pepe Rodríguez y otra de Alberto Martínez Arias. Es ya un libro que ya cuenta con 1200 ejemplares en sus tres ediciones, la Editorial Cántico ha contabilizado desde marzo 2020 hasta junio 2020 y que parece haberlo hecho de manera silenciosa. Un libro en el que me detengo en la página 80, sus agradecimientos y comenzando por el primero, su editor, Raúl Alonso, leo nombres como el de Ginés Liébana, Javier Lostalé, Juan Carlos Mestre, Guadalupe Grande, el autor de Ocaso en Poley, Vicente Núñez o Lama Tamding Gyatso y Ramana, entre algunos otros.
La obra de Loya, este filósofo, periodista, escritor, columnista y ente radiofónico viene precedida por una cita de Gastón Baquero, con quien comparte el área periodística y quien en 1992 llegó a finalista del Premio Nacional de Literatura con Poemas invisibles; y otra cita del poeta, narrador, articulista, ensayista y traductor Leopoldo María Panero, considerado como parte de los «Novísimos». Diría que, en este caso, ambas citas son sumamente importantes para el comienzo de su lectura.
Una lectura de 34 poemas incluyendo todo es de los nombres. «Tinta sobre papel de arroz» de Roberto Loya al Volver a casa, «habita el viento», con la certeza «y que los dioses olvidaron». El poeta habla a los Poetas de ayer, «como dioses de los últimos bares». Como ya expondría Vicente Núñez «La poesía es una Ramera, se lanza a por ti, a adueñarse de todo eso». Como el cierre del poema con el verso de Lord Byron que culmina fulminantemente con «que se abrirá una grieta/en lo celeste, /en el reino del disfraz/divino, /abrigo del crepúsculo, y seguirás rezando al oro hueco/ que llaman hombre».
PATIO DE VICENTE NÚÑEZ
Somos caída
No llegada.
Somos el deleite
del vacío
tornándose creciente.
Tocando su fatiga
melodiosa
donde se yerguen
claros del céfiro
y lilas azules y arcanas
las hembras orfebres
mueven sus dulces ánforas
en policromías misteriosas
como versos de Cántico
canallas calles llenas
de puñales de canela
y cante
Un detalle importante es la muestra de amor, como lo hacen Los amantes de Wuhan, poema que terminaría en febrero de 2020, cuando China empezó a cerrar ciudades. Roberto Loya parece entender la poesía como reflexión y revelación, con gran influencia de esa poesía oriental budista donde la filosofía, el conocimiento, la percepción, la cotidianidad y la propia historia se enlazaban. El Karma y su energía cobran una gran importancia. Su epistemología, la no existencia de un “yo eterno”, su lógica, ética y moral participan. De hecho, podría incluirse dentro de la corriente budista zen fluyendo metafísicamente hasta la filosofía oficial, a través de la mera cotidianeidad del autor. ¿O es todo proyecto de nuestra imaginación?
¿Pero dónde está el límite? Si es que lo hubiera. De ahí que naveguemos, entre las páginas, e imaginemos con nuestra propia percepción de esta realidad que nos presenta el poeta «el tiempo ya no saluda/ sus espejos», «dos estrellas se estrellan. / Arderán de luz», «fin a la inquietud/ y a la nieve quieta». «ni siquiera leer/ el papel en blanco /donde espera/el último poema», «hay que mudar /el silencio /sobre la luz /de los patinadores/ y sus áridas esferas, / imperceptibles ruedas/ de miel y mercurio» o lanzamos la Plegaria a la lágrima oscura, asistamos a la Destrucción de lo cotidiano, veamos cómo fueron las mariposas, la sombra del hombre, nos unamos al canto en La canción del Advadhut y A lo frágil. Busquemos Los tesoros perdidos o La mirada. Somos testigos al ver a Los niños llegaba con la luz de gas, A la muerte de amanecer o quitar las escamas de los templos. Vamos hasta la Plaza Mundi, vemos Caer el secreto y la consumación de las cenizas o los días de misas, adentrándonos en el misterio de Loya. En ese En una de las entrevistas sentencia: «El ciego no ve con ojos comunes. Tiene una visión libre que constituye la imaginación del mundo», con un sentimiento oceánico.
Texto: Gema Albornoz
Besos prohibidos en ciudades chinas