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Por Francisco Vélez Nieto
Título
Ben Pastor El camino a Ítaca. Alianza Editorial
En tiradilla
Martín Bora vuelve como protagonista de creación literaria, vistiendo el uniforme militar prusiano. Personaje educado en los rígidos valores del honor de su estirpe familiar fiel los servicios prestados a los poderes de Bismark
Los lectores y lectoras de la admirable escritora Ben Pastor (María Verbena Volpi nacida en Roma en 1950), dueña y señora de una obra literaria de sólida calidad, la sitúa como una de las mejores escritoras actuales en el campo de la ficción histórica y policiaca, con su personaje de ficción Martín Bora protagonista absoluto en las historias de sus novelas, prestancia con el uniforme militar prusiano, educado en los rígidos valores del honor de su educación familiar y los servicios prestados a la época prusiana de Bismark.
Personalidad propia y culta que al principio de esta aventura ideológica y a la vez contradictoria al desarrollarse en una geografía mítica, nuestro personaje se encuentra muy cómodo en el Moscú de 1941, interpretando su papel a medio camino entre la diplomacia y el espionaje que es a lo que se dedica en la Abwehr, la unidad de inteligencia del Ejército alemán. Mas de pronto, todo este bienestar personal por las embajadas, se altera cuando se viven las vísperas de la próxima ruptura del pacto entre Alemania y Rusia, candente situación al borde de la descomunal ambición de ocupar la Unión Soviética las fuerzas del Tercer Reich. Pero como la diplomacia es como es, aquí tenemos a nuestro protagonista Martin Bora que recibe la orden de desplazarse a la mitológica isla de Creta donde debe conseguir sesenta botellas de un vino, muy apreciado por Laurenti Beria, el todopoderoso y temible jefe de la policía política de Stalin. En un gesto diplomático del alto mando Alemán.
“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.”
Cavafis
Y como órdenes son órdenes desde arriba, emprende la delicada misión un tanto cómica y extraña de viajar a la mítica isla de Ulises recientemente conquistada a griegos y británicos por los alemanes. Donde, secretamente tiene otra orden más severa: investigar el misterioso asesinato de un arqueólogo suizo, presuntamente a manos de unos paracaidistas alemanes. Es aquí, cuando con la colaboración de un calmoso comisario de policía griego, el Ulises de Joyce como lectura inseparable en su bolsillo y la compañía de una peculiar arqueóloga norteamericana, Frances Allen, a la que conoce en la isla y toma como una especial interprete prisionera.
A partir de este capítulo crece de cuerpo la epopeya y andadura durante una semana por caminos entre ruinas y persecuciones, a la búsqueda
de unos supuestos culpables crímenes de guerra durante la toma de la isla, Una excursión bajo un calor asfixiante que solo pueden distraer con una relación marcadamente especial entre hombre y mujer. Unas páginas de la novela que se pueden considerar magistrales por sus especiales diálogos, tras los que se percibe la inquietud de salir a escena, aunque las circunstancias lo impidan. Coloquios de belleza y deseo contenido, juguetes rotos por unas circunstancias que en sus interiores saben que no les corresponden. Sin duda alguna, el lector puede quedar con extraño sabor al ver que el desarrollo final hubiese sido lo esperado por esta circunstancial pareja con sentimientos verdaderos pero ocultos.
Creta es, asimismo, el escenario de cuatro rapsodias. Es el lugar donde Helena encuentra su camino definitivo y donde Ulises se inclina los oprimidos y desposeídos. Allí participa activamente en una revolución para derrocar al rey Idomeneo y destruir el orden establecido, un régimen tiránico y corrompido.
“Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.”
Kavafis